El carbón, la guerra comercial y un rancho en Montana: ¿una combinación explosiva para el futuro energético de EE.UU.?

La lucha de una comunidad rural contra el gigante Signal Peak, en medio del efecto búmeran de las políticas comerciales de Trump

En el corazón de Montana, una batalla silenciosa se desarrolla entre los rancheros tradicionales y la industria minera del carbón, alimentada no solo por la tierra que sostiene a ambos, sino también por una impredecible política comercial internacional. La historia de Pat Thiele y las montañas Bull Mountains resume muchos de los dilemas éticos, económicos y ambientales que enfrenta Estados Unidos bajo el segundo mandato de Donald Trump.

Una mina cargada de historia y escándalos

La mina Signal Peak, ubicada en Bull Mountains, cerca de Roundup (Montana), alberga una reserva que supera los mil millones de toneladas de carbón. Esta instalación no solo supone una de las mayores fuentes de generación de empleo en la región —con cerca de 300 trabajadores—, sino también un pilar económico clave: los pagos tributarios de la empresa cubren casi un tercio de los ingresos del condado de Musselshell.

Sin embargo, esta mina tiene un pasado profundamente cuestionado. Hace unos años, diversos funcionarios y ejecutivos de Signal Peak fueron condenados por delitos como malversación, evasión fiscal, tráfico de drogas, lavado de dinero y posesión ilegal de armas. En 2021, la compañía se declaró culpable de incumplimientos en seguridad ambiental y laboral, tras una investigación federal, y pagó una multa de $1 millón.

Los beneficiarios locales vs. los escépticos rurales

El condado de Musselshell es, sin lugar a dudas, pro-Trump. En las elecciones de 2024, el 85% de los votantes dieron su apoyo al exmandatario, viendo sus políticas como una salvación ante el ocaso institucional del carbón vivido bajo la administración de Joe Biden. No obstante, incluso entre sus simpatizantes, empiezan a surgir dudas sobre los efectos colaterales de su estrategia comercial basada en aranceles.

Uno de los más escépticos es Pat Thiele, un excombatiente de Vietnam y ahora ranchero, quien ha enfrentado una larga batalla legal contra la expansión subterránea de la mina, que amenaza su propiedad. Para él y muchos vecinos, la única posibilidad de frenar la expansión de Signal Peak yace no en los tribunales, sino en las consecuencias de la guerra comercial que Trump ha iniciado especialmente con Asia.

El carbón estadounidense en manos de Asia

Lo paradójico del caso es que el 98% del carbón extraído por Signal Peak es destinado a Japón y Corea del Sur. Así, la visión proteccionista de Trump, centrada en imponer aranceles extremos a productos asiáticos, podría tener un efecto contrario al deseado:

  • La retaliación arancelaria de Japón o Corea del Sur podría llevar a cancelar compras de carbón estadounidense.
  • Esto afectaría directamente a Signal Peak, cuya operatividad depende casi exclusivamente de sus exportaciones asiáticas.

Como dice el propio Thiele: “Si Japón o Corea dicen ‘pues si vas a gravar nuestros productos, no compraremos tu maldito carbón’, entonces ahí es donde se acaba la fiesta.”

Datos duros: el carbón y el mercado internacional

Para entender mejor el contexto global, hay que analizar algunas cifras clave:

  • Producción mundial de carbón en 2024: Alcanzó prácticamente los 10 mil millones de toneladas, el récord histórico.
  • Una gran parte de este crecimiento proviene de Asia, donde los países en desarrollo siguen construyendo plantas termoeléctricas a base de carbón.
  • Exportaciones de EE.UU.: Superaron los 100 millones de toneladas después de una caída post-pandemia. Pero este carbón se exporta mayormente desde el oeste del país, con costes logísticos elevados.
  • Montana y Wyoming: Personas como el Gobernador de Wyoming, Mark Gordon, han viajado a Japón para promover las bondades del carbón estadounidense, al reconocer que la transición 100% renovable es inviable a corto plazo.

El cuello de botella logístico y Canadá

Debido a la falta de puertos en la costa oeste de EE.UU. dispuestos a embarcar carbón, Signal Peak ha buscado una solución externa: exportar desde un puerto canadiense en Columbia Británica. No obstante, las fricciones de Trump con Canadá podrían representar otro obstáculo en el tablero logístico.

Como explica Andrew Blumenfeld, analista de la firma McCloskey by OPIS: “No hay problema para vender carbón, el problema es el costo para transportarlo. Son más de 1,000 millas en tren antes de alcanzar un puerto.”

Montaña rusa legal y política

Las medidas desreguladoras de Trump buscan facilitar la expansión de minas como Signal Peak a través de reformas en la legislación federal y provisiones especiales insertadas en proyectos de ley fiscales. El congresista republicano Troy Downing, promotor de la expansión minera, lo resume con una célebre frase de Trump: “Es el arte del trato.”

Pero también reconoció: “El tema de los aranceles genera incomodidad. Uno nunca sabe cómo puede responder un socio comercial.”

Además, Signal Peak continúa lidiando con la imagen negativa heredada de sus antecedentes delictivos. En una reciente audiencia en el Congreso, la representante Yassamin Ansari criticó duramente que empresas como Signal Peak sean “beneficiarias de tierras federales sin la debida revisión ambiental”.

Una visión realista desde el campo

Después de tantos años de lucha, Pat Thiele admite haber perdido las esperanzas iniciales. Ya fue testigo de otros momentos de crisis para la mina:

  • 2008: La crisis financiera mundial desplomó la demanda de carbón.
  • 2020: La pandemia frenó toda la economía.
  • Administraciones Demócratas: Intentaron debilitar el uso del carbón por motivos ambientales.

Hoy, dice sin euforia: “Cuando empecé esta lucha pensaba que podíamos cerrar la mina. Ahora eso me parece un espejismo.” Irónicamente, él y sus vecinos tienen su última esperanza en que una guerra comercial con Asia logre lo que años de litigios no han conseguido: paralizar el proyecto minero.

¿Qué futuro le espera al carbón en EE.UU.?

A pesar del crecimiento de la producción global, el carbón estadounidense está en declive interno. Las plantas eléctricas en EE.UU. están migrando hacia fuentes más limpias, como el gas natural, eólica o solar, haciendo que las exportaciones se conviertan en su salvavidas.

Pero si estos mercados internacionales —como Japón y Corea del Sur— se ven golpeados por represalias comerciales, el milagro del “renacer de la industria del carbón” quedará desmentido por su propia estrategia.

Como dijo el analista Seth Feaster: “La administración va a usar la energía como moneda de cambio en sus acuerdos comerciales. Eso es un riesgo calculado, pero muy arriesgado.”

El caso de Montana muestra vívidamente cómo la geopolítica, la economía local y la ideología energética pueden chocar en una compleja combinación de intereses que pone al límite tanto a mineros como a rancheros.

En una región donde la tierra y el carbón son tan valiosos como el legado, la pregunta no es quién ganará, sino cuán irreversible será la pérdida para el medio ambiente, la cohesión social y el futuro energético del país.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press