Recortes a FEMA y NOAA: ¿Estamos preparados para la próxima gran tormenta?

La temporada de huracanes comienza con alerta máxima y, según expertos, con el sistema federal debilitado por decisiones políticas que podrían costar vidas

Por: Redacción

Tormentas en el horizonte, incertidumbre en el sistema

Con la llegada de una nueva temporada de huracanes —que oficialmente comenzó el 1 de junio y se extenderá hasta el 30 de noviembre—, los expertos en gestión de emergencias temen que las recientes decisiones políticas en Estados Unidos dificulten la capacidad del país para hacer frente a estos desastres naturales.

Los recortes presupuestarios, reducciones de personal y eliminación de programas clave en la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) y en la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) están generando una alarma creciente, justo cuando se predice una temporada especialmente activa de huracanes. Algunos temen que nos estemos acercando a una tormenta perfecta, en la que la negligencia burocrática se sume a las fuerzas de la naturaleza.

La pesadilla de los expertos: menos personal, menos preparación

Desde la llegada de Donald Trump a la presidencia, aproximadamente 2.000 empleados de tiempo completo han dejado FEMA, lo que representa alrededor del 33% de su fuerza laboral estable. Esto no solo ha generado una reducción operativa directa, sino también una preocupante pérdida de experiencia institucional.

"Mi pesadilla es un huracán catastrófico impactando una zona debilitada por estos recortes y que mueran personas como consecuencia. Esto podría pasar en Florida, Texas o Carolina del Sur", advierte la doctora Susan Cutter, directora del Instituto de Investigación de Riesgos y Vulnerabilidades en la Universidad de Carolina del Sur.

Los expertos señalan que las habilidades en manejo de emergencias no son algo que se aprenda en poco tiempo. "Saber a quién llamar, cómo movilizar recursos, cómo actuar con rapidez... todo eso se gana con experiencia y relaciones previas con las autoridades estatales", resume Samantha Montano, académica de la Academia Marítima de Massachusetts.

Una agencia sin liderazgo ni visión

FEMA ahora es dirigida por un administrador interino, David Richardson, sin experiencia previa en gestión de desastres. Aunque fue oficial de los Marines y subsecretario del Departamento de Seguridad Nacional, críticos señalan que no tiene el bagaje necesario para liderar una agencia con responsabilidades tan complejas.

Recordando el caso de 2005, cuando el huracán Katrina devastó Nueva Orleans y expuso la debilidad de las respuestas gubernamentales, el exdirector de FEMA, Craig Fugate, ve similitudes preocupantes en la realidad actual. “La diferencia entre una respuesta buena y una fallida está en las personas con experiencia que lideran. Hoy muchas de esas personas ya no están”, afirma Fugate.

Recortes que impactan la preparación

Las decisiones más recientes también incluyen la cancelación de entrenamientos presenciales, la obligatoriedad de realizarlos en línea, y la prohibición de asistir a eventos clave como la Conferencia Nacional de Huracanes. Además, se suspendieron múltiples programas de resiliencia ante desastres que tenían un alto retorno económico.

"Invertir en resiliencia puede ahorrar hasta $13 por cada dólar gastado", señala Lori Peek, directora del Centro de Riesgos Naturales de la Universidad de Colorado. "Eliminar estos programas no tiene ningún sentido ni económico ni estratégico", agrega.

El huracán político dentro de NOAA

La otra columna vertebral del sistema de preparación ante huracanes, la NOAA, tampoco ha salido ilesa. En sus 121 oficinas meteorológicas locales, muchas enfrentan tasas de vacantes superiores al 20%, cifras que se consideran críticas para el funcionamiento mínimo deseado.

"Deberíamos estar todos alistándonos para una temporada intensa, pero en lugar de eso, nos están desmantelando", lamenta Louis Uccellini, exdirector del Servicio Meteorológico Nacional (NWS).

Algunas funciones esenciales, como el lanzamiento de globos meteorológicos que sirven para pronósticos de vientos y dirección de huracanes, se han visto reducidas de dos veces por día a una sola, afectando la precisión de los modelos predictivos.

El ojo del huracán: el Centro Nacional de Huracanes resiste

En medio de estos recortes, el Centro Nacional de Huracanes (NHC), con sede en Miami, ha logrado mantenerse con su plantilla completa. Expertos como Michael Brennan, actual director del centro, aseguran que estarán al 100% este año e incluso que están listos para implementar por primera vez modelos de predicción basados en inteligencia artificial.

"Nuestros servicios nunca han sido mejores", afirma Ken Graham, director del NWS. Sin embargo, otros expertos se mantienen escépticos y apuntan que la falta de apoyo en las áreas complementarias del NHC podría comprometer seriamente su capacidad operativa.

De la centralización al abandono: el nuevo rol de los Estados

El discurso oficial de FEMA, en palabras del subadministrador Geoff Harbaugh, apuesta por una agencia más "ágil" que transfiere responsabilidades a los gobiernos estatales: "FEMA está pasando de ser un peso muerto centrado en Washington a una fuerza de respuesta que empodera a los estados".

Pero esta descentralización ha generado muchas dudas. Jeannette Sutton, experta de la Universidad de Albany, plantea una inquietud clave: "Durante años hemos dependido de FEMA. Ahora nos enfrentamos a una brecha sin saber quién la va a llenar ni cómo".

La preocupación aumenta cuando se trata de estados con menos recursos y personal preparado. Texas y Florida podrían estar listos, dicen expertos, pero lugares como Mississippi o Luisiana no tienen el mismo nivel de infraestructura ni preparación.

¿Repetiremos los errores del pasado?

En la administración Trump, las declaratorias de desastre han sido más lentas o incluso negadas. En mayo, nueve estados solicitaron ayuda federal, pero algunas solicitudes llevaron dos meses en aprobarse, y otras solo recibieron apoyo parcial.

Esta es una tendencia que genera gran preocupación entre los especialistas en desastres naturales, sobre todo cuando se contrastan los costos humanos y económicos de una respuesta tardía. Bastaría recordar que el huracán Idalia dejó millones en pérdidas en 2023, o que en 2024 el huracán Helene azotó Tennessee y Florida con una intensidad imprevista.

Actuar antes de que sea tarde

"Estamos caminando por la cuerda floja con una política cortoplacista que puede salirle carísima al país en vidas humanas y recursos", apunta Uccellini.

Por su parte, Jeff Masters, exmeteorólogo de NOAA y actual colaborador de Yale Climate Connections, lanza una advertencia clara: "Espero menos precisión en los pronósticos de huracanes este año por la falta de datos de globos".

Todo parece indicar que la verdadera tormenta puede no ser la que se forma en el Atlántico, sino el déficit sistémico y político que pone en riesgo a millones en Estados Unidos. Y mientras los huracanes no esperan por papeles ni burocracia, la vulnerabilidad ante estos fenómenos se convierte en otro desastre anunciado.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press