Del Bitcoin al Horror: El Caso que Conmociona Manhattan

Dos inversores en criptomonedas arrestados tras secuestrar y torturar durante 17 días a un hombre para obtener sus claves digitales. Un thriller real en pleno corazón de Nueva York.

En lo que parece un guion de película de suspenso, dos inversores en criptomonedas están siendo acusados de uno de los crímenes más inquietantes de la era digital. John Woeltz, de 37 años, y su presunto cómplice William Duplessie, habrían secuestrado, drogado, golpeado y torturado a un individuo con el único objetivo de obtener acceso a los fondos de su billetera de Bitcoin. El hecho, ocurrido en uno de los barrios más exclusivos de Manhattan, plantea preguntas cruciales sobre seguridad financiera, criminalidad y las sombras del mundo cripto.

El perfil del acusado: ¿Un 'techie' brillante o un villano cibernético?

John Woeltz no era un desconocido en el mundo de la tecnología. Con un título en filosofía y una reputación en ascenso en Silicon Valley, había retornado a Kentucky para incursionar en la emergente industria del crypto mining. Había dado entrevistas como experto y se presentaba como un exitoso inversionista en blockchain. Según su abogado, Wayne Gosnell:

“Ha sido muy exitoso en el mundo tecnológico... tiene toda la intención de luchar contra este caso”.

Sin embargo, sus presuntos actos hablaban de otra cara completamente diferente. Acusado de secuestro, tortura y posesión de sustancias controladas, John fue arrestado frente a la lujosa residencia donde el crimen tuvo lugar. El juez, tras revisar la evidencia, denegó la libertad bajo fianza.

Un secuestro orquestado al estilo narco

El 6 de mayo de 2025 marcó el inicio de una pesadilla para un ciudadano italiano —cuya identidad sigue protegida— que fue atraído a la casa por amenazas contra sus seres queridos. Una vez dentro del inmueble situado en el codiciado vecindario de Soho, comenzó su martirio: drogas, electrocución con cables, golpizas constantes y hasta una escena tipo película donde fue colgado en el aire desde una escalera de cinco pisos.

Durante 17 días fue sometido a este tormento. La meta: extraerle la contraseña de su cuenta de criptomonedas. Finalmente, tras acceder a entregar la clave, logró huir herido y sin zapatos a la calle. Fue entonces auxiliado por peatones que rápidamente llamaron a la policía.

El botín digital: ¿Cuánto dinero estaba en juego?

Aunque las autoridades no han revelado la cantidad exacta, se especula que podrían ser millones de dólares. Según Statista, un bitcoin ha superado los $70,000 USD en 2024, por lo que incluso una billetera con cifras modestas representa un inmenso botín para criminales.

¿Qué encontraron en la “cripto-casa del terror”?

La policía descubrió un arsenal alarmante:

  • Cocaína
  • Un serrucho y alambre de gallinero
  • Chalecos antibalas y gafas de visión nocturna
  • Municiones
  • Polaroids del secuestrado con un arma apuntando a su cabeza

¿Se trataba de un plan cuidadosamente organizado? Todo parece indicar que sí. La construcción del crimen fue pensada con precisión quirúrgica. Hablamos de equipamiento táctico mezclado con una dosis sádica de sadismo propio del crimen organizado.

Cybercrimen con rostro humano: ¿Una tendencia global?

Este caso no es aislado. En América Latina, por ejemplo, el aumento del secuestro exprés relacionado con criptomonedas ha sido alarmante. En Argentina, en 2022, un empresario fue secuestrado y liberado tras transferir el equivalente a $200,000 USD en Ethereum. En India, la policía ha reportado al menos cinco casos similares en el último año. Todo indica que el anonimato y descentralización de las criptomonedas, su mayor virtud, también son terreno fértil para el delito.

Criptomonedas y la ética del dinero invisible

Ethereum, Monero o Bitcoin no son instrumentos del mal. Pero como señala el experto André Frank, autor de “Digital Finance Ethics”, “la falta de regulación y el auge de los activos criptográficos han empoderado una nueva generación de criminales fintech”.

Entre 2016 y 2022, el robo de criptodivisas ha ascendido a más de $12.5 mil millones a nivel mundial, según datos de Chainalysis. Y aunque muchos robos son digitales, las historias como la de Woeltz muestran un giro más siniestro: volver al crimen corporal, primitivo, violento.

El otro acusado: William Duplessie

Duplessie, compañero de negocios de Woeltz y también inversor cripto, se entregó a las autoridades el martes posterior al arresto de su colega. De momento, espera su propia imputación formal. Aunque menos conocido en el ecosistema digital, su participación activa en el secuestro deja claro que este no fue un acto unilateral.

¿Y la víctima?

Ha optado por permanecer anónimo, por razones obvias. Su testimonio, sin embargo, ha sido clave para construir la narrativa judicial. Y aunque logró escapar físicamente, es difícil imaginar cómo alguien puede pasar 17 días encadenado mental y emocionalmente al terror, y luego salir ileso por dentro.

Las implicaciones para Estados Unidos y el mundo

Si bien Nueva York se mantiene como uno de los centros financieros del mundo, casos como este plantean serias inquietudes sobre:

  • Leyes federales de ciberseguridad
  • Protección al inversor criptográfico
  • Regulación al almacenamiento digital de grandes fortunas

Para el fiscal a cargo, este hecho es “uno de los ejemplos más extremos y crueles de un crimen económico trasladado al plano físico”. La creciente necesidad de que el dinero digital sea tratado con protocolos de seguridad de alto nivel es cada vez más evidente.

No es un caso más: es la nueva cara del capitalismo salvaje

Las criptomonedas dieron al ciudadano común la posibilidad de generar riqueza sin intermediarios bancarios. Pero también ha abierto las puertas para que esa riqueza, si no está bien protegida, sea codiciada por elementos cada vez más peligrosos.

John Woeltz y William Duplessie sabían lo que querían, y no midieron consecuencias. No buscaron hackear una cuenta desde un sótano. No. Prefirieron encerrar a un hombre, torturarlo y experimentar el lado más tenebroso de la recompensa inmediata. Si antes los ladrones usaban ganzúas, ahora usan descargas eléctricas y amenazas de muerte para obtener contraseñas.

¿Estamos preparados para esta nueva forma de criminalidad financiera?

El caso Woeltz marcará un antes y un después en la justicia digital. No solo establece precedentes legales, sino que abre necesarias discusiones sobre el lado oscuro de la descentralización financiera. Como bien lo afirmó Erik Voorhees, otra figura del mundo cripto:

“El poder sin ley es tiranía; pero la tecnología sin ética, es aún más peligrosa”.

La siguiente batalla ya no será en los mercados bursátiles ni en los foros de inversión: se librará en los juzgados mientras los sistemas legales del mundo intentan alcanzar la imparable carrera de la innovación con un espejo más turbio: la criminalidad digital con rostro humano.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press