Muñecos reborn en Brasil: ¿terapia legítima o delirio colectivo?

Los bebés hiperrealistas generan un fenómeno cultural tan fascinante como polémico en São Paulo y otras ciudades de Brasil

Brasil vive una fiebre peculiar: cientos de personas salen a las calles, a centros comerciales, a parques y hasta hospitales cargando muñecos reborn —bebés hiperrealistas creados artesanalmente— como si fueran reales. Este fenómeno ha capturado la atención mediática, ha causado debates legislativos y ha desatado una polémica nacional que parece dividir a la sociedad entre el respeto a la individualidad y la crítica a lo que algunos ven como una exageración social.

¿Qué son los muñecos reborn?

Los reborn no son simples juguetes. Son figuras fabricadas manualmente para parecer bebés reales. Utilizan técnicas de pintura en capas, detalles anatómicos precisos como venitas, pestañas implantadas individualmente e incluso cabello humano o sintético. Muchos tienen mecanismos que simulan respiración, latidos del corazón y movimientos leves, elevando su realismo al extremo.

Originado en Estados Unidos en la década de 1990, este movimiento artístico fue ganando adeptos, primero entre coleccionistas, luego entre personas que atravesaban duelos perinatales y, más recientemente, como herramienta para prácticas de crianza o compañía emocional. En Brasil, estos muñecos alcanzan precios que van desde los 700 reales (aproximadamente 124 dólares) hasta casi 10,000 reales (casi 1,800 dólares), según afirma Daniela Baccan, copropietaria de una tienda de reborns en Campinas.

El auge del fenómeno en Brasil

En lugares como São Paulo y Río de Janeiro, se han organizado encuentros masivos de “madres reborn”. El más destacado ocurrió en el Parque Villa-Lobos, con decenas de personas portando orgullosamente a sus muñecos, tomándoles fotos, vistiéndolos, cargándolos en coches y compartiendo experiencias de crianza simbólica.

Para muchas personas, los reborns funcionan como terapia emocional. Berenice Maria, auxiliar de enfermería y coleccionista de larga data con ocho muñecos en su haber, declara: “Yo amo los reborns, a pesar de todo el odio que generan. Quiero poder salir con ellos al parque, al centro comercial. Me hacen bien”.

También se usan en capacitación profesional para estudiantes de medicina o enfermería, y en talleres de preparación para padres primerizos. Pero el boom actual ya sobrepasa lo meramente funcional, alcanzando un nivel de performance social.

Simulacros virales: ¿el límite entre realidad y ficción?

Parte del entusiasmo se ha transformado en contenido viral. Numerosos influencers brasileños han publicado videos en redes sociales donde protagonizan situaciones como partos simulados, “salidas familiares” a cafés con los muñecos en brazos, e incluso atenciones médicas de urgencia ficticias.

Uno de los videos más polémicos fue el de una mujer llevando a un muñeco reborn a un hospital público, simulando una crisis de salud. Este evento motivó una oleada de críticas, bromas y ataques en redes, pero también reacciones institucionales.

Respuesta política: entre la risa y la legislación

En el Estado de Amazonas, el diputado João Luiz apareció en plena asamblea legislativa con un muñeco reborn en brazos, para anunciar un proyecto de ley que prohíba la atención de estos muñecos en el sistema público de salud. La propuesta, aunque extravagante, refleja una creciente incomodidad institucional frente al fenómeno.

La ciudad de Río de Janeiro, en contraste, está evaluando aprobar un homenaje a los artesanos que fabrican los reborns, validándolos como parte del patrimonio cultural.

Mientras tanto, la diputada nacional Talíria Petrone hizo un llamado a la racionalidad: “¿Podemos enfocarnos en lo que realmente importa? Si alguien quiere tener un muñeco, que lo tenga. Yo tengo dos hijos reales y ya son suficiente trabajo”.

Orígenes psicológicos: el reborn como extensión emocional

Según expertos en salud mental, el uso de muñecos reborn puede tener efectos positivos, especialmente en procesos de duelo perinatal. La psiquiatra Dra. Ana Cláudia Arantes explica: “Las personas desarrollan vínculos simbólicos con estos muñecos como parte de una necesidad interna de conexión o como mecanismo de sustitución temporal”.

No obstante, el límite entre terapia y dependencia puede tornarse borroso. Cuando una persona comienza a tener dificultades para diferenciar al reborn de un ser humano real, los especialistas indican que puede tratarse de una pérdida del juicio de realidad. En estos casos, se recomienda evaluación profesional.

Entre el arte y lo comercial

Fabricar un reborn puede llevar semanas. Los artistas utilizan vinilo especial, pinturas alemanas no tóxicas, ojos de vidrio soplado e incluso sistemas internos de pesaje para asemejar el peso y textura de un bebé humano. Las ventas, según tiendas especializadas, han aumentado en más de 60% en el último año, impulsadas por la atención mediática y la viralización en TikTok e Instagram.

Sin embargo, no todos están felices con esta atención. Tras algunos incidentes de robo y acoso, varias tiendas han tenido que reforzar su seguridad física. Daniela Baccan señala: “Ahora cerramos más la tienda, pusimos cámaras. Pero al mismo tiempo, la demanda online aumentó notablemente. Nunca tuvimos tanta clientela”.

¿Una comunidad o una extravagancia?

Los defensores de esta cultura argumentan que los enemigos de los reborn no entienden la profundidad emocional del vínculo. “Nos tratan como locos, pero lo que nosotros sentimos por nuestros muñecos es real”, afirma Nice Maria Santos, una mujer que participó en el encuentro de São Paulo con una unidad perfectamente vestida de rosa.

Para ella y muchas otras personas, esta es una forma de expresión, de terapia… y de nostalgia: “Mi hija murió al nacer. Tener un reborn me ayuda a seguir adelante.”

¿Qué nos dice este fenómeno sobre nuestra sociedad?

En última instancia, el furor por los reborns plantea preguntas más grandes: ¿Qué significa ser madre o padre? ¿Hasta qué punto las soluciones simbólicas suplen necesidades reales? ¿Y cómo se construyen las comunidades emocionales en tiempos digitales?

Tal vez, como ocurre con otras modas virales, este impulso se disipe con el tiempo. Pero por ahora, en Brasil, los reborns son mucho más que muñecos: son símbolo de una nueva forma de interactuar con la nostalgia, la pérdida, el amor… y la red.

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Este artículo fue redactado con información de Associated Press