Everest 2025: Entre glorias, congestiones y tragedias a 8.849 metros de altura

La temporada de escalada en el Everest vive un año difícil marcado por las inclemencias del clima, alpinistas novatos y un récord histórico de ascensos, con Kami Rita Sherpa a la cabeza.

Una cima legendaria que no perdona debilidades

Con la cima más alta del planeta como escenario, el Monte Everest fue nuevamente protagonista de una intensa temporada de escalada en mayo de 2025. Centenares de alpinistas —tanto experimentados como novatos— junto a sus guías sherpas desafiaron temperaturas extremas, vientos traicioneros y una logística congestionada para alcanzar la cumbre de 8.849 metros de altura en la cordillera del Himalaya, Nepal.

El ascenso no fue fácil. Según el Departamento de Montañismo de Nepal, 468 escaladores extranjeros de 57 países obtuvieron permisos este año para intentar la hazaña, a los que se les sumó un número aproximado similar de guías y personal de apoyo local. Sin embargo, las condiciones meteorológicas desafiaron las expectativas y obligaron a muchos a volver al campamento base. Otros, lamentablemente, no sobrevivieron para contar la historia.

Kami Rita Sherpa: El señor del Everest

Mientras algunos batallaban por sobrevivir, Kami Rita Sherpa, oriundo de Thame, logró escribir un nuevo capítulo en la historia del montañismo al alcanzar la cumbre por trigésima primera vez. Inició su ascenso el 24 de abril de 2025, participando en la tradicional oración antes de partir, y logró el ascenso exitoso el 27 de mayo, estableciendo un récord que parece inalcanzable incluso entre los más experimentados.

“Mi objetivo no es romper récords, es representar a mi comunidad y asegurar el sustento de mi familia”, expresó en una entrevista previa. Sus primeras expediciones se remontan a 1994, y desde entonces ha ayudado a innumerables montañistas a cumplir su sueño.

Un embotellamiento mortal en el techo del mundo

En la actualidad, ascender al Everest ya no se trata solo de resistencia física y espiritual, sino de logística de tráfico. El fenómeno conocido como 'el atasco del Everest' volvió a repetirse este año: largas líneas de alpinistas esperando en zonas clave, todos amarrados a un mismo hilo de seguridad, luchando contra la hipoxia —falta de oxígeno— y la hipotermia con cada minuto que pasa.

“Hubo profesionales con mucha experiencia, pero también principiantes sin conocimientos básicos de equipo. Esa mezcla causó retrasos fatales”, indicó Pasang Rinji Sherpa, un guía de montaña que tuvo que abortar su intento por enfermedad. Además, reportó numerosos casos de gripe y del conocido Khumbu cough, una afección pulmonar típica de la región causada por la altitud y el aire seco.

Clima impredecible: el enemigo invisible

No sólo la congestión de escaladores supuso un peligro. El factor más difícil de controlar este 2025 fue el clima. Según Jenjen Lama, quien ha alcanzado la cima seis veces: “Las previsiones meteorológicas eran optimistas, pero la realidad en la montaña cambiaba cada hora”.

Estas variaciones climáticas inesperadas obligaban a los equipos a permanecer más tiempo en zonas peligrosas como el Campo 4 o el Collado Sur, donde las condiciones se agravan por la altitud extrema y el agotamiento. Las ventanas de 48 horas de buen clima que tradicionalmente permiten los ascensos cada temporada fueron aún más breves y caóticas.

¿Turismo o desafío deportivo?: El debate sobre la masificación

El Everest se ha transformado en una especie de parque temático extremo para millonarios aventureros. Los costos que se pagan por intentar el ascenso oscilan entre $40,000 y $100,000, dependiendo de los servicios incluidos. Sin embargo, más allá del dinero, lo que escasea en muchos casos es entrenamiento y preparación.

“Debería haber al menos una certificación internacional de aptitud técnica para escalar el Everest”, señaló Pasang Rinji. “No se puede permitir que alguien sin noción básica del uso de crampones o descensores esté a 8.000 metros poniendo en riesgo su vida y la de otros”.

El legado de Hillary y Norgay 72 años después

Este 2025 también marcó el 72º aniversario de la conquista histórica del Everest en 1953 por el neozelandés Edmund Hillary y el legendario sherpa Tenzing Norgay. Su hazaña, celebrada como uno de los mayores logros de la humanidad, se ha transformado en una suerte de ritual anual donde cientos tratan de emularlos, aunque las condiciones actuales y el enfoque son drásticamente diferentes.

Donde antes había incertidumbre y heroísmo, ahora hay planillas Excel, asistencia satelital, oxígeno embotellado y redes comerciales. El romanticismo de la conquista se ve empañado por la presencia de basura en el campamento base, oxígeno abandonado en las laderas y cuerpos congelados que sirven de marcadores geográficos.

El lado oscuro del Everest: Muerte y desperdicio

Pese a las historias de éxito y autos superación, la montaña se cobró vidas nuevamente este año. Una imagen estremecedora mostró el cuerpo de un montañista no identificado cerca del Campo 4, congelado a pocos pasos de la cima. Aunque se estima oficialmente que más de 320 alpinistas han muerto en el Everest desde 1922, muchos cuerpos permanecen en la montaña porque es extremadamente riesgoso bajarlos.

A esto se suma el problema del impacto ambiental. Pese a esfuerzos recientes, se detectaron toneladas de basura acumulada en el campamento base, principalmente envoltorios plásticos, bombonas de oxígeno y equipos rotos. La situación ha llevado al gobierno nepalí a lanzar campañas como “Leave No Trace” y a exigir depósitos reembolsables a las agencias.

¿Qué debemos cambiar en el futuro?

El Everest no dejará de atraer soñadores. Pero para que escalarlo sea un reto legítimo y no una experiencia turística de riesgo, es indispensable establecer controles más exigentes. Muchos expertos proponen lo siguiente:

  • Implementar licencias internacionales previas con ascensos mínimos a 6.000 y 7.000 metros.
  • Reducir la cantidad de permisos expedidos por temporada.
  • Equipos obligatorios de rescate permanente en altura patrocinados por las agencias.
  • Sanciones severas por abandono de basura y cilindros de oxígeno.

Como dijo Sir Edmund Hillary, “No conquistamos la montaña, nos conquistamos a nosotros mismos”. Pero en los últimos años parece que el turismo masivo está conquistando al Everest, convirtiéndolo más en una marca comercial que en un desafío espiritual y físico.

Un símbolo que aún nos desafía

En definitiva, la temporada 2025 del Everest nos recuerda una vez más sus paradojas: un lugar sublime y sagrado convertido en ruta masificada; una montaña donde coexisten récords heroicos y muertes dolorosas. Donde la belleza paisajística y la espiritualidad ancestral sherpa conviven con filas interminables de trajes de neopreno y cámaras GoPro.

Aún así, el Everest sigue allí: indómito, imprevisible y eterno. Exigiendo respeto, preparación y humildad. Porque si algo nos enseña la cima del mundo cada año es que nadie la domina, simplemente te permite tocarla… por un momento.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press