Senegal entre el gas natural y la pesca: ¿progreso económico o crisis comunitaria?
El megaproyecto gasífero Grand Tortue Ahmeyim promete desarrollo, pero los pescadores costeros denuncian desempleo, daños ambientales y promesas incumplidas
Guet Ndar, Senegal – En la costa norte de Senegal, las llamas de una gran plataforma de gas natural arden día y noche, visibles desde las playas del pueblo pesquero de Guet Ndar. A primera vista, este proyecto —uno de los más ambiciosos en la historia energética africana— simboliza el progreso. Pero para los pescadores locales, su impacto ha sido devastador.
El proyecto que lo cambiaría todo
El proyecto Grand Tortue Ahmeyim (GTA), ubicado frente a las costas de Senegal y Mauritania, comenzó operaciones el 31 de diciembre de 2024. Es una colaboración entre la gigante británica BP y la empresa estadounidense Kosmos Energy. Se espera que produzca 2.3 millones de toneladas de gas natural licuado (GNL) por año, convirtiéndose en una pieza clave para reducir la dependencia energética africana del exterior.
Según la petrolera, el proyecto transformará la economía senegalesa, atrayendo inversiones y creando empleos en sectores como infraestructura y logística. No obstante, en Guet Ndar y otras comunidades costeras, su llegada ha generado inquietud y protestas.
Pesca en crisis: el precio de la energía
“Este mercado solía estar lleno todos los días”, lamenta Mariam Sow, una de las últimas vendedoras en el maltrecho mercado de pescado. A su alrededor, centenares de barcas esperan inútilmente en la playa; muchas llevan meses sin zarpar.
La pesca representa el sustento de más de 600,000 senegaleses, según el Departamento de Agricultura de EE.UU. En 2022, Senegal exportó cerca de $500 millones en productos pesqueros, según datos de Chatham House. No obstante, desde el inicio del proyecto gasífero, los ingresos de los pescadores se han reducido notablemente.
Una promesa de gas barato que nunca llegó
Uno de los principales argumentos del gobierno senegalés y de las compañías involucradas fue que el proyecto ayudaría a reducir el costo del gas de cocina doméstico. Pero los precios han seguido subiendo. Mohamed Sow, dependiente en Dakar, señala que una bombona de 12 litros pasó de costar 5,000 CFA ($8.50) hace unos años a 8,000 CFA ($13.80) actualmente.
“Es imposible seguir subiendo el precio”, comenta. Ese gas, prometido como símbolo de crecimiento y bienestar, resulta ahora inaccesible para muchas familias.
Impacto medioambiental y filtraciones preocupantes
En enero de 2025, pocos días después de que comenzaran las operaciones, los pescadores detectaron burbujeo inusual en el agua. BP confirmó una filtración de gas, principalmente metano, aunque aseguró que fue de bajo volumen y no tuvo impacto ambiental significativo. Sin embargo, Greenpeace advirtió que incluso una fuga leve puede ser catastrófica en una zona que alberga el mayor arrecife de coral de aguas profundas del mundo.
“Una sola fuga puede aniquilar décadas de biodiversidad marina”, afirmó la organización en un comunicado.
El pez se va con la luz
El presidente del sindicato de pescadores de Saint Louis, Mamadou Sarr, explica con un dibujo en la arena cómo el comportamiento migratorio de los peces ha cambiado. “Las luces y las estructuras submarinas atraen a los peces hacia la plataforma”, dice. Zonas tradicionales de pesca ya no son rentables porque los cardúmenes han sido redirigidos, y las áreas cercanas a la plataforma están prohibidas para las embarcaciones locales.
Además, un arrecife artificial construido por BP estaría en la ruta habitual de los barcos que abastecen a la plataforma, lo cual también ahuyenta a los peces, según Sarr.
Una comunidad abandonada
Guet Ndar fue una vez una comunidad vibrante y autosuficiente. Hoy, muchos sienten que fueron olvidados. BP ha desarrollado algunos programas, como refrigeradores para conservar pescado y programas de microfinanzas. Sin embargo, según Sarr, son medidas “cosméticas”.
Señalando un refrigerador gigante con el logotipo de BP, comenta con ironía: “No podemos ni abrirlo. La llave está en Dakar”. Nadie en Guet Ndar ha visto su interior.
Pocas ganancias, mucha pérdida
Abdou, un pescador de más de 50 años, enseña sus cajas de pescado tras dos jornadas en el mar. Hace unos años traía cuatro o cinco cajas; ahora, conseguir dos es motivo de celebración. Cada caja se vende por 15,000 CFA ($26), un ingreso insuficiente frente al incremento de los costes de manutención y gasolina.
“Antes no había necesidad de ir tan lejos para pescar. Ahora tenemos que arriesgarnos, gastar más diésel, todo para menos pescado”, se queja.
Una promesa política aún sin cumplir
En 2024, Bassirou Diomaye Faye fue elegido presidente en Senegal bajo una plataforma anti-establishment, prometiendo renegociar contratos con empresas extranjeras y redistribuir la riqueza extraída del país.
“Procederé con la publicación de los propietarios efectivos de las compañías extractivas y con una auditoría del sector minero, petrolero y gasífero”, anunció tras asumir el cargo. Hasta ahora, no hay claridad sobre si esas renegociaciones incluirán el proyecto GTA.
Resistencia y llamados internacionales
Organizaciones de derechos ambientales y desarrollo global han empezado a prestar atención al caso senegalés. Según el Foro de Recursos Naturales, más del 70% de los contratos en África Occidental con empresas extractivas no cumplen estándares de transparencia.
La falta de impacto local positivo con proyectos energéticos no es exclusiva de Senegal. En Nigeria y Angola, donde más del 90% de sus exportaciones provienen del petróleo, la pobreza sigue siendo sistémica para buena parte de sus ciudadanos. Según el FMI, solo el 5% de los ingresos provenientes del petróleo en Nigeria entre 2000 y 2020 se destinaron a programas sociales efectivos.
¿La maldición de los recursos?
Senegal parece estar enfrentando lo que los economistas llaman la “maldición de los recursos” —una paradoja en la que los países con abundantes recursos naturales tienden a tener menor crecimiento económico, menor desarrollo democrático y peores resultados de bienestar ciudadano.
Si bien el sector energético puede contribuir al desarrollo nacional, sin una gobernanza fuerte, inclusiva y transparente, estos beneficios escasamente llegan a las comunidades impactadas. Guet Ndar, con sus barcas vacías y mercados desérticos, es un recordatorio tangible.
¿Y ahora qué?
Los pescadores no quieren el fin del proyecto, sino lo que se les prometió: acceso a oportunidades, compensación por los perjuicios y, sobre todo, ser escuchados.
“Este es nuestro mar y nuestra tierra. ¿Por qué no tenemos voz?”, se pregunta Sarr. Si el gas va a traer luz, que también alumbre la justicia para quienes desde la orilla solo ven cómo se apagan sus medios de vida.
Para más información sobre recursos naturales en África y su impacto en las comunidades locales, puedes visitar Chatham House.