El hachazo a la energía limpia: ¿una cruzada política o eficiencia fiscal?
La cancelación de $4 mil millones en subvenciones para tecnologías limpias por parte del Secretario de Energía Chris Wright reaviva el debate sobre el rumbo energético y ambiental de EE. UU.
Una decisión que sacude los cimientos de la agenda climática estadounidense
Chris Wright, actual Secretario de Energía de EE. UU., anunció la cancelación de 24 proyectos valorados en casi $4.000 millones de dólares, centrados principalmente en captación y almacenamiento de carbono (CCUS, por sus siglas en inglés), junto con otras iniciativas sobre gas natural más limpio, producción de cemento verde y tecnologías industriales sostenibles. Esta decisión representa un nuevo golpe del gobierno de Donald Trump a las políticas medioambientales implementadas durante la administración de Joe Biden.
Entre las entidades afectadas se encuentran Heidelberg Materials US con $500 millones, Eastman Chemical Company con $375 millones y Sutter CCUS con $270 millones. También figura Sublime Systems, que perdió un subsidio de $87 millones y expresó estar "sorprendida y decepcionada".
Justificaciones oficiales: "eficiencia fiscal" y retorno de inversión
Wright defendió la medida afirmando que el gobierno anterior “falló al no realizar una revisión financiera exhaustiva” antes de aprobar los subsidios. Según su declaración:
“Estamos haciendo nuestra debida diligencia para garantizar que los dólares de los contribuyentes se utilicen de forma responsable, fortaleciendo la seguridad nacional y promoviendo fuentes de energía asequibles y confiables.”
La cancelación es parte de un esfuerzo mayor del Departamento de Energía para revisar 179 proyectos que suman más de $15 mil millones, entregados bajo la ley bipartidista de infraestructura aprobada en 2021.
Reacciones de la industria: "Una decisión miope"
Steven Nadel, director ejecutivo del American Council for an Energy-Efficient Economy, tildó la decisión de "corta de miras". También se pronunciaron organizaciones como el Clean Air Task Force, cuyo portavoz, Conrad Schneider, dijo:
“Esta acción es perjudicial para la competitividad de EE. UU. y contradice directamente los objetivos de apoyar la producción y la innovación energética.”
Mike Williams, investigador del Center for American Progress, advirtió que cancelar estos proyectos “significará aumento en los costos de energía y pérdida de miles de empleos sindicales bien remunerados”.
¿Qué es la tecnología de captura y almacenamiento de carbono?
La tecnología CCUS busca capturar el CO₂ emitido por procesos industriales o generación de energía y almacenarlo en formaciones subterráneas. Aunque ha ganado interés, especialmente en sectores difíciles de descarbonizar como el del cemento y el acero, su implementación a escala comercial ha sido limitada y costosa.
Según el informe de la IEA, actualmente hay 35 proyectos CCUS operativos a nivel mundial, con capacidad combinada para capturar alrededor de 45 millones de toneladas de CO₂ al año. No obstante, se necesitarían hasta 1.600 millones de toneladas por año para 2030 si se quiere alcanzar los objetivos del Acuerdo de París.
Críticos argumentan que estas tecnologías promueven la continuidad de energías fósiles como el gas natural y el carbón en lugar de promover la eliminación progresiva de estas fuentes.
El trasfondo político: ¿transición energética o regreso al petróleo?
La maniobra puede entenderse dentro de una narrativa más amplia. Desde su regreso al poder, la administración Trump ha revertido múltiples regulaciones ambientales, retirado fondos de programas contra el cambio climático y reforzado su enfoque en la "dominación energética estadounidense", que prioriza la producción nacional de petróleo y gas.
Durante su primer mandato, Trump retiró a EE. UU. del Acuerdo de París (decisión que Biden revertiría en 2021), y promovió extensos subsidios al fracking y oleoductos como el Keystone XL. Ahora, su administración parece apuntar de nuevo a desmantelar iniciativas climáticas por considerarlas perjudiciales para la autosuficiencia energética y la economía.
Jessie Stolark, directora ejecutiva de la Carbon Capture Coalition, calificó la cancelación como "un gran retroceso" en el desarrollo de infraestructura CCUS, crucial -según dijo- para equilibrar economía y sostenibilidad energética.
Impacto en empleo y manufactura
Los proyectos cancelados no solo incluían inversiones medioambientales, sino también la creación de más de 14.000 empleos, en su mayoría confesionales al Sindicato Industrial. Además, estaban diseñados para revitalizar economías locales y reducir emisiones en sectores clave.
“Estos no son experimentos académicos: son líneas de producción reales, dirigidas a llevar a EE. UU. a la vanguardia mundial,” señaló Evan Gillespie de Industrious Labs.
¿Autarquía energética o retroceso ambiental?
Con elecciones presidenciales en el horizonte y una creciente polarización política respecto al cambio climático, esta medida podría tener implicaciones electorales relevantes. Para la base electoral conservadora, las cancelaciones pueden leerse como una acción contra el "despilfarro ecológico"; mientras que para los votantes progresistas, se perciben como una traición a la ciencia y el futuro climático.
Según un estudio de Pew de 2023, el 67% de los estadounidenses cree que el país debería priorizar el desarrollo de fuentes de energía renovable. No obstante, un 31% todavía prefiere mantener o incrementar la producción de combustibles fósiles.
Una carrera global por liderar las energías del futuro
Mientras EE. UU. recorta sus programas ecológicos, Europa y China están intensificando su inversión en tecnologías limpias. La Agencia Internacional de la Energía (IEA) afirma que China lidera la producción mundial de paneles solares, baterías y vehículos eléctricos, mientras que la UE ha aprobado el Green Deal Industrial Plan como respuesta a la Ley de Reducción de la Inflación estadounidense, que ahora podría verse socavada.
Para algunos analistas, las acciones recientes podrían colocar a EE. UU. en desventaja competitiva en sectores estratégicos del futuro económico y comprometer sus compromisos internacionales de descarbonización.
Un debate que trasciende lo energético
Este episodio evidencia la tensión entre desarrollo sostenible y autonomía energética, entre eficiencia fiscal y urgencia climática. Más allá del CO₂, lo que está en juego es cómo quiere posicionarse EE. UU. en el siglo XXI: como líder de la transición verde o como baluarte del petróleo y el gas.
A la espera de elecciones y nuevas batallas políticas, cada subvención cancelada y cada tonelada de emisiones no evitada, delinean el panorama de un país dividido entre las energías del ayer y las soluciones del mañana.