La verdad (desordenada) de 'And Just Like That...': una evolución tan real como necesaria

La tercera temporada del reboot de 'Sex and the City' deja atrás los intentos de complacer y se abraza al caos hermoso de mujeres reales, maduras y en constante reinvención.

Una nueva voz para viejas amigas

Desde su debut en 1998, Sex and the City ha sido tanto un espejo como un mito para millones de mujeres alrededor del mundo. Rompió moldes, escandalizó a conservadores y nos hizo tomar notas de moda mientras exploraba temas como la independencia, el amor y la sororidad. Pero más de dos décadas después, ¿qué significa crecer junto a sus protagonistas?

La respuesta nos la da And Just Like That..., el revival de la icónica serie producida por HBO Max. En su tercera temporada, el show ya no teme ser honesto, crudo y hasta incómodo. Según Cynthia Nixon, quien interpreta a Miranda Hobbes, "está desordenado — pero es real". Esa frase encapsula perfectamente esta nueva etapa: mujeres cincuentonas con cicatrices visibles, bajones emocionales y triunfos pequeños. Mujeres que no necesitan ser heroínas, sino simplemente humanas.

El regreso de la voz más vibrante

Una de las decisiones creativas más celebradas de esta nueva temporada es el regreso de la narrativa en voz en off de Carrie Bradshaw, interpretada por Sarah Jessica Parker. Según la actriz, esta fue una elección consciente para recuperar el tono íntimo y reflexivo que hacía única a la serie original.

"Es parte del ADN del show", dijo Parker. "Le da ritmo, estructura emocional". Y tiene razón. Escuchar a Carrie reflexionar sobre su vida, esta vez con más dudas y menos eslóganes, no solo refresca la fórmula, sino que la legitima. Ya no estamos frente a una mujer obsesionada con zapatos de diseñador, sino ante alguien que ha amado, perdido y crecido. Carrie ha dejado de esconderse tras su ingenio, y aunque sigue siendo un ícono, ahora también es vulnerable.

Miranda: el arco más subversivo

Si Carrie es el compás, Miranda es el terremoto. Y en esta temporada, brilla como nunca. Su descubrimiento tardío de la identidad queer, a los 55 años, es quizás el giro narrativo más audaz del show — y el más necesario en los tiempos que corren.

"No hay un ‘demasiado tarde’", afirma Nixon. "Que Miranda encuentre su queerness en esta etapa no invalida todo lo anterior. Solamente significa que esto es lo que es ahora". Esa afirmación no solo aplica a la ficción, sino al recorrido personal de la actriz, quien salió del clóset mientras aún interpretaba a un personaje heterosexual en la serie original.

Televisión como esta no ocurre por accidente. Nixon subraya que mientras las series duran, los escritores empiezan a entrelazar a los actores con sus personajes. "Miranda y yo solíamos ser muy distintas. Ahora compartimos valores, pasiones y hasta ideologías". Prueba de ello es que, en esta temporada, Miranda se reinventa como activista de derechos humanos y se implica en movimientos sociales — una clara referencia a la carrera política y activismo de Nixon fuera de cámaras.

Lo queer ya no necesita ser perfecto

Nixon también reflexiona sobre la evolución de los personajes LGBTQ+ en la TV. Recuerda que no hace mucho, los pocos papeles queer tenían que ser santificados o completamente estereotípicos. "Ahora podemos tener personajes como Miranda: que han tenido vidas completas en la heterosexualidad, pero que aún están en proceso — con todos los errores y el ‘daño colateral’ que eso implica".

Ese ‘desorden’ humaniza. Da espacio para respirar. Y en vez de funcionar como un panfleto o una lección de moral, presenta a las audiencias una verdad incómoda pero vital: la identidad nunca es estática.

Charlotte, Seema y el poder del colapso

Kristin Davis, que da vida a Charlotte York, admite que su personaje “se desmorona” en esta temporada. Pero lejos de ser un signo de debilidad, es lo que hace a Charlotte profundamente relatable. Ella resalta el valor de tener a las amigas cerca, incluso cuando todo parece ir cuesta abajo.

Por su parte, Sarita Choudhury, quien interpreta a la elegante y mordaz Seema Patel, encarna el ideal moderno de independencia femenina. Como agente inmobiliaria en Nueva York, Seema vive sola, no busca validación masculina y plantea una verdad incómoda: "si tienes tu propio negocio, apartamento y forma de vida, puedes decir lo que quieres".

Ese tipo de autonomía, particularmente a los 50 años, pocas veces se retrata en serio en televisión. Aquí, es un acto de liberación con tacones altos.

Moda como manifiesto

Desde sus inicios, 'Sex and the City' ha sido casi tan reconocida por su vestuario como por su guion. Pero esta vez, la moda se vuelve menos aspiracional y más simbólica. Carrie, por ejemplo, usa una camisa vintage de Vivienne Westwood, rota y con un agujero de lejía, en una escena clave. “Tenía que estar ahí”, dijo Parker. “Significaba algo”.

Estos guiños estilísticos reafirman un mensaje central de la serie actual: ya no importa impresionar o cumplir con reglas de etiqueta. Importa ser uno mismo, aunque eso signifique lucir desaliñado, emocionalmente hablando o literalmente.

La madurez no es una línea de llegada

. Hasta hace poco, Hollywood prefería fingir que las mujeres mayores simplemente dejaban de existir (al menos en papel protagonista). And Just Like That… se rebela contra eso. “La gente se sorprende de que Carrie se haya vuelto madura”, dijo Parker. “Pero es simplemente desarrollo humano —vivir debería hacernos mejores”.

La serie muestra que no hay edad límite para redescubrir pasiones, amores, trabajos ni amistades. El drama y la complejidad no desaparecen con las arrugas — solo se transforman.

Hacia una televisión que incomoda — y sana

La tercera temporada también ha sido reformulada desde la escritura. Desaparecen varios personajes secundarios (sí, adiós Che Díaz), y se centra nuevamente en el núcleo original: Carrie, Miranda y Charlotte. El resultado es una narrativa más centrada y emocionalmente impactante.

Las vidas de estas mujeres siguen siendo “dramáticas y dinámicas”, como dice Nixon. Pero se sienten más íntimas, más oxidadas y más nuestras. En esta nueva era, donde todo es contenido instantáneo, series así nos entregan algo más valioso: presencia emocional, a fuego lento.

“La televisión mete a alguien en tu salón todas las semanas”, dice Nixon. “No son perfectos. Se equivocan. Pero los conoces. Son tus amigos”. Y eso, quizás, es lo más revolucionario que puede ofrecer hoy un revival: una complicidad emocional real.

La importancia de lo imperfecto

En un medio que aún idealiza la juventud, la heterosexualidad normativa y las historias “redondas”, And Just Like That... apuesta por algo inusual: la vida con todos sus tropiezos.

No es perfecto. A veces es incómodo. Pero como dice Parker —y como sentimos los que seguimos a estas mujeres desde los 90—: “Estás mejor hoy que hace diez años”. Esa frase no está dirigida solo a Carrie. Es para todos nosotros.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press