La victoria de Tamara Lanier contra Harvard y el renacimiento de la memoria afroamericana

La universidad más prestigiosa de EE. UU. devolverá daguerrotipos de 175 años de antigüedad al Museo Internacional Afroamericano tras una batalla histórica por la justicia y verdad histórica

Un triunfo que desafía el tiempo y la narrativa oficial

La Universidad de Harvard ha cedido uno de los tesoros más oscuros y controvertidos de su archivo fotográfico: las imágenes más antiguas conocidas de personas esclavizadas en Estados Unidos. Las daguerrotipos, tomadas hace 175 años, serán transferidas al Museo Internacional Afroamericano en Carolina del Sur como parte de un acuerdo histórico con Tamara Lanier, descendiente directa de uno de los retratados. Esta decisión no solo pone fin a una larga batalla legal, sino que también abre una nueva etapa en la narrativa histórica sobre la esclavitud y el papel que instituciones académicas jugaron en su perpetuación.

¿Quiénes eran Renty y Delia?

Los protagonistas de estas imágenes son Renty, conocido por su descendiente como "Papa Renty", y su hija Delia. Ambos eran esclavizados en una plantación en Carolina del Sur en 1850 cuando fueron fotografiados por orden del científico Louis Agassiz, un biólogo suizo y profesor de Harvard cuyos estudios sobre las teorías raciales buscaban justificar la inferioridad de las personas negras. Agassiz no solo despojó a Renty y Delia de su humanidad al fotografiarlos desnudos sin su consentimiento, sino que los utilizó como "pruebas visuales" para apoyar sus ideas pseudocientíficas.

Los daguerrotipos generaron atención a nivel mundial cuando Lanier los redescubrió y afirmó que Renty era su tataratatabuelo. A partir de entonces, inició una batalla de más de una década para recuperar esos retratos y devolverles, simbólicamente, el alma que les fue robada.

El peso de los daguerrotipos

El daguerrotipo, inventado en 1839, fue una de las primeras formas de fotografía. Cada imagen es única, grabada en una lámina de cobre pulida con una capa de plata. Los que mostraban a Renty y Delia se consideran entre las primeras imágenes fotográficas de personas esclavizadas en Estados Unidos.

Durante muchos años, estos retratos fueron almacenados en el Peabody Museum of Archaeology and Ethnology de Harvard, sin contextualización ni voz para las víctimas. Harvard incluso los utilizó para eventos académicos, reportajes y cobraba altas tarifas por su uso comercial. Lanier denunció que la universidad continuaba lucrando con el dolor de sus ancestros.

Un precedente legal sin igual

En 2019, Tamara Lanier demandó a Harvard por la "apropiación indebida" de esas imágenes. En su argumento legal, Lanier no solo mencionó la falta de consentimiento, sino también el uso explotador y continuo de las fotografías sin respetar la memoria de las personas retratadas. La Corte Suprema de Massachusetts finalmente le dio la razón en 2022, calificando como "complicidad" la actitud histórica de Harvard con la esclavitud y reconociendo el derecho legítimo de Lanier a controlar las imágenes de sus ancestros.

“Harvard’s present obligations cannot be divorced from its past abuses.” — Corte Suprema de Massachusetts

La dimensión simbólica del retorno

Ahora, las imágenes de Renty y Delia regresan a Carolina del Sur, el estado donde fueron esclavizados, para ser resguardadas por una institución que honra la historia afroamericana. El International African American Museum no solo será su nuevo hogar, sino también un espacio donde se contará su historia completa, con la participación activa de Lanier.

La directora ejecutiva del museo, la Dra. Tonya M. Matthews, describió el retorno como “un momento 175 años en gestación” y aplaudió la perseverancia de Lanier como “un modelo de valentía, tenacidad y gracia”.

La historia (aún) no reconocida por Harvard

Como parte del acuerdo legal, Harvard no ha hecho una admisión pública de culpa ni ha reconocido formalmente el vínculo biológico entre Lanier y las personas retratadas. Sin embargo, el abogado Joshua Koskoff afirmó que el acuerdo “habla por sí solo” y que “la verdad siempre sale a la luz, con o sin aprobación institucional.”

“Todo el mundo tiene el derecho de contar la historia de su familia. Ese es el derecho más básico.” — Joshua Koskoff

El acuerdo también incluye una compensación económica de cantidad no revelada, pero sobre todo representa un nuevo paradigma: que las instituciones no pueden ignorar ni ocultar sus vínculos con los regímenes opresores del pasado.

La fotografía como arma y como testimonio

El caso de Renty y Delia reaviva la discusión sobre el uso original de la fotografía como herramienta de control y explotación. Al capturar cuerpos negros sin agencia, sin contexto, y usarlos como objetos científicos, se reforzaban teorías racistas mientras se borraba cualquier posibilidad de individualidad o humanidad. Recuperar estas imágenes no es solo ganar una disputa legal, sino protagonizar una recuperación de memoria, identidad y dignidad.

Este episodio también invita a repensar el papel de los museos, archivos académicos y colecciones privadas que reúnen materiales obtenidos bajo contextos de violencia, colonialismo o esclavitud. ¿A quién pertenecen estos objetos? ¿Quién tiene derecho a narrar sus historias?

Un llamado para que otras instituciones respondan

El precedente legal y moral que establece este caso puede tener repercusiones profundas en otras universidades, museos y entidades culturales con colecciones similares. El activismo de Lanier ejemplifica la fuerza que puede tener una sola voz comprometida con la memoria, la justicia y la verdad. No es solo un acto de restitución patrimonial, sino un acto de rebeldía frente a la historia escrita por los vencedores.

La devolución de las imágenes de Renty y Delia simboliza el inicio de una nueva narrativa, tejida por los descendientes de quienes fueron silenciados. Una que reconoce los errores del pasado, eleva las voces marginadas y devuelve la humanidad a quienes les fue negada.

Una lección para el futuro

La historia no es inamovible. Puede ser corregida, reinterpretada y humanizada. El legado de Renty y Delia, gracias a la intervención de su descendiente y al respaldo de una institución comprometida, deja claro que es posible reescribir las páginas que alguna vez fueron redactadas desde el privilegio y la opresión.

Ahora, esas imágenes ya no estarán ocultas en un archivo oscuro ni utilizadas para fines científicos dudosos. Estarán en un museo donde se contextualiza su vida, su sufrimiento y su legado, no como objetos, sino como seres humanos con historia propia. Y eso, en esencia, es la verdadera justicia histórica.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press