La paz en pausa: entre misiles y diplomacia, Ucrania y Rusia negocian bajo la sombra de la guerra
Mientras las delegaciones de Rusia y Ucrania se reúnen en Estambul, los intensos combates y ataques aéreos redefinen la realidad sobre el terreno, dejando las conversaciones en un segundo plano.
Por tercera vez en tres años de conflicto, las delegaciones de Ucrania y Rusia volvieron a encontrarse cara a cara para perfiles públicos de paz. El escenario: Estambul, Turquía. El contexto: una guerra que no ha cedido en intensidad ni en ambiciones.
Un nuevo intento en medio del fuego cruzado
El pasado lunes, delegaciones oficiales de Kiev y Moscú se dieron cita en Estambul para retomar las conversaciones de paz. Aunque la cifra de rondas oficiales supera las decenas desde el inicio de la invasión rusa en febrero de 2022, este encuentro particular se destacó por contar con el ministro de Defensa ucraniano, Rustem Umerov, liderando la delegación, mientras que por parte rusa la representación estuvo a cargo de Vladimir Medinsky, asesor cercano de Vladimir Putin. Turquía, nuevamente mediador clave, organizó el encuentro bajo el liderazgo del ministro de Exteriores, Hakan Fidan, y miembros de la inteligencia turca.
Uno pensaría que la presencia de figuras tan significativas auguraría logros diplomáticos. Sin embargo, las expectativas eran bajas. Demasiadas heridas, demasiadas condiciones inaceptables para ambos lados y una guerra cada vez más enredada lo hacían poco probable. Desde el principio hubo incluso desacuerdo sobre el horario: mientras Ucrania anunció el inicio a mediodía, Turquía lo señaló a la 1 p. m.
Los hechos sobre el terreno: 40 aviones rusos destruidos
En la víspera del encuentro, Ucrania lanzó un ataque con drones de largo alcance que, según su Servicio de Seguridad, destruyó más de 40 aviones rusos dentro del territorio ruso, una acción sin precedentes hasta ahora en términos de impacto estratégico profundo.
El Ministerio de Defensa ruso respondió anunciando que durante la noche interceptaron 162 drones ucranianos en ocho regiones, incluyendo la península ocupada de Crimea. El poder aéreo sigue siendo un frente caliente y dinámico del conflicto. En paralelo, la aviación rusa lanzó 80 drones sobre Ucrania, de los cuales 52 fueron derribados por la defensa antiaérea ucraniana, según la Fuerza Aérea de ese país.
Kharkiv: bajo fuego constante
Mientras las delegaciones debatían sobre paz, dos misiles balísticos rusos golpeaban la ciudad de Kharkiv. Uno explotó contra la calzada cerca de una escuela; el otro, peligrosamente, cayó a escasos metros de un edificio residencial. Aunque afortunadamente no se reportaron víctimas fatales, la imagen del cráter abierto junto a la acera fue contundente. El alcalde de la ciudad, Ihor Terekhov, compartió una reflexión que encierra un sentimiento colectivo:
“Estando junto al cráter, te das cuenta de cuán diferente pudo haber sido. Unos metros más, y el edificio habría sido impactado. Unos minutos más, y autos, incluso autobuses, estarían en llamas.”
¿Quién pone condiciones imposibles?
Los cursores diplomáticos están atados por líneas rojas, no solo políticas, sino también emocionales. Rusia condiciona una paz duradera a el reconocimiento internacional de Crimea como territorio ruso, y más recientemente, de las regiones ocupadas en Donetsk, Luhansk, Zaporiyia y Jersón. Para Ucrania, esto es inaceptable.
Por su parte, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski exige el retiro completo de las tropas rusas y el restablecimiento de las fronteras reconocidas internacionalmente en 1991. Ambas posiciones, a día de hoy, parecen irreconciliables.
Un campo de batalla de 1.000 kilómetros
La línea del frente, que se extiende por más de 1.000 kilómetros, atraviesa paisajes donde la vida se ha trastocado por completo. No hay tregua estable, y cada día reportes de ofensivas y contraofensivas pintan un mapa de guerra constante.
Según datos de la ONU, en el primer semestre de 2025, cada mes mueren en promedio 1.200 civiles a causa de bombardeos. Además, más de 4 millones de personas permanecen desplazadas dentro del país, mientras otros 7 millones viven como refugiados en Europa.
Un esfuerzo diplomático estancado
Aunque estemos en una fase en la que ambas partes hayan aceptado negociar, eso no garantiza avances. Algunos analistas internacionales han comenzado a hablar de una nueva fase de "negociaciones tácticas", donde las partes buscan simplemente ganar tiempo o proyectar voluntad de paz frente a terceros actores (como las potencias occidentales y China) sin verdadera intención de ceder posiciones.
En palabras del exdiplomático sueco Carl Bildt:
“Estas reuniones diplomáticas tienen tanto de teatro como de política. Todos saben que este es un proceso largo, doloroso y probablemente sin resultados concretos hasta que una de las partes esté realmente debilitada.”
Turquía, el eterno mediador
Turquía se ha colocado una y otra vez como destino neutral para estas conversaciones, evidenciando el capital diplomático que ha sabido construir el presidente Recep Tayyip Erdoğan. Estambul, ciudad puente entre oriente y occidente, se convierte nuevamente en telón geopolítico.
Ya en julio de 2022, fue en esta misma ciudad donde las partes firmaron el Tratado de Granos del Mar Negro, que permitió la exportación de trigo desde puertos bloqueados ucranianos. Fue la única victoria parcial de la diplomacia desde que estalló la guerra.
¿Y Occidente?
Al mismo tiempo que Estambul organizaba las nuevas conversaciones, senadores estadounidenses se reunían con Zelenski y con Macron para enviar un mensaje duro: Putin se está preparando para más guerra. Esa advertencia no es solo retórica. Estados Unidos ha aprobado recientemente más de 60.000 millones de dólares adicionales en ayuda militar para Ucrania, mientras la OTAN ha intensificado ejercicios en los países bálticos.
Europa, por su parte, también ha elevado el tono, con Alemania, Francia y Polonia comprometiéndose a aumentar el suministro de sistemas de defensa aérea. No obstante, el fantasma de la fatiga bélica también ronda a los gobiernos occidentales.
El costo humano: la variable ignorada
Las cifras hablan claro: más de 500.000 soldados muertos o heridos entre ambos bandos, según estimaciones extraoficiales. La incansable maquinaria bélica no distingue entre los combatientes rudimentarios de las trincheras de Donetsk y los avanzados operadores de drones sobre Moscú. Las familias se multiplican en duelo.
Organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional alertan sobre posibles crímenes de guerra cometidos por ambos lados, especialmente en zonas como Mariúpol, Bajmut y Avdivka. La Corte Penal Internacional aún tiene varios expedientes abiertos.
Entonces, ¿para qué sirven estos diálogos?
Desde una perspectiva cínica, algunos dirían que solo sirven para guardar apariencias. Pero desde una lectura más realista, sirven para medir tiempos políticos. También permiten transmitir mensajes al enemigo sin necesidad de balas. Y, quizás más importante, generan documentación que en el futuro servirá de base para un verdadero acuerdo duradero, cuando las condiciones haya cambiado.
Mientras tanto, ciudades como Kharkiv resisten bajo las bombas, y la diplomacia se sirve en bandejas de plata, pero manchadas de humo.