¿Puede Trump manejar el déficit de Estados Unidos? Crónica de una apuesta arriesgada
Reducciones fiscales multimillonarias, promesas de crecimiento y frentes judiciales: el complicado camino fiscal del expresidente en 2025.
La promesa de oro: recortes de impuestos para todos
Donald Trump, en lo que parece ser una reedición ambiciosa de su agenda económica, ha vuelto a lanzar un paquete de reducciones fiscales que rivaliza —en tamaño y polémica— con el que promulgó en 2017. El llamado “One, Big, Beautiful Bill” fue presentado como un motor de crecimiento, pero ha desatado críticas desde todos los rincones del espectro político y financiero.
Trump asegura que este nuevo paquete no incrementará el déficit. Sin embargo, diversos análisis indican lo contrario. Según el Committee for a Responsible Federal Budget, el proyecto podría añadir más de $5 billones de dólares a la deuda nacional en la próxima década.
Las dudas del mercado y aliados inesperados
Los mercados financieros han reaccionado con escepticismo. Las tasas de interés para bonos del Tesoro a 10 años han subido a alrededor del 4,5%, lo cual representa un aumento sustancial respecto al 2,5% de 2017. Esto implica que los inversores exigen una mayor prima debido al riesgo percibido asociado al creciente déficit gubernamental.
Incluso figuras consideradas cercanas a Trump, como Elon Musk, hoy expresaron reservas. “Me decepcionó ver el proyecto de ley de gastos masivos”, declaró Musk a CBS News. “Aumenta el déficit presupuestario y socava el trabajo que el equipo de eficiencia gubernamental ha estado haciendo”.
El argumento de la Casa Blanca: crecimiento económico
La administración Trump defiende que sus políticas fiscales desencadenarán un crecimiento que compensará el gasto. Basados en estimaciones internas, proyectan que el PIB crecerá a una tasa promedio anual del 3,2% durante los próximos cuatro años, comparado con el 1,9% estimado por la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO).
“Queremos asegurar a todos que el déficit es una gran preocupación para esta administración”, indicó Stephen Miran, presidente del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca. La lógica es que, al reducir impuestos, se incentiva la inversión privada, se incrementa la oferta laboral y se aumentan las exportaciones nacionales, generando así mayores ingresos fiscales sin aumentar la inflación.
La aritmética crítica de los expertos
Pero varios economistas renombrados cuestionan esa lógica. Jason Furman, ex presidente del Consejo de Asesores Económicos bajo Barack Obama, es tajante: “Estos recortes no promueven competitividad. Los tipos de interés altos causados por el mayor déficit terminarán por frenar el crecimiento”.
Desde el Center on Budget and Policy Priorities, Brendan Duke advierte: “Esto suma al problema que enfrentarán futuros formuladores de políticas, obligando a lidiar con recortes de impuestos, Seguridad Social y Medicare simultáneamente”.
Un estudio reciente publicado por Douglas Elmendorf, Glenn Hubbard y Zachary Liscow sostiene que “el crecimiento por sí solo no basta”. Incluso con las políticas más optimistas, Estados Unidos necesitaría reducir el déficit en $10 billones durante la próxima década para simplemente estabilizar la deuda.
Fricciones internas: Trump vs el Poder Judicial
La tensión no es solo con economistas e inversores; ahora también se extiende a los jueces. Tribunales han bloqueado algunas de sus medidas económicas clave, particularmente sus aranceles masivos. Un panel de jueces del Tribunal de Comercio Internacional dictaminó que Trump excedió su autoridad al invocar la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional de 1977 para imponer aranceles universales.
Furioso, Trump arremetió en redes sociales contra su antaño aliado Leonard Leo, arquitecto del giro conservador de la Corte Suprema. Lo llamó abiertamente “traidor” y “enemigo de Estados Unidos” por supuestamente incubar una élite judicial hostil a su agenda.
Una Fiscalía desatada y la búsqueda del villano
Leonard Leo se distanció de las acusaciones, aclarando que ni él ni la Federalist Society tuvieron influencia directa en los nombramientos judiciales en cuestión. Sin embargo, su figura se ha convertido en símbolo de las tensiones internas en la derecha estadounidense.
Trump, que en 2016 prometió “jueces fabulosos” avalados por la Federalist Society, hoy califica a la organización como una amenaza para su visión de país. “No se puede permitir que estos grupos de manipuladores destruyan nuestra nación”, expresó vía Truth Social.
El factor guerra y las sanciones a Rusia
Mientras tanto, el Senado estadounidense avanza con un paquete legislativo que multiplicaría por cinco los aranceles a países que siguen comprando petróleo y gas rusos. Se apunta directamente a China e India, que representan el 70% del comercio energético ruso.
Promovido por los senadores Lindsey Graham y Richard Blumenthal, el proyecto busca ahogar la economía de guerra de Putin en un momento en que, según ambos legisladores, Moscú prepara una nueva ofensiva contra Ucrania.
“Putin está estancando las negociaciones para ganar tiempo y lanzar una nueva ofensiva”, dijo Blumenthal. Graham calificó el paquete de sanciones como “el más draconiano que he visto en el Senado”.
¿Qué queda por delante?
La administración Trump está apostando fuerte, pero las cartas aún no se reparten del todo. Sus proyectos —fiscales, judiciales e internacionales— se enfrentan a resistencias desde dentro y fuera del Congreso.
El tiempo dirá si su visión económica logra vencer al escepticismo o si, por el contrario, se convierte en otro capítulo más en la creciente deuda de Estados Unidos.