Jennifer Geerlings-Simons, ¿la primera presidenta de Surinam? Un país entre petróleo, política y promesas
Una médica lidera la coalición política que podría redefinir el futuro de Surinam tras unas elecciones sin ganador claro
Una médica en camino a la presidencia
Surinam, una pequeña nación sudamericana de apenas 646.000 habitantes, está viviendo un momento histórico. Por primera vez en su historia, podría estar al filo de tener una presidenta mujer: Dra. Jennifer Geerlings-Simons, quien ha emergido como figura clave al frente de una coalición política surgida tras unas elecciones legislativas celebradas el 25 de mayo sin un ganador absoluto.
La Dra. Geerlings-Simons, líder del Partido Nacional Democrático (NDP), ha formado una coalición con cinco partidos más que suman, hasta ahora, la mayoría de los escaños en la Asamblea Nacional. Esta cámara, compuesta por 51 miembros, es la responsable de elegir al presidente mediante una votación de mayoría calificada de dos tercios.
¿Quién es Jennifer Geerlings-Simons?
Geerlings-Simons no es una recién llegada en la política surinamesa. Es médica de profesión y ha tenido una dilatada carrera legislativa, ocupando por años la presidencia de la Asamblea Nacional. Su figura representa un intento claro de alejar al NDP de su pasado autoritario, representado por su anterior líder, Desi Bouterse, exdictador y criminal convicto quien dejó al país en ruinas antes de morir en 2023.
“Ella está tratando de darle a su partido, que tuvo presencia militar en su origen, un rostro civil”, comenta el analista político Hans Breeveld.
El rompecabezas electoral
Durante las elecciones, el NDP de Geerlings-Simons consiguió 18 escaños, mientras que el partido del actual presidente, Chandrikapersad Santokhi, obtuvo 17, perdiendo tres en comparación con los comicios anteriores. El resto se distribuyó entre diversos partidos, muchos de los cuales decidieron sumarse a la coalición del NDP, sumando un total de 34 escaños, el mínimo requerido para nombrar a un nuevo presidente.
Los partidos que han unido fuerzas con Geerlings-Simons incluyen al Partido Alternativa 2020, Hermandad y Unidad en la Política, Partido Nacional de Surinam, PL (Pertjajah Luhur) y el Partido General de Liberación y Desarrollo, liderado por el ex rebelde y actual vicepresidente Ronnie Brunswijk.
Muchos de estos partidos originalmente formaron parte del gobierno de Santokhi, pero lo abandonaron, criticando su estilo autoritario y su falta de transparencia en la toma de decisiones.
¿Qué está en juego para Surinam?
Surinam se encuentra en un punto de inflexión. En los últimos años, se han descubierto importantes depósitos de petróleo en sus aguas offshore, con producción comercial esperada para 2028. La promesa de estos ingresos ha convertido en crucial la elección del futuro liderazgo del país.
Con una deuda pública de casi 4.000 millones de dólares y habiendo solicitado ayuda al Fondo Monetario Internacional (FMI) bajo el gobierno de Santokhi, muchos ciudadanos consideran que las difíciles medidas de austeridad implementadas por el actual gobierno, aunque necesarias desde el punto de vista macroeconómico, tuvieron efectos devastadores en el nivel de vida. Subsidios reducidos, inflación, y desempleo empujaron al país a una ola de protestas violentas en 2022.
Populismo y bicicletas: una campaña con altibajos
El intento de última hora de Santokhi por recuperar apoyo popular incluyó propuestas populistas que, según los analistas, se volvieron en su contra. Uno de los actos más comentados fue el reparto de 2.000 bicicletas para una marcha liderada por él mismo, acto que fue ampliamente criticado como un esfuerzo desesperado por simpatía electoral.
“Fue una decisión de imagen, pero finalmente restó más de lo que sumó”, comenta Breeveld.
Un país hastiado de la corrupción
Además de la crisis económica, el mandato de Santokhi estuvo plagado de escándalos de corrupción. Diversos informes periodísticos y de ONGs apuntaron a prácticas indebidas en el manejo de fondos públicos, contratos adjudicados sin procesos transparentes, y falta de controles efectivos.
Este desgaste institucional pesó en las urnas. Aunque Santokhi logró mejoras macroeconómicas, muchos ciudadanos sienten que se hizo a costa del bienestar social.
La complejidad de gobernar con una coalición
Que Geerlings-Simons pueda llegar a ser la primera presidenta del país depende ahora de negociaciones. La coalición está conformada por partidos con trayectorias, ideologías y objetivos distintos, por lo que el reparto de ministerios y decisiones estratégicas puede tornarse complejo.
“Ahora empieza la verdadera negociación por los cargos, y ahí todo puede pasar”, señala Breeveld.
Además, se habla de posibles tensiones internas en el NDP, donde aún sobreviven lealtades a la vieja guardia de Bouterse. Será misión de Geerlings-Simons mantener la cohesión interna y liderar una transformación profunda de la imagen del partido.
Una presidencia entre el simbolismo y la transformación
Ser la primera presidenta del país tendría un valor enorme en lo simbólico. Surinam ha tenido pocas mujeres en cargos de poder político elevados, y su ascenso podría marcar un punto de inflexión en la representación de género a nivel nacional.
Pero más allá de eso, su presidencia tendría que lidiar con complejos desafíos: consolidar la estabilidad política en medio de una coalición frágil, garantizar que los beneficios del petróleo no terminen en manos de unos pocos, y restaurar la confianza ciudadana en las instituciones.
No lo tendrá fácil. Con una historia marcada por dictaduras, transiciones democráticas tambaleantes y escándalos, Surinam necesita algo más que petróleo: necesita líderes que prioricen el futuro por encima del poder.
¿Qué sigue?
A medida que continúa el conteo de los votos —con varios recuentos ya en curso—, todo parece indicar que en las próximas semanas se definirá el próximo capítulo político de Surinam. Si la coalición liderada por Geerlings-Simons se mantiene firme y logra sostener los 34 escaños, es muy probable que ella sea elegida por la Asamblea Nacional.
Será clave observar cómo se desarrollan las negociaciones entre los partidos aliados, cómo se reparten los cargos y, sobre todo, qué tipo de agenda propone el nuevo gobierno en caso de tomar el poder.
Surinam podría estar ante el inicio de una nueva era. Pero, como en toda democracia naciente, el cambio verdadero dependerá menos de los nombres y más de sus acciones concretas.