De la Grada al Capitolio: Deportistas que se Transformaron en Políticos en Estados Unidos
Del fútbol universitario al Senado, y del ring de MMA al Congreso: una mirada a cómo las estrellas del deporte usan su fama para llegar al poder
Cuando el silbato final suena en el campo, comienza otra carrera
La transición de figuras deportivas al ámbito político no es nueva, pero en las últimas décadas se ha vuelto un fenómeno cada vez más recurrente en Estados Unidos. Desde senadores hasta presidentes, pasando por gobernadores y congresistas, el deporte ha sido la pasarela que ha llevado a muchos atletas y entrenadores a conquistar las urnas. En este análisis, exploramos casos emblemáticos de deportistas que se convirtieron en políticos, discutiendo sus trayectorias, sus éxitos y fracasos electorales, y qué nos dice esto sobre la relación entre deporte y poder.
Tommy Tuberville: de entrenador de Auburn a aspirante a gobernador
Tommy Tuberville, hoy senador por Alabama, es uno de los ejemplos más visibles de esta simbiosis. Antes de entrar al mundo político, Tuberville fue entrenador de fútbol americano universitario por casi dos décadas, destacándose especialmente en la Universidad de Auburn entre 1999 y 2008. Su popularidad en el estado, forjada con victorias sobre Alabama —el máximo rival— le permitió evitar los peldaños típicos de las carreras políticas tradicionales.
Electo al Senado en 2020 como aliado férreo del expresidente Donald Trump, ahora apunta a la gobernación estatal en las elecciones de 2026. Durante un reciente acto de campaña, Tuberville dijo con astucia: “Me llaman ‘coach’ en Washington, y me seguirán llamando ‘coach’ como gobernador”. No es sólo una frase pintoresca; es branding político calculado.
Más allá del sur: Gerald Ford, atleta y presidente
Muchos desconocen que Gerald Ford, el 38º presidente de Estados Unidos, fue un destacado jugador universitario de fútbol americano. Fue MVP del equipo en 1934, jugó para los Wolverines de la Universidad de Michigan, y rechazó ofertas de la NFL para estudiar leyes en Yale. Como presidente, solía cambiar el himno presidencial por el de su alma máter, “Hail to the Victors”.
Ford también dejó huella al lado de su compañero de equipo Willis Ward, uno de los primeros jugadores negros en Michigan. Cuando Georgia Tech se negó a jugar contra Ward en 1934, Ford amenazó con no salir al campo en señal de protesta. Ward le persuadió para jugar, y Michigan ganó su único partido de esa temporada: 9-2 ante Georgia Tech.
Tom Osborne y Herschel Walker: fama deportiva, suerte dispar
No todos los que brillan en el campo dominan en los votos. Tom Osborne, héroe en Nebraska al ganar tres campeonatos nacionales como entrenador de los Cornhuskers, ganó escaños en la Cámara de Representantes, pero perdió su intento de ser gobernador en 2006.
Herschel Walker, otro nombre gigante del deporte, llevó a Georgia al campeonato nacional en 1980 y ganó el Heisman en 1982. Su amistad con Trump y la adoración popular en su estado parecían darle el triunfo asegurado cuando corrió al Senado en 2022. Sin embargo, cuestionamientos sobre su vida personal y negocios minaron su campaña. Ganó la primaria, pero perdió en la elección general.
Sharice Davids: Artes marciales mixtas y Congreso
La trayectoria de Sharice Davids marca un contraste importante. Ella es excompetidora profesional de artes marciales mixtas y actual congresista por Kansas. En su campaña electoral de 2018 aprovechó su experiencia en el deporte para construir una narrativa de resistencia y lucha. Uno de sus anuncios más poderosos decía: “Este es un lugar difícil para una mujer. Me han menospreciado, ignorado, pegado… Pero nunca dejé que me detuvieran”.
Davids también es una de las primeras mujeres indígenas electas al Congreso. Su ejemplo es una señal de cómo las mujeres comienzan a abrirse espacio desde las ligas deportivas hacia esferas de poder tradicionalmente dominadas por hombres.
Jim Bunning y Bill Bradley: estrellas consagradas y carreras legislativas duraderas
Dos nombres ilustres, ambos miembros de Salones de la Fama, lograron carreras legislativas estables:
- Jim Bunning jugó béisbol profesional por casi 17 años. Tras retirarse, fue concejal, senador estatal, congresista y finalmente senador federal por Kentucky. En Washington se convirtió en un ferviente fiscalizador del dopaje en el béisbol profesional.
- Bill Bradley, miembro del Naismith Basketball Hall of Fame por su carrera con los New York Knicks, fue senador por Nueva Jersey y candidato presidencial demócrata en 2000. En el Senado se consolidó como un legislador destacado, impulsando reformas tributarias y una postura a favor del acceso universal a la salud.
La política como campo de juego
Según Michael Giardina, profesor de la Universidad Estatal de Florida y experto en cultura deportiva, “El deporte es el tejido conectivo de este país. Une grupos dispares.” Esto explica por qué muchos políticos buscan el respaldo de atletas, e incluso por qué estos deciden dar el salto hacia cargos públicos.
Giardina también advierte: “la fama deportiva no garantiza el éxito electoral”. Como en la política tradicional, los electores finalmente deciden por méritos, propuestas y carácter. Muchos atletas aprenden eso a la fuerza cuando su imagen mediática choca con los escrutinios de la vida pública.
El futuro: ¿Senadora Caitlin Clark?
Giardina predice que con el auge de ligas femeninas como la WNBA, más mujeres atletas darán el paso hacia la política. “No sería sorprendente ver en un futuro próximo a una Senadora Caitlin Clark por Iowa o Indiana”, dice. Clark es hoy la jugadora más electrizante del baloncesto femenino, y ya tiene una base de seguidores que supera a muchas celebridades políticas.
También mencionó a Katie Ledecky, nadadora olímpica y referente generacional: “Es completamente normalizada por los fans más jóvenes, que eventualmente conformarán los nuevos electorados”.
Del espectáculo deportivo al espectáculo político
El cruce entre deporte y política es inevitable en un país donde ambos son vitales para la cultura popular. Un entrenamiento riguroso, una disciplina férrea y la experiencia de trabajar en equipo son habilidades que se trasladan naturalmente a la arena política.
Pero también son entornos intensamente escrutados, donde el show —ya sea sobre el césped o en los debates— forma parte del juego. Como dijo Tuberville al anunciar su campaña: “Soy reclutador. Vamos a traer empleos aquí”. Ahora habrá que ver si los votantes le responden con un touchdown o lo mandan al banquillo.