Amenazas, apuestas y redes sociales: la otra cara oscura del béisbol en la era digital

La creciente ola de abusos en línea hacia jugadores de la MLB y sus familias pone en jaque la salud mental, seguridad y relación con los fanáticos. ¿Qué está haciendo el deporte para combatir esta crisis?

Lance McCullers Jr., lanzador de los Astros de Houston, jamás imaginó que una mala noche sobre el montículo terminaría en algo tan devastador: amenazas de muerte dirigidas a su familia. Lo más doloroso ocurrió al regresar a casa cuando su hija de 5 años, Ava, le preguntó: “Papá, ¿qué son amenazas? ¿Quién quiere lastimarnos?”.

Este episodio desgarrador no es aislado. Lo que otrora fueron silbidos del público en el estadio o un titular mordaz en la prensa, ahora son mensajes anónimos, crueles y constantes que llegan directo a los teléfonos de los jugadores. El responsable silencioso pero eficaz: el auge de las apuestas deportivas y las redes sociales sin regulación suficiente.

El caso McCullers: cuando la pelota sale del campo

Tras las amenazas recibidas, McCullers tuvo que contratar seguridad privada permanente. Los Astros acudieron inmediatamente a la seguridad de la MLB y a la policía de Houston. Pero el impacto emocional ya estaba hecho.

“La gente debería querer que tengamos éxito”, dijo el lanzador. “Nosotros queremos tener éxito. Pero eso no debería tener un costo para nuestras familias, nuestros hijos, quienes sienten que no están seguros en casa o en los estadios”.

Su retorno a los campos en 2024 después de dos años de inactividad por lesión debía ser motivo de celebración, no de oscuridad.

Liam Hendriks: "Basta es basta"

Poco después del incidente con McCullers, Liam Hendriks, relevista de los Red Sox, también alzó su voz a través de Instagram. Él y su esposa fueron objeto de insultos y amenazas tras una derrota ante los Mets, donde incluso le escribieron mensajes deseando que hubiera muerto de cáncer, enfermedad que logró superar recientemente. Lo que para muchos es un simple deporte, para Hendriks es una batalla literal por la vida.

“Decidí hablar porque nadie hace nada. Se reporta a seguridad, los equipos actúan, pero los abusos continúan”, dijo el jugador australiano. “Necesitamos más voces denunciando esto. Ojalá eso marque la diferencia”.

La fiebre de las apuestas: combustible para el odio

Con la legalización de las apuestas deportivas en gran parte de Estados Unidos desde 2018, las líneas entre el entretenimiento y la obsesión se han difuminado. Los fanáticos ya no solo apoyan a su equipo; ahora apuestan dinero personal y culpan a los atletas si pierden.

Christian Yelich, MVP de la Liga Nacional en 2018, lo dijo claramente: “El abuso en línea es algo de todas las noches. Ya ni lo registras. Ha aumentado de manera brutal”.

El relevista de los Red Sox, Justin Wilson, fue aún más directo: “Que hagan mejores apuestas. No es culpa nuestra”.

El impacto familiar: ¿es posible proteger a los seres queridos?

Los Astros y los Red Sox han reforzado sus medidas de seguridad, ubicando policías uniformados en las zonas familiares, tanto en casa como de gira. Sin embargo, detener el odio oculto tras cuentas anónimas es un desafío monumental.

Abby Murphy, vocera de los Red Sox, afirmó que tanto el club como la MLB cuentan con programas de ciberseguridad con analistas dedicados a identificar y cerrar cuentas ofensivas. Pero eso es solo un paliativo.

Jugadores fuera de redes: el precio de la paz mental

Para algunos jugadores, la única solución es abandonar las redes. Riley Greene, jardinero estelar de los Tigers, lo dejó claro: “Cerré Instagram. Recibía tantos mensajes horribles, culpándome de sus apuestas perdidas. Era insoportable”.

Este creciente éxodo digital pone en jaque la relación con los fanáticos, ya que muchos jugadores las usaban para compartir momentos personales o interactuar con seguidores genuinos. El abuso rompe esa conexión.

Joe Espada, furia contenida en los Astros

El manager de los Astros, Joe Espada, no pudo ocultar su enojo al enterarse de las amenazas contra McCullers. “Esto va más allá del rendimiento”, dijo visiblemente molesto. “Los jugadores entregan todo. Ahora también deben temer por sus familias. Eso no lo voy a tolerar”.

Espada confirmó que el equipo ha intensificado la asistencia psicológica para los jugadores. “Tenemos profesionales de salud mental disponibles. Esto afecta mucho más de lo que la gente cree”.

¿Se puede encontrar una solución?

La gran mayoría de los peloteros entrevistados coinciden en algo: no saben cómo detener esta ola de odio. Tyler Holton, lanzador de los Tigers, lo expresó con resignación: “Me alegro no ser quien tiene que buscar una solución. Solo deseo que esto no fuera tema de conversación”.

Mike Tauchman, jardinero de los White Sox, también ha visto de cerca cómo compañeros reciben insultos racistas y homofóbicos durante los juegos. Para él, la impunidad y anonimato de las redes agravan el problema.

“La gente se escuda detrás del teclado. Dicen lo que quieren sin consecuencias”, dijo. “Y eso solo va a empeorar, a menos que haya repercusiones reales”.

¿Dónde quedó el deporte?

El béisbol, como cualquier otro deporte profesional, es un espectáculo de alto riesgo físico y emocional. Las estadísticas dicen que, en la temporada 2023, más de 180 jugadores de MLB pasaron tiempo en la lista de lesionados. La presión es inmensa, cada juego cuenta. Y aún así, los jugadores son tratados como si fueran personajes de videojuego.

La línea entre crítica y acoso ha sido traspasada, muchas veces disfrazada como "pasión deportiva". Pero cuando niños hacen preguntas aterradoras por lo que leen o escuchan, es momento de reflexionar.

Fanáticos sí, acosadores no

Salvador Pérez, veterano receptor de Kansas City, lo dijo de forma cruda: “Si me pasara lo que a McCullers, dejaría de dar autógrafos. Porque unos pocos arruinan todo para los demás”.

Por ahora, McCullers sigue jugando, pero admite que algo se rompió: “Ya no tengo ganas de ir a lugares. Es como cerrarse al mundo. Es la reacción humana más natural”.

Y mientras no existan leyes que responsabilicen a quienes amenazan desde el anonimato, el futuro del béisbol como deporte familiar, y de muchos deportes en general, podría volverse más sombrío.

Esto no es sobre aguantar insultos en redes. Es sobre proteger a quienes nos entretienen. El mensaje debe cambiar: crítica sí, amenazas jamás.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press