La fatiga invisible del tenis: dolor, ranking y la trampa del sacrificio permanente

La élite del tenis mundial alerta sobre un sistema que obliga a competir lesionados, bajo presión económica y emocional

Casper Ruud, tres veces finalista de Grand Slam, con apenas 25 años y más de 25 millones de dólares en premios, se rindió: ya no puede más con el dolor que siente en su rodilla izquierda. No es el único. Como él, decenas de tenistas profesionales enfrentan un sistema que los obliga a seguir compitiendo pese a lesiones, agotamiento emocional y una exigencia constante por rendimiento y resultados. La pregunta que muchos se hacen es simple pero urgente:

“¿Vale la pena llevar el cuerpo al límite por los puntos, el ranking o el dinero?”

Este blog es una análisis a fondo de una problemática pocas veces visible en el tenis profesional, pero que empieza a tomar cada vez más voz: la trampa invisible del sistema competitivo de la ATP y la WTA.

Una carrera de resistencia... sin descanso

El circuito profesional de tenis es uno de los más demandantes del mundo del deporte. A diferencia de deportes por equipo como el fútbol o el básquet, aquí no hay suplentes, ni rotación, ni descanso real.

Para mantener el ranking, un jugador debe defender cada año los puntos que consiguió en los torneos del año anterior. Si no lo hace, cae en la clasificación, pierde beneficios, premios y opciones de entrar a futuros eventos. Este sistema acumulativo crea una carrera sin fin donde los jugadores, aun lesionados o enfermos, deben competir bajo riesgo de perderlo todo.

“Sientes que pierdes demasiado si no te presentas a jugar: económicamente, en puntos, en clasificación y oportunidades. Es por eso que muchos acuden a la cancha incluso con dolores o enfermos”, confesó Casper Ruud tras su eliminación en Roland-Garros.

Garcia, Raducanu y otros testimonios que alertan

No es solo Ruud. Caroline Garcia, semifinalista del US Open 2022, recientemente compartió un post muy sincero en sus redes sociales donde anunció que este será su último año como profesional. García reveló que ha vivido a base de “antiinflamatorios, inyecciones de corticoides y tratamientos de plasma” por problemas crónicos en el hombro.

La francesa llegó a preguntarse: “¿De verdad vale la pena empujar nuestro cuerpo hasta estos extremos?”

La campeona del US Open 2021, Emma Raducanu, también fue contundente: experimentó dolor en sus muñecas durante meses, pero siguió ingresando en torneos. “Las personas a mi alrededor me decían que no era lo suficientemente fuerte, que eso era normal... pero yo sabía que ese dolor iba más allá del cansancio. Me arrepiento de no haberme escuchado antes”, confesó.

El caso de Madison Keys: “Hay que cambiar el chip”

La campeona del Abierto de Australia, Madison Keys, reaccionó al testimonio de García con empatía: “Tiene razón. En algún momento tienes que decir: ‘ya basta’. Desde pequeños nos enseñan que abandonar es de débiles”.

Keys puso el ejemplo de Michael Jordan jugando lesionado con gripe como ídolo cultural: “Se aplaude ese esfuerzo sobrehumano como si fuese mejor por haber jugado enfermo. ¿Pero realmente es eso lo que debemos admirar?”

Ruud: más de la mitad de sus partidos, con alguna dolencia

En Roland-Garros, Ruud estimó que juega con algún tipo de molestia física en más del 50% de sus partidos. “Sea una ampolla, dolor abdominal, en la espalda o en las rodillas, siempre hay algo. Cada parte de mi cuerpo ha sentido dolor”, dijo a la prensa.

El noruego relató que había estado tomando diclofenac y otros antiinflamatorios durante dos meses, hasta que su rodilla se resintió demasiado para poder continuar.

Un sistema que penaliza la salud

Los jugadores enfrentan un sistema que los castiga si priorizan su salud. Por ejemplo, si se saltan un torneo obligatorio del calendario ATP o WTA, pueden perder el 25% del bono financiero de fin de año. Es decir, actúan bajo amenaza de perder recompensas económicas importantes solo por intentar recuperarse.

Además, al no participar en torneos, los puntos de ranking empiezan a caer, lo que puede significar descender posiciones rápidamente y, en consecuencia, acceder a peores cuadros en futuros torneos o no poder participar en ellos directamente.

Sin reemplazo, sin pausas: el tenis es individual hasta el extremo

La naturaleza del tenis, a nivel profesional, lo vuelve todavía más exigente que otros deportes:

  • No hay reemplazos: si un jugador se lesiona en medio del partido, solo tiene dos opciones: continuar lesionado o retirarse.
  • No hay equipo para compartir la presión: todo el peso del resultado y del entorno cae sobre el propio jugador.
  • No hay temporada baja prolongada: salvo diciembre, hay torneos durante casi todo el año.

Testimonios que estremecen

El estadounidense Tommy Paul jugó su partido de segunda ronda en París con un dolor abdominal que no sabía qué era. Después del triunfo en cinco sets, declaró: “Me voy a hacer una resonancia, pero estoy seguro de que voy a jugar el próximo partido”.

Damir Džumhur, de Bosnia, se lesionó la rodilla tras caer en la tierra batida. Continuó jugando y ganó. “Mientras no sea algo que pueda empeorarse, jugaré”, afirmó con brutal sinceridad.

La heroicidad se confunde con sacrificio

La cultura del “jugar lesionado” se glorifica frecuentemente en medios y redes. Se narra como un acto de épica, sin que se cuente la contracara: carreras interrumpidas, lesiones crónicas, retiros tempranos.

El fenómeno también tiene consecuencias psicológicas: estudios médicos han advertido sobre la relación entre lesiones persistentes e inestabilidad emocional en atletas, aumentando los riesgos de ansiedad y depresión.

¿Una solución posible? Ajustar el calendario y un enfoque más flexible

Los atletas están empezando a alzar la voz, pero los cambios estructurales requieren decisiones a largo plazo:

  • La ATP y la WTA podrían revisar su calendario para integrar pausas obligatorias de descanso.
  • Reducir la exigencia de defender puntos año a año, con un sistema de clasificación más flexible y menos oneroso.
  • Establecer un protocolo médico que permita a los jugadores retirarse sin sanción económica si presentan informes clínicos válidos.

El objetivo final debería ser uno: proteger la integridad física y mental de quienes hacen posible el espectáculo.

La rebelión silenciosa ha comenzado

Caroline García se retira. Ruud no pudo más. Raducanu se operó ambas muñecas tras un calvario. Zverev, Tomljanovic, Džumhur y decenas más lo siguen denunciando entre lágrimas, entrevistas y redes sociales.

El tenis moderno está enfrentando una crisis de salud sistémica, donde la palabra “campeón” empieza a confundir valor con sacrificio. Jugar lesionado no debería ser admirable, sino alarmante.

Los aficionados deberíamos cambiar nuestra mirada también. Porque el verdadero fair play no es solo dentro de la cancha. También se juega en los calendarios, los contratos y los descansos. Porque el tenis, como la vida, no debería doler tanto.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press