Zaporizhzhia: La central nuclear más peligrosa del mundo en el limbo geopolítico
Entre las tensiones de guerra, sospechas de reinicio ilegal y vigilancia internacional, el futuro energético y de seguridad nuclear de Europa pende de un hilo en Ucrania
Un polvorín nuclear llamado Zaporizhzhia
Ubicada en el corazón de Ucrania, la central nuclear de Zaporizhzhia no solo es la más grande de Europa, con seis reactores, sino también uno de los puntos más sensibles del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania. Desde que Rusia invadiera Ucrania en febrero de 2022 y se hiciera con el control de la instalación, la planta ha sido un foco constante de preocupación internacional debido al temor de que ocurra un desastre nuclear, comparable —incluso más grave— que Chernóbil o Fukushima.
Ahora, nuevas imágenes satelitales han despertado sospechas de que Moscú podría estar preparando el terreno para reiniciar la planta sin autorización de Kiev.
Greenpeace lanza la alerta
El 28 de mayo de 2025, la organización ambientalista Greenpeace publicó un informe acompañado de imágenes satelitales que revelan la construcción de “una línea eléctrica de alta tensión” en las regiones de Donetsk y Zaporizhzhia bajo control ruso. Este hallazgo fue verificado además por análisis de fotografías satelitales efectuadas por Planet Labs PBC.
Según Shaun Burnie, experto nuclear de Greenpeace en Ucrania:
“Este es uno de los primeros indicios contundentes de que Rusia está avanzando con sus peligrosos e ilegales planes para reactivar la planta nuclear más grande de Europa”.
La IAEA mantiene su vigilancia
La Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA) no ha encontrado hasta ahora “indicios” de que exista una preparación activa e inminente para reiniciar Zaporizhzhia, según declaró un funcionario anónimo de la organización.
Sin embargo, el director general, Rafael Mariano Grossi, ha confirmado que mantiene diálogos tanto con Ucrania como con Rusia y planea visitas en un futuro cercano para tratar el tema.
“Es un asunto que requiere una atención y análisis extremadamente cuidadosos”, afirmó Grossi.
Ucrania denuncia violación de soberanía
El gobierno de Volodímir Zelenski no se ha quedado de brazos cruzados. En una comunicación formal enviada a la IAEA y a sus países miembros, Ucrania declaró:
“Estas acciones representan una violación flagrante del derecho internacional y una intromisión en la soberanía de Ucrania”.
Asimismo, Kiev advirtió del peligro real que implica operar la planta sin las autorizaciones pertinentes:
“Cualquier operación de la planta sin la autorización explícita del regulador nuclear ucraniano es ilegal y constituye una amenaza directa e inaceptable a la seguridad nuclear”.
¿Puede realmente reactivarse la planta?
Desde su captura, la planta de Zaporizhzhia se encuentra en estado de apagado en frío. Esto quiere decir que aunque los reactores aún contienen combustible de uranio, han dejado de generar energía activamente. Sin embargo, estos reactores requieren electricidad externa constante para mantener sus sistemas de refrigeración y seguridad. Durante la guerra, esa electricidad ha sido cortada múltiples veces, obligando al uso de generadores diésel de emergencia.
Además, otro obstáculo técnico de enormes proporciones se suma a la ecuación: la destrucción de la represa de Kajovka en 2023, que abastecía la planta con agua del río Dniéper. Desde entonces, la falta de una fuente estable para el sistema de refrigeración pone en tela de juicio la viabilidad técnica de cualquier reinicio.
“El consumo de agua durante una operación activa es mucho mayor que en estado de apagado frío. No vemos ninguna solución inmediata ni sencilla”, apuntó un funcionario de la IAEA.
Dimensión internacional y riesgos geopolíticos
Además del evidente peligro ambiental, la planta se convirtió en caballo de batalla geopolítico. Ha sido tema de conversación incluso para figuras como Donald Trump, quien en marzo de 2025 habló con Zelenski proponiéndole que “Estados Unidos podría recuperar la planta” como parte de un hipotético acuerdo de paz.
Estados Unidos y Europa observan con lupa cualquier movimiento que pueda indicar un reinicio ruso. Los analistas temen que reactivar la planta sería un acto de facto de legitimación del control ruso, desafiando flagrantemente el principio de soberanía territorial ucraniana.
Zaporizhzhia: ¿símbolo de poder o herramienta de chantaje?
Rusia ha repetido en varias ocasiones que desea reiniciar la planta, pero siempre en un contexto de estabilidad. ¿Qué significa “estabilidad” para el Kremlin? Podría leerse como control total sin interferencias y sin los marcos regulatorios ucranianos que frenan el uso autónomo de la infraestructura energética nacional.
Algunos analistas internacionales ven la planta como un instrumento de presión política y diplomática por parte del Kremlin. En un contexto donde la energía es un bien tan estratégico como escaso (especialmente tras la guerra energética de Putin en Europa occidental), tener una planta así en funcionamiento sin permiso internacional daría a Moscú una herramienta formidable para negociar, condicionar o incluso chantajear.
¿Qué representa Zaporizhzhia para Europa y el mundo?
Zaporizhzhia representa mucho más que seis reactores y millones de vatios potenciales. Representa:
- El limbo legal sobre instalaciones estratégicas en guerra.
- El riesgo ambiental de una zona altamente sensible sin controles operativos homogéneos.
- Un pulso geopolítico que involucra energía, diplomacia y legitimidad territorial.
Según datos de la IAEA, las centrales nucleares bajo ocupación militar representan un desafío sin precedentes al derecho internacional nuclear, ya que todo operador debe estar autorizado por el país soberano y regulado dentro del marco del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP).
El espectro de Chernóbil y Fukushima
Los temores no son infundados. Los eventos de Chernóbil (1986) y Fukushima (2011) recordaron al mundo qué puede pasar cuando una planta nuclear falla sin protocolos adecuados. Pero Zaporizhzhia añade capas adicionales de complejidad por estar en una zona bélica activa, donde el control del espacio aéreo, la comunicación y la infraestructura está comprometido.
La IAEA ha rotado equipos continuamente en la planta, pero su acceso sigue limitado y bajo supervisión militar rusa.
Una incómoda realidad en el siglo XXI
En el año 2025, cuando se discuten energías limpias, transición energética y objetivos climáticos globales, el mundo enfrenta la paradoja de tener una mega planta nuclear moderna atrapada en las dinámicas más primitivas: guerra, ocupación y poder.
¿Cómo responderá la comunidad internacional si Rusia intenta reiniciar la planta sin acuerdo? ¿Es Zaporizhzhia un símbolo de resiliencia energética u otro capítulo más del caos diplomático que vive el siglo?
Por ahora, solo hay una certeza: Zaporizhzhia seguirá siendo, al menos por un tiempo más, la central nuclear más peligrosa y vigilada del mundo.