Taiwán en la mira: el pulso militar entre EE.UU. y China se intensifica
El secretario de Defensa de EE.UU. alerta sobre la preparación militar china para una invasión a Taiwán, mientras pide mayor compromiso a sus aliados del Indo-Pacífico
Por décadas, la tensión entre China y Taiwán ha marcado una de las fronteras geopolíticas más sensibles del planeta. Pero en los últimos años, y con mayor intensidad en los últimos meses, la posibilidad de un conflicto abierto se ha vuelto más factible, según declaraciones de altos funcionarios estadounidenses. Durante la conferencia de seguridad Shangri-La Dialogue en Singapur, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, lanzó una clara advertencia: China no solo está aumentando su arsenal militar, sino que está entrenando activamente todos los días para una eventual invasión de Taiwán.
¿Cómo llegamos hasta aquí?
La tensión entre China y Taiwán no es nueva. Desde 1949, cuando las fuerzas nacionalistas del Kuomintang se refugiaron en Taiwán tras la victoria comunista en la guerra civil china, la isla ha funcionado como un Estado autónomo con un gobierno propio. Sin embargo, China considera a Taiwán una provincia rebelde y ha prometido, incluso por la fuerza si es necesario, reincorporarla al país.
Aunque Estados Unidos no reconoce formalmente la independencia de Taiwán, mantiene con la isla una "relación de facto" que incluye alianzas económicas, comerciales y militares. Bajo la Ley de Relaciones con Taiwán de 1979, Washington se comprometió a asegurar que Taiwán pueda defenderse, sin comprometerse directamente a intervenir militarmente en caso de invasión —aunque sí ha enviado señales claras de hacerlo en caso de conflicto.
La advertencia de Hegseth: China se está entrenando “para lo real”
En Singapur, el secretario Hegseth fue enfático: “El Ejército chino se está entrenando para lo real”. Además, calificó la amenaza como “real e incluso inminente”. Sus declaraciones se producen en un contexto en el que China ha realizado simulacros navales y aéreos alrededor de Taiwán, incluyendo ejercicios de bloqueo total, que buscan amedrentar a la isla e interferir en sus lazos exteriores.
No se trata solo de maniobras militares. China ha construido bases militares en islas artificiales en el Mar del Sur de China, desarrollado misiles hipersónicos y avanzado en su programa espacial con capacidad defensiva, lo cual ha obligado a EE.UU. a diseñar su propio sistema de defensa mediado por satélites conocido como “Cúpula Dorada”.
Una amenaza más allá del Pacífico
Hegseth también denunció los esfuerzos chinos por ejercer mayor control económico y político en regiones tradicionalmente americanas, como América Latina y el Canal de Panamá. Esto forma parte de una estrategia global de Beijing para rivalizar con EE.UU. como potencia dominante. De hecho, China es ya el socio comercial más importante de muchos países del Indo-Pacífico y América Latina.
“La dependencia económica de China solo profundiza su influencia y complica nuestras decisiones defensa en tiempos de tensión”, advirtió Hegseth. Esta dependencia se ve reflejada en múltiples acuerdos de infraestructuras, préstamos y comercio dentro de la llamada Iniciativa de la Franja y la Ruta, que suma más de 140 países participantes, según el MERICS (Mercator Institute for China Studies).
¿Dónde está EE.UU.? Preguntas sobre el compromiso real
A pesar de las palabras de Hegseth y las promesas de las administraciones previas, el compromiso militar estadounidense en el Indo-Pacífico ha sido inconsistente. Bajo la administración del presidente Donald Trump, y también en las anteriores, recursos destinados inicialmente a la región han sido redirigidos a otros escenarios como Ucrania, Gaza e incluso la frontera sur de EE.UU.
Por ejemplo, recientemente se trasladó un batallón de misiles Patriot desde la región hacia el Medio Oriente para contrarrestar ataques hutíes desde Yemen. Según reportes del Pentágono, esto requirió más de 73 vuelos de aeronaves de carga militar.
Ante las críticas, Hegseth argumentó que el movimiento fue necesario para responder a amenazas urgentes, pero reiteró que EE.UU. sigue viendo al Indo-Pacífico como su “prioridad estratégica” y prometió reforzar la presencia militar en la región.
Aliados exigidos: más gasto militar, menos dependencia
El mensaje de Hegseth no fue exclusivamente para China. Dirigiéndose a los aliados de EE.UU. en Asia, hizo un llamado a incrementar su gasto en defensa hasta niveles similares al 5% del PIB, como se ha sugerido para aliados europeos en la OTAN.
“No buscamos actuar solos. Una red fuerte y capaz de aliados es nuestra mayor ventaja estratégica”, afirmó. Entre los principales aliados destacan Japón, Corea del Sur, Australia e India, siendo estos dos últimos parte activa del Diálogo de Seguridad Quadrilateral (QUAD), un bloque que busca contener la influencia china.
Sin embargo, la realidad geopolítica es compleja. Muchos países del sudeste asiático, como Filipinas, Malasia, Tailandia y Vietnam, han buscado equilibrar sus relaciones con Washington y con Beijing, manteniendo lazos económicos intensos con el segundo, pero temiendo su creciente asertividad territorial.
China responde con ausencias y reemplazos
La ausencia del ministro de Defensa chino, Dong Jun, en el Shangri-La Dialogue fue interpretada como un desdén hacia Washington. En su lugar, China envió una delegación de menor rango, compuesta por oficiales de la Universidad de Defensa Nacional. Un gesto simbólico, pero claro.
Hegseth utilizó esta ausencia como una ventaja: “Estamos aquí esta mañana. Otros no”, comentó. Cuando un miembro de la delegación china le preguntó sobre el compromiso estadounidense con la región, Hegseth respondió abriendo la puerta a la colaboración con aliados tanto tradicionales como no tradicionales.
También enfatizó que EE.UU. no condicionará el apoyo regional a alineamientos culturales o climáticos con Occidente, una clara diferenciación de algunas políticas anteriores que muchas veces chocaban con gobiernos asiáticos conservadores o pragmáticos.
¿Qué tan cerca estamos de una guerra en Taiwán?
China ha señalado como meta que su ejército esté en capacidad de tomar Taiwán por la fuerza para 2027. Aunque muchos analistas ven esta fecha más como aspiracional que como un plazo definitivo, el ritmo de modernización militar china y sus ejercicios cada vez más agresivos preocupan seriamente a los analistas occidentales.
El Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) señaló en su informe de 2024 que el gasto militar de China ha crecido a un ritmo anual del 7% desde 2016, superando ya los $290 mil millones de dólares, ubicándose como el segundo mayor del mundo, solo por detrás de EE.UU.
Desde Taiwán, el sentimiento es de alerta. Su presidenta electa, Lai Ching-te, ya ha endurecido su retórica y reforzado la relación militar con Washington. En 2023, Taiwán recibió más de $14 mil millones en ventas militares aprobadas por el Congreso estadounidense.
¿Está el mundo preparado para este conflicto?
Una guerra en Taiwán no sería solo una batalla asiática. Podría desencadenar una crisis económica global, interrumpiendo rutas comerciales vitales y afectando la producción mundial de semiconductores, un sector que Taiwán domina ampliamente a través de compañías como TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company), responsable del 54% del mercado global en 2023, según Statista.
En ese sentido, el conflicto no solo es militar: se trata de tecnología, economía, influencia política y valores democráticos. Lo que está en juego no es solo un pequeño archipiélago cerca de China, sino toda la arquitectura de relaciones internacionales post Segunda Guerra Mundial que EE.UU. pretende mantener.