¿Debe expandirse el Torneo de la NCAA? La presión crece y el debate se intensifica
Una mirada crítica a la posible ampliación del torneo más famoso del baloncesto universitario y su impacto en la competitividad, el negocio y la equidad
La NCAA considera abrir las puertas a más equipos
El mundo del baloncesto universitario podría estar a punto de experimentar uno de sus mayores cambios desde 2011. Charlie Baker, presidente de la NCAA, ha revelado que se están evaluando propuestas para ampliar el Torneo de la NCAA, que actualmente cuenta con 68 equipos. La posible expansión incluiría entre 72 y 76 equipos, y busca corregir lo que algunos consideran un sistema “injusto” que deja fuera a equipos altamente competitivos.
La expansión considera la reciente polémica selecciones, como la de Indiana State en 2024, que quedó fuera de March Madness a pesar de tener una temporada destacada y ganó protagonismo en el NIT. Esta y otras situaciones similares están empujando a los líderes deportivos a reevaluar los criterios de inclusión y explorando cómo un modelo más inclusivo podría beneficiar tanto a las universidades como al espectáculo mismo.
Una historia de evolución constante
El Torneo de la NCAA no ha sido ajeno a los cambios a lo largo del tiempo. En 1985, el torneo pasó de 53 a 64 equipos, y en 2011 se añadió la ronda de los First Four, llegando a los actuales 68. Aunque en su momento se consideraba una medida con carga logística, se demostró que era posible implementar cambios significativos sin trastocar sus fundamentos.
Según estadísticas de NCAA.com, más de 11 millones de personas ven el torneo cada año, lo que lo convierte en el evento más esperado del baloncesto universitario. Con este trasfondo, cualquier modificación tendría que equilibrar la tradición, el rendimiento, el dinero televisivo y la inclusividad.
Los argumentos a favor de la expansión
Charlie Baker ha sido claro: una de las razones para considerar este cambio es que con el formato actual, “cada año quedan fuera equipos que están entre los 70 mejores del país”, lo cual mina la credibilidad de los criterios de selección. Aunque no es del todo infalible determinar quiénes son los mejores, la frase encierra una crítica profunda a cómo se estructura la selección.
Entre los argumentos expuestos por quienes apoyan la expansión se encuentran:
- Mayor equidad: Más equipos con méritos deportivos tendrán la oportunidad de competir.
- Más ingresos: Un torneo más grande significaría más juegos, y eso implica mayor audiencia y contratos publicitarios más robustos.
- Competencia más diversa: Se permite que conferencias menos mediáticas muestren su talento ante rivales de peso.
¿Y los argumentos en contra?
A pesar de que la propuesta gana terreno, no está exenta de detractores. El principal inconveniente para algunos es el aumento en la complejidad logística, incluyendo traslados, cronogramas y la carga sobre árbitros, técnicos y jugadores.
Además, críticos argumentan que agregar más equipos podría diluir la calidad del torneo, extendiendo la cartera de participantes a programas que tal vez no estén al nivel competitivo del evento y que podrían tener una participación testimonial.
La fatiga del espectador también es una preocupación. Con más partidos, ¿habrá suficiente interés para mantener los ratings en los juegos de menor perfil?
El rol de los derechos televisivos y el negocio
Detrás de toda esta conversación se encuentra el músculo financiero. Las compañías que actualmente poseen los derechos del torneo —CBS y Warner Bros. Discovery (WBD)— han respaldado los diálogos iniciales. No es de extrañar: el torneo genera más de mil millones de dólares anualmente en ingresos por derechos de transmisión, y expandirlo sería económicamente benéfico.
Según el contrato firmado entre la NCAA y CBS/WBD, que se extiende hasta 2032 por un valor de 8.800 millones de dólares, cada partido tiene un valor significativo. El ingreso generado por el First Four, por ejemplo, es proporcionalmente superior a muchos partidos de temporada regular.
Lo que opinan los entrenadores y las conferencias
El entrenador de Kansas, Bill Self, expresó que “la mayoría de los entrenadores del Big 12 favorecerían una expansión moderada”. La conferencia tuvo siete equipos invitados en 2025, pero aún así ven con buenos ojos dar oportunidades a más programas competitivos.
En palabras de Self: “Claro que será difícil llegar a un sistema completamente equitativo, pero una expansión limitada podría mitigar muchos de los casos actuales de exclusión dudosa”.
Impacto para conferencias pequeñas y medianas
Uno de los grandes beneficiarios sería el conjunto de programas de conferencias menores, como la Missouri Valley o la Atlantic Sun, que a menudo solo colocan a su campeón en el torneo, dejando afuera a programas sólidos con temporadas destacadas.
Un ejemplo claro es lo que ocurrió con Indiana State en 2024. Su exclusión del March Madness fue muy criticada, especialmente después de haber alcanzado la final del NIT frente a Seton Hall en un partido que algunos comentaristas calificaron como “el juego del año fuera del torneo principal”.
¿Cuál es el modelo ideal?
El objetivo de Baker es decidir en los próximos meses si la expansión procede. En caso afirmativo, muchas logísticas deben resolverse: cómo y dónde se jugarán los nuevos partidos, cómo se definirán las selecciones adicionales, y cómo se comunicará todo esto al público.
Una posible solución sería crear una “ronda preliminar ampliada” al estilo del First Four, pero incluyendo a ocho o 12 equipos adicionales antes de llegar al cuadro tradicional de 64. Esto permitiría mantener la estructura actual intacta, limitando el impacto sobre los días y sedes del torneo.
Lo que está en juego
Lo que realmente está en juego aquí no es sólo la inclusión de más equipos, sino la evolución cultural y comercial de uno de los eventos más distintivos del deporte estadounidense. March Madness no solo es un torneo, es una tradición nacional, un fenómeno que combina narrativa, emoción, aspiraciones juveniles y marketing a gran escala.
En palabras del periodista deportivo John Feinstein: “El encanto del torneo reside en sus sorpresas, sus Cinderellas, su imprevisibilidad. Pero igualmente, esas historias nacen porque muchos jamás tienen la oportunidad. Darle acceso a más equipos puede generar una nueva ola de milagros deportivos”.
¿Más magia o más desorden?
El debate sobre ampliar el torneo se centra en esta pregunta: ¿hará esto del March Madness un evento aún más mágico, inclusivo y justo, o lo convertirá en algo tan grande y desproporcionado que pierda su esencia?
Lo cierto es que con millones de fanáticos, contratos televisivos astronómicos y la presión de universidades por ganar visibilidad, la expansión parece inevitable. Todo dependerá de cómo se implemente. Porque en el baloncesto —como en la vida— no solo se trata de alcanzar el sueño, sino de ganarse el derecho a vivirlo sobre la cancha.
Sigue las noticias del baloncesto universitario en AP College Basketball.