Ucrania y Rusia: ¿a las puertas de una paz o de una nueva ilusión?
Las negociaciones en Estambul reavivan la esperanza de fin del conflicto, pero el escepticismo se impone mientras Europa mira con lupa cada gesto del Kremlin
Un alto al fuego en la mira
Tras más de tres años de una guerra que ha devastado regiones enteras y desplazado a millones de personas, Ucrania ha confirmado su disposición a reanudar negociaciones de paz con Rusia este lunes en Estambul. Esta nueva ronda de diálogos llega después de semanas de incertidumbre respecto a la participación ucraniana, debido a la falta de un borrador formal por parte de Moscú sobre su posición en el conflicto.
Según Andrii Yermak, jefe de gabinete del presidente Zelenskyy, «Ucrania está lista para participar, pero queremos una discusión constructiva». En otras palabras, Kiev no quiere ir a ciegas a una mesa de negociación dominada históricamente por ambigüedades rusas. Reclamaron el borrador prometido por parte del Kremlin como condición previa para avanzar.
Contexto político y diplomático
Lo que parecía improbable hace unos meses —Ucrania y Rusia sentados frente a frente nuevamente— se está materializando gracias, en parte, al esfuerzo diplomático de Ankara. El canciller turco Hakan Fidan declaró su intención de «coronar este proceso con una cumbre presidencial» entre Zelenskyy, Vladimir Putin e incluso un posible tercero inesperado: el expresidente Donald Trump.
¿Es esto una señal de que la paz puede estar al alcance? O, ¿es simplemente otra táctica de Moscú para ganar tiempo, reposicionarse y continuar su ofensiva militar?
Una historia de promesas incumplidas
Desde la invasión rusa a gran escala en febrero de 2022, se han producido múltiples intentos de negociación directa o mediada por terceros, incluyendo conversaciones en Bielorrusia, encuentros por videollamada y hasta misiones papales. Sin embargo, todos los intentos anteriores fallaron estrepitosamente.
Uno de los principales escollos ha sido la negativa rusa a un alto al fuego incondicional, mientras Ucrania y sus aliados occidentales lo consideran un paso obligatorio antes de hablar de temas mayores como territorios ocupados, seguridad fronteriza o compensaciones.
¿Por qué Estambul?
Turquía ha logrado posicionarse como un intermediario neutro a lo largo del conflicto. En mayo, acogió la primera reunión formal entre las delegaciones de ambos países desde 2022, con la participación de figuras de bajo perfil diplomático pero con autorización directa de los presidentes. El resultado fue uno de los intercambios de prisioneros más grandes de la guerra, liberando a 1.000 soldados de cada lado.
Ese éxito, aunque limitado, reanimó tímidamente la esperanza de que el diálogo aún es posible.
Las condiciones de juego y los riesgos
Desde el punto de vista ucraniano, la guerra ha sido existencial. Han perdido territorios clave del Donbás, sufrieron ataques a infraestructuras energéticas críticas y siguen dependiendo fuertemente del apoyo militar de Occidente. Pero también han resistido más de lo que muchos esperaban, logrando recuperar algunas zonas con contraofensivas inteligentes y resistencia civil.
Por su parte, Rusia continúa jugando con una carta de superioridad numérica y bélica, pero se enfrenta a duras sanciones internacionales, aislamiento diplomático, e incluso divisiones internas dentro de su élite política.
Occidente, mirando con lupa
Para países como Alemania, Francia y Estados Unidos, el proceso de paz debe preservar la soberanía ucraniana. Según fuentes de la OTAN, cualquier acuerdo que implique la cesión permanente de territorios ucranianos sería percibido como una victoria geopolítica de Putin y un precedente peligroso para otras regiones en disputa, como Taiwán o Moldavia.
Mientras tanto, el embajador estadounidense en Kiev comentó recientemente que «Ucrania no debe verse obligada a aceptar una paz injusta que recompense la agresión».
Otra vez, papelitos y demoras
Apenas días antes de la reunión en Estambul, Moscú aún no había enviado a Kiev un borrador detallado de su propuesta. Esto suscitó críticas abiertas del ministro ucraniano de Defensa, Rustem Umerov, quien afirmó que sin claridad en las propuestas «cualquier diálogo será vacío».
La contraparte rusa, representada por el canciller Serguéi Lavrov, dijo que el 2 de junio presentarán un documento sobre las «causas reales del conflicto», algo que muchos ciudadanos ucranianos y analistas perciben como retórica para justificar la agresión.
Una tregua, aunque temporal
La propia Ucrania ha manifestado estar abierta a establecer un alto al fuego temporal —de 30, 50 o 100 días— como forma de crear un clima más favorable a un acuerdo permanente. Esta maniobra podría permitir también atención humanitaria en frentes críticos como Járkov o el oblast de Zaporiyia.
El canciller ucraniano Andrii Sybiha agregó: «Queremos acabar la guerra este año». Pero para eso, se requiere compromisos verificables y garantías de cumplimiento.
¿Y si se logra la paz?
Una paz negociada traería consigo múltiples desafíos: establecer mecanismos de verificación internacional, organizar devoluciones territoriales supervisadas por la ONU o la OSCE, compensar económicamente a las millones de víctimas y reconstruir no solo infraestructura, sino también tejido social.
Además, implica heridas colectivas difíciles de sanar: civiles torturados en Bucha, bombardeos indiscriminados en Mariúpol, familias separadas por deportaciones masivas y miles de niños ucranianos aún no restituidos desde que fueron llevados a territorio ruso.
La opinión pública también juega
Según una encuesta de Rating Group Ukraine, realizada en mayo de 2025, un 68% de los ucranianos afirma que no aceptaría ningún acuerdo de paz que implique ceder tierras, aunque les garantice seguridad inmediata. En contraste, en Rusia, los niveles de apoyo a la guerra se han estancado, especialmente en áreas urbanas como Moscú y San Petersburgo.
Este diferencial refleja una profunda diferencia de percepción. Para Ucrania, sobrevivir como nación depende de no ceder. Para muchos rusos, la guerra es ya un lastre políticamente desgastante.
¿Trump en la mesa?
La mención del expresidente Donald Trump como posible facilitador de un encuentro Zelenskyy-Putin ha generado polémica. Mientras algunos lo ven como alguien con buena relación con ambos líderes, otros critican su alineamiento pasado con el Kremlin.
No obstante, su involucramiento podría generar una presión adicional para sellar una pausa armada o encarar diálogos con objetivos más específicos.
Una paz codiciada pero esquiva
Como dijo el canciller Fidan: «O cerramos los ojos y dejamos que la guerra continúe, o alcanzamos una paz duradera antes de que acabe el año». La bifurcación es clara.
El mundo observará con atención lo que suceda en Estambul. Pero con una historia reciente plagada de iniciativas frustradas, promesas incumplidas y ataques durante treguas, el escepticismo sigue superando a la esperanza.
Una cosa es segura: la guerra ya cambió para siempre a Ucrania, a Rusia y, posiblemente, al orden global.