Trump, Nippon Steel y el futuro de U.S. Steel: ¿alianza estratégica o venta encubierta?
La histórica siderúrgica estadounidense enfrenta un giro decisivo con la 'compra-inversión' de Nippon Steel, mientras Trump busca mantener el control en casa y salvar miles de empleos.
Donald Trump ha vuelto a ocupar titulares con el anuncio de un acuerdo inédito: el gigante japonés Nippon Steel invertirá en U.S. Steel, pero sin que la empresa deje de estar “bajo control estadounidense”. Es una jugada política, financiera y simbólica compleja que toca temas de manufactura nacional, soberanía económica y estrategia electoral. ¿Estamos ante una mera fachada para justificar una venta internacional o realmente es una alianza beneficiosa y controlada por EE.UU.?
El acero, símbolo de poderío industrial estadounidense
Fundada en 1901 por J.P. Morgan y Andrew Carnegie, U.S. Steel llegó a ser la empresa más valiosa del planeta en su época. Fue el corazón de la Revolución Industrial estadunidense y durante décadas un termómetro del músculo económico del país.
Su relevancia histórica, sin embargo, ha decaído frente a competidores globales y nuevas tecnologías como los hornos de arco eléctrico. Aún así, su supervivencia es identificada por muchos como vital para la seguridad nacional, la producción automotriz y la cadena de suministro de defensa.
La propuesta de Nippon Steel: ¿compra o inversión?
En diciembre de 2023, Nippon Steel lanzó una propuesta para adquirir U.S. Steel por $14.900 millones de dólares, lo que encendió alertas políticas, económicas y sindicales tanto por el control extranjero como por los posibles efectos en el empleo.
Trump y Biden se manifestaron en contra del acuerdo inicial. Sin embargo, Trump cambió de postura recientemente al anunciar una versión revisada que propone una participación parcial japonesa junto con una inversión adicional de $14.000 millones para modernizar las plantas en Pennsylvania, Indiana, Alabama, Arkansas y Minnesota.
La versión actual dice que la empresa seguirá siendo controlada por estadounidenses, con un comité de dirección y un consejo liderado principalmente por ciudadanos estadounidenses y resguardado por un mecanismo conocido como acción dorada (“golden share”), que permite al gobierno vetar decisiones clave.
¿Qué es una “golden share” y cómo funciona?
El uso de una "acción dorada" otorga al gobierno de EE.UU. poder especial para intervenir en decisiones estratégicas, independientemente del reparto accionarial restante. Es una herramienta usada principalmente en sectores sensibles como defensa, telecomunicaciones o energía.
Esta figura se ha utilizado en el pasado en Europa, por ejemplo en la privatización parcial de empresas de energía en Reino Unido o Francia, para asegurar que intereses nacionales permanezcan protegidos.
Ahora Trump intenta aplicar esta técnica a la industria del acero para no contradecir su promesa de “no vender U.S. Steel al extranjero”, y al mismo tiempo permitir una entrada de inversión crucial.
¿Realmente es beneficioso este acuerdo?
A falta de documentos oficiales o confirmaciones detalladas, la mayoría de expertos y observadores permanecen escépticos.
La organización United Steelworkers Union, representante de decenas de miles de empleados, expresó sus dudas:
“Nippon ha reiterado que sólo invertirá si tiene propiedad total. No hay señales claras de que hayan desistido de esa posición.”
Además, entidades como el senador demócrata John Fetterman, crítico acérrimo del plan original, reconocen que la nueva propuesta tiene mejoras, pero mantienen reservas. Fetterman ayudó a frenar el proceso inicial hasta que se propusiera una inversión adicional más significativa.
¿Qué hay detrás de este giro en la narrativa?
La necesidad electoral. La negociación se produce en un momento delicado con las elecciones intermedias y presidenciales en el horizonte. Pennsylvania, estado industrial clave, juega un papel central no sólo en el mapa electoral sino también por ser sede de U.S. Steel.
Trump busca reivindicar su imagen como protector del trabajador industrial estadounidense. El panorama electoral de 2024 sugiere un alto índice de participación obrera y sindical, especialmente en estados como Michigan, Ohio y, claro, Pennsylvania.
Cifras que importan
- U.S. Steel emplea aproximadamente 22.000 trabajadores en EE.UU.
- La inversión total de Nippon proyectada: $28.900 millones (compra + expansión)
- Producción anual estimada: 17 millones de toneladas de acero
- Empleos indirectos en regiones proveedoras: más de 80.000
Trump frente a las políticas arancelarias y comerciales
En paralelo a la cuestión de U.S. Steel, Trump mantiene abierta una batalla por sus aranceles a productos importados. Aunque varios han sido bloqueados por cortes judiciales, otros sobre acero, aluminio y autos siguen vigentes bajo otras leyes, como la famosa Sección 232.
Mientras tanto, su agenda industrial se basa en prohibiciones a adquisiciones sensibles, estímulo a la industria local y nacionalismo económico. Esta operación con Nippon no es más que un intento de sostener esa narrativa.
¿Y si se cae el trato?
La falta de transparencia es preocupante. Ni Nippon ni U.S. Steel han publicado mayores detalles del acuerdo ni sometido el plan a votaciones previas de accionistas. La Comisión de Inversiones Extranjeras en EE.UU. (CFIUS, por sus siglas en inglés) también podría imponer condiciones o incluso bloquear la transacción si se incumplen códigos de seguridad nacional.
Lo que parece claro es que un rechazo total a la inversión significaría cancelar modernizaciones, creación de empleos y cierre de plantas obsoletas, algo que ningún candidato quiere justificar en campaña.
¿Qué opinan los actores locales?
Chris Kelly, alcalde de West Mifflin (PA), declaró estar “eufórico” con el pacto, ya que salvaría miles de empleos en la planta de acabado Irvin. Incluso el demócrata Josh Shapiro, gobernador de Pennsylvania y potencial candidato presidencial, ha dicho que está “moderadamente optimista” tras los cambios en la propuesta.
“El acuerdo ha mejorado. Hay más perspectivas para el futuro del acero ahora”, dijo Shapiro al Washington Examiner.
Por su parte, el congresista republicano de Pensilvania, Dan Meuser, valoró el pacto como “una inversión estratégica estadounidense,” aunque admitió no haber tenido acceso al lenguaje definitivo del acuerdo.
La historia se repite
Este episodio no difiere mucho de cómo, en 2019, Trump también frenó adquisiciones extranjeras en sectores como telecomunicaciones y defensa bajo el discurso de “América Primero”. Pero ahora, en pleno 2025 y con una crisis de desindustrialización y automatización aún latente, sus medidas deben mostrar resultados tangibles.
En ese sentido, la medida parece más una estrategia de campaña que un plan industrial bien definido.
Reflexión final
U.S. Steel es mucho más que una empresa. Es un emblema de lo que fue y lo que podría volver a ser la industria americana. La entrada de capital japonés bajo condiciones estrictas puede verse como un salvavidas necesario… o como una excepción peligrosa con fines políticos.
De cualquier forma, Trump ha convertido esta operación en un símbolo: si logra mantener el control nominal estadounidense, reactivar plantas y crear empleos, podría reclamarlo como victoria absoluta.
Pero si se revela que Nippon ejercerá en la práctica el control mayoritario o si no se concretan las inversiones, también podría costarle muy caro en las urnas.