Una paz imposible: lo que realmente impide el fin de la guerra entre Israel y Hamas

Cese al fuego, retiro militar y rehenes: el complejo tablero político que tiene en jaque a Medio Oriente

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Promesas renovadas, resultados inciertos

La esperanza vuelve a asomar con declaraciones del enviado especial de Washington para Oriente Medio, Steve Witkoff, quien recientemente aseguró tener “muy buenos presentimientos” sobre alcanzar una resolución pacífica en el conflicto entre Israel y Hamas. Sin embargo, tras más de un año y medio de mediaciones fallidas encabezadas por Estados Unidos, Egipto y Catar, el escepticismo se mantiene. ¿Qué impide realmente el cese de hostilidades más mortales de este siglo en la región?

¿Qué propone la última iniciativa de paz?

La nueva propuesta estadounidense, aún no revelada en su totalidad, incluye un alto al fuego de 60 días, negociaciones serias hacia una tregua permanente y garantías de que Israel no retomará las hostilidades tras la liberación de rehenes. Durante esta pausa, Hamas liberaría 10 rehenes vivos y entregaría cuerpos a cambio de la excarcelación de más de 1,100 prisioneros palestinos, incluidos 100 con condenas prolongadas por ataques letales.

Adicionalmente, cientos de camiones con alimentos y ayuda humanitaria accederían a una Gaza devastada por casi nueve meses de asedio. El bloqueo impuesto por Israel desde marzo ha empujado a la población al borde de la hambruna, según diferentes agencias internacionales.

¿Qué quieren realmente Hamas e Israel?

Las posiciones son radicalmente opuestas. Hamas ha reiterado una demanda clara: alto al fuego permanente, retirada total israelí de Gaza y reemplazo del poder actual por una comisión independiente palestina. A cambio, están dispuestos a liberar a los rehenes restantes, sus “únicas monedas de cambio”, como algunos analistas apuntan.

Israel, por otro lado, bajo la férrea postura del primer ministro Benjamín Netanyahu, se niega a aceptar condiciones que impliquen la supervivencia política o militar de Hamas. Exige la liberación incondicional de todos los rehenes y la erradicación del grupo, ya sea mediante su destrucción física o su exilio.

“Israel controlará Gaza indefinidamente”, ha afirmado Netanyahu, quien también promueve lo que él llama “emigración voluntaria” de parte de la población gazatí, una medida que numerosos expertos e instituciones internacionales califican como una violación al derecho internacional.

Las cifras de una tragedia

El conflicto se encendió con el ataque sin precedentes de Hamas el 7 de octubre de 2023, que dejó alrededor de 1,200 israelíes muertos y 251 secuestrados. Desde entonces, Israel ha respondido con una campaña militar masiva que ha causado la muerte de más de 54,000 palestinos, en su mayoría mujeres y niños, según el Ministerio de Salud de Gaza. La ofensiva ha dejado más del 90% de la población desplazada, muchos viviendo en condiciones infrahumanas.

Hasta el momento, Hamas mantiene a 58 rehenes, de los cuales apenas un tercio se cree que siguen con vida. Ocho han sido liberados durante operativos israelíes, y decenas de cuerpos han sido recuperados. “Cada día que pasa, sus posibilidades de sobrevivir se reducen drásticamente”, aseguran expertos israelíes.

Un equilibrio imposible

Más allá del intercambio de cautivos y las propuestas de tregua, la raíz del problema sigue siendo ideológica y geopolítica. Hamas teme que, si libera a todos los rehenes sin asegurar antes la paz, Israel retome la ofensiva con aún más fuerza. Israel, en cambio, teme que una tregua permita a Hamas reorganizarse y lanzar nuevos ataques en el futuro.

“Aceptar un alto al fuego permanente es concederle legitimidad a Hamas”, aseguran voceros del gobierno israelí. “Rechazarlo es perpetuar el sufrimiento de toda Gaza”, responden desde el movimiento palestino.

Este equilibrio inmanejable entre desconfianza, exigencias maximalistas y consecuencias humanitarias desastrosas tiene paralizada cualquier esperanza de paz en el corto plazo.

Un conflicto atrapado en su historia

El trasfondo histórico es vital para entender la rigidez de las partes. Israel se niega a discutir un eventual Estado palestino en Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este, territorios conquistados en la guerra de 1967. Por su parte, los líderes palestinos están fragmentados entre Hamas, la Autoridad Palestina en Ramala y múltiples facciones más pequeñas sin poder real.

Las negociaciones de paz se rompieron hace más de 15 años y, desde entonces, se han incrementado los asentamientos israelíes en zonas ocupadas y los enfrentamientos militares. La comunidad internacional emite condenas, pero, hasta el momento, ninguna sanción real ha hecho mella en las posiciones extremas.

El papel de Estados Unidos y las potencias regionales

Desde la Casa Blanca, el cambio de enfoque con la llegada del enviado Steve Witkoff representa un intento de mantener el liderazgo diplomático. Sin embargo, el precedente no es alentador. Las iniciativas estadounidenses anteriores han fracasado por la falta de presión efectiva sobre Israel y el descrédito de los mediadores ante Hamas.

Egipto y Catar, aliados históricos de Estados Unidos en la región, han actuado como puentes, pero también han frustrado sus propias ambiciones por falta de influencia real sobre Netanyahu y radicales de Hamas.

Ni siquiera Turquía, Irán o Arabia Saudita, con agendas ideológicas opuestas, han logrado cambiar el curso del conflicto. La disputa en Gaza es más que un conflicto territorial: es el epicentro de una guerra ideológica, religiosa y geopolítica que irradia al mundo musulmán y occidental.

¿Futuro sin salida?

La tragedia humanitaria en Gaza —desplazamientos masivos, hambruna inminente y destrucción sistemática— ha sensibilizado a parte de la opinión pública mundial. Y las presiones por una solución humanitaria aumentan.

Sin embargo, lo que algunos llaman una “guerra de aniquilación” ha adquirido vida propia. El temor a la supervivencia futura del enemigo impide cualquier tipo de concesión. No basta con un acuerdo táctico de alto al fuego: falta una visión política, un diálogo estructurado y el reconocimiento de derechos y límites mutuos.

Como dice el analista israelí Amos Harel: “Nunca ha habido tanto interés diplomático en resolver el conflicto, ni tan pocas probabilidades de lograrlo”.

Mientras tanto, Gaza sigue ardiendo... y la paz aún parece un espejismo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press