El adiós al glamour del cigarro: Francia da un golpe histórico al tabaco
De Brigitte Bardot a Jean-Paul Belmondo, el cigarrillo fue símbolo de rebeldía en la cultura francesa. Hoy, una nueva ley intenta romper con esa tradición profundamente arraigada.
Desde las playas de Saint-Tropez hasta las calles bohemias de París, el cigarro ha sido durante décadas un símbolo inseparable del estilo de vida francés. Con Brigitte Bardot fumando descalza bajo el sol y Jean-Paul Belmondo caminando por los Campos Elíseos con un cigarro colgando de los labios, el acto de fumar trascendió la costumbre para convertirse en sinónimo de identidad, cine y seducción.
Sin embargo, ese ícono cultural está por recibir un golpe irreversible. A partir del 1 de julio de 2025, Francia instaurará una de las restricciones contra el tabaco más ambiciosas de su historia. El Ministerio de Salud francés, bajo la dirección de Catherine Vautrin, ha anunciado la prohibición total de fumar en espacios públicos al aire libre donde haya menores: playas, parques, jardines, entradas de colegios, paradas de autobús y recintos deportivos.
Una revolución silenciosa: el fin de una era de humo y celuloide
“El tabaco debe desaparecer allí donde haya niños”, declaró sin ambigüedad Vautrin, añadiendo que “la libertad de fumar termina donde empieza el derecho de los niños a respirar aire limpio”.
Esta prohibición va más allá del ámbito de la salud pública. Representa un cambio cultural drástico en un país que ha cultivado una relación ambigua con el tabaco durante generaciones. El cigarro formó parte del ADN cultural, estético y cinematográfico del país.
¿Cultura o adicción institucionalizada?
La Liga Contra el Cáncer de Francia reveló un dato asombroso: más del 90% de las películas francesas producidas entre 2015 y 2019 incluyen al menos una escena de personas fumando, el doble que en Hollywood. En cada cinta francesa hay, en promedio, tres minutos de consumo de tabaco en pantalla.
La influencia del cine en los hábitos sociales nadie la discute. Películas como “Bout de souffle” (“Sin aliento”) de Jean-Luc Godard, con Belmondo y su cigarro como símbolo de rebeldía, impactaron profundamente no solo al público francés, sino a cinéfilos de todo el mundo.
Brigitte Bardot lo convirtió en fetiche erótico en “Y Dios creó a la mujer” (1956), mientras la icónica voz grave y ahumada de Jeanne Moreau en “Jules et Jim” de Truffaut transformó el humo en poesía existencial.
Las cifras del tabaquismo en Francia
- 75,000 muertes anuales están relacionadas con enfermedades derivadas del tabaquismo, según las autoridades sanitarias francesas.
- Menos del 25% de los adultos franceses son fumadores diarios, una cifra históricamente baja.
- Pese a la disminución general, el tabaco sigue siendo popular entre jóvenes urbanos y los círculos bohemios.
Una cultura contradictoria
Francia ha tenido una actitud entrañablemente permisiva frente al cigarrillo. Un ejemplo revelador: Air France no prohibió fumar en todos sus vuelos hasta el año 2000, mucho después que aerolíneas de EE.UU., que empezaron esa transición en los 80.
La lenta ruptura del país con su romance tabacalero tiene motivos socioculturales. En barrios como Le Marais, epicentro de la moda parisina, las opiniones sobre el nuevo reglamento varían desde el apoyo decidido hasta la nostalgia inconforme.
“Ya era hora. No quiero que mis hijos crezcan pensando que fumar es romántico”, comentó Clémence Laurent, una compradora de moda de 34 años.
“Fumar siempre fue parte de nuestra cultura. ¿Y ahora qué? ¿Smoothies de kale?”, dijo irónicamente Luc Baudry, de 53 años, vendedor de ropa vintage.
En la misma conversación, Jeanne Lévy, de 72 años, confesó entre risas carrasposas: “Fumé mi primer cigarro viendo a Jeanne Moreau”.
Comparaciones internacionales
Francia no está sola en esta cruzada. En 2019, Suecia prohibió fumar en terrazas de restaurantes, paradas de bus y patios escolares.
España ha ido aún más lejos, extendiendo sus restricciones a terrazas de cafés, algo aún permitido en Francia, aunque todo apunta a que este será el siguiente paso.
El país galo intenta adaptarse, pero sin perder su identidad. La realidad es que el tabaco ha sido más que un hábito: ha sido casi un lenguaje visual, una estética muy francesa.
¿Qué opinan las nuevas generaciones?
En la Place des Vosges, uno de los parques más antiguos y elegantes de París, un estudiante de literatura fumaba tranquilo un cigarrillo electrónico, aún permitido bajo las nuevas leyes.
“Quizá vapear sea nuestro compromiso. Menos sexy, pero menos arrugas también”, reflexionó entre risas Thomas Bouchard, de 23 años.
Entre el cigarro romántico del pasado y la salud consciente del presente, la generación Z parece haber encontrado su punto medio.
El legado que se transforma
Curiosamente, algunos museos y cineclubes ya empiezan a tratar el acto de fumar en el cine como símbolo de época. Como una manía ochentera que se quedó anclada en el tiempo, como los neones o los pantalones de terciopelo. ¿Será que en unas décadas ver cigarrillos en una película vieja causará la misma sorpresa que ver a alguien manejar sin cinturón de seguridad?
Lo que es cierto es que, si bien antes el cigarro era el arma favorita de los galanes y las musas, hoy da paso a valores renovados: salud, conciencia ambiental, respeto social.
“Je ne regrette rien”, como decía Edith Piaf, pero Francia sí parece dispuesta, esta vez, a volver la página. Y aunque muchos extrañarán el humo existencial que envolvía a Belmondo o a Moreau, la nueva narrativa nacional será, literalmente, más clara.