Andrew y Tristan Tate: el imperio de la misoginia en crisis

Mientras enfrentan múltiples cargos por abuso y trata en el Reino Unido y Rumanía, los hermanos Tate encaran la caída libre de su imperio digital basado en la controversia y el culto a la masculinidad tóxica.

Los ídolos de internet enfrentan la justicia

Andrew y Tristan Tate, los hermanos conocidos por sus controvertidas declaraciones y ostentosa vida de lujo, han sido oficialmente imputados en el Reino Unido por delitos graves como violación, trata de personas, daño corporal y control de prostitución para beneficio económico. Estos cargos se suman a otras causas judiciales que enfrentan en Rumanía desde 2022, relacionadas con una supuesta red criminal internacional de explotación sexual.

Lo que inicialmente parecía una historia de éxito millonario alimentado por las redes sociales, ahora se transforma en un complejo entramado legal que podría significar la caída estrepitosa de dos de los influencers más polémicos de la última década.

Un ascenso meteórico desde la controversia

Andrew Tate, ex luchador de kickboxing, comenzó a ganar notoriedad gracias a su participación en reality shows como "Big Brother" en el Reino Unido. Sin embargo, fue gracias a su contenido en redes sociales y sus comentarios abiertamente misóginos que captó la atención de millones de seguidores en todo el mundo, particularmente hombres jóvenes.

Con frases como "las mujeres pertenecen al hogar" y "la depresión no existe", Tate cultivó una imagen de "macho alfa", defendiendo una supuesta verdad sin filtros que, en realidad, reproducía estereotipos dañinos contra mujeres y minorías. Su mensaje lo catapultó como un referente de la llamada "manosfera" digital, un segmento en internet enfocado en promover la masculinidad tóxica, el rechazo al feminismo y valores ultraconservadores.

En 2022, se estimaba que Andrew Tate generaba entre 10 y 20 millones de dólares anuales solo con suscripciones a su plataforma Hustler’s University, una "academia" en línea donde enseñaba a sus seguidores cómo volverse ricos y dominantes en el mundo moderno. Durante meses lideró búsquedas en TikTok y YouTube, hasta que varios gobiernos y plataformas comenzaron a sancionarlo.

Los cargos: ¿una venganza de la élite o justicia en acción?

Los defensores de los hermanos Tate han argumentado que las acusaciones responden a un intento del "sistema" por silenciar voces disidentes. El despacho de abogados Holborn Adams —encargado de su defensa en el Reino Unido— lanzó una declaración asegurando que:

"Estas son acusaciones históricas y nuestros clientes ni siquiera saben quiénes son las supuestas víctimas. Es evidente un tratamiento diferente por su perfil público".

No obstante, los hechos parecen apuntar a la existencia de pruebas contundentes. Los hermanos fueron arrestados en Rumanía en diciembre de 2022 tras una investigación en la que también se incautaron siete inmuebles de lujo, coches deportivos y más de 300 mil euros en efectivo.

Andrew Tate enfrenta 10 cargos en el Reino Unido relacionados con tres mujeres, mientras que Tristan Tate enfrenta 11 cargos relacionados con una víctima. Los cargos incluyen violencia física, violación, trata de personas y control coercitivo.

Un patrón preocupante detrás de la fama

Los Tate no son los únicos influencers que construyen imperios mediáticos alrededor del discurso del odio disfrazado de libertad de expresión. Sin embargo, su caso ha empañado aún más la delgada línea entre popularidad digital y responsabilidad legal.

El crecimiento exponencial de figuras como ellos ha planteado preguntas profundas sobre cómo las plataformas digitales algoritmizan la viralidad y premian el contenido incendiario. Andrew Tate llegó a tener más de 11.6 millones de seguidores en Instagram antes de que se le suspendiera la cuenta en 2023. Sus discursos misóginos eran fácilmente accesibles a niños y adolescentes que comenzaban a forjar su identidad.

Una encuesta de Hope Not Hate encontró en 2023 que el 45% de los chicos británicos de entre 16 y 18 años conocían y seguían a Andrew Tate, y un preocupante 34% creía que sus opiniones eran válidas.

Silicon Valley y la monetización de la misoginia

Parte del escándalo también recae sobre el rol de las plataformas tecnológicas. YouTube, TikTok, Twitter (ahora X) e Instagram permitieron que el contenido de Andrew y Tristan Tate circulara y monetizara por años sin control efectivo. Aunque una vez que las investigaciones criminales avanzaron algunas cuentas fueron bloqueadas, los clips siguen circulando, reproducidos por seguidores o bots automatizados.

La pregunta de fondo es: ¿dónde trazamos la línea entre libertad de expresión y apología de la violencia?. Tate se define a sí mismo como un símbolo de resistencia contra la corrección política, pero sus acciones indican lo contrario: un patrón sistemático de abuso y aprovechamiento de mujeres vulnerables, muchas de ellas extranjeras, según las investigaciones en Rumanía.

¿Qué sigue para los hermanos Tate?

Las autoridades británicas han indicado que extraditarán a los hermanos desde Rumanía en cuanto sus procesos en suelo rumano concluyan. Mientras tanto, permanecerán en el radar internacional y bajo estricta vigilancia jurídica.

La caída de los Tate se suma a otros casos recientes de "influencers caídos en desgracia", como el del youtuber estadounidense Onision o incluso figuras previamente respetadas como Kevin Spacey, aunque en mundos y contextos distintos. Todos tienen en común el haber usado su fama para ejercer poder y abuso.

¿Una nueva era de rendición de cuentas?

Mientras tanto, educadores y activistas en el Reino Unido han comenzado a tomar medidas preventivas. El documental "Adolescence" será proyectado en escuelas secundarias del país como una herramienta educativa para alertar sobre los efectos nocivos de las redes sociales, la viralización del odio e influencers como los Tate.

El caso refleja cómo la popularidad no justifica la impunidad y cómo, finalmente, las viejas estructuras de poder (jurídicas, sociales y mediáticas) están comenzando a responder a la lógica del siglo XXI: todo masivo es político. La caída de los “reyes de la masculinidad tóxica” no solo marca el fin de una era, sino quizás el inicio de una conversación urgente sobre cómo educamos, moderamos y legislaos en la era digital.

Fuentes consultadas:

  • BBC News
  • The Guardian
  • Hope Not Hate Foundation
  • Reuters
  • Sky News
Este artículo fue redactado con información de Associated Press