Recortes en el Servicio Meteorológico Nacional: ¿una amenaza silenciosa en plena temporada de huracanes?
Mientras el clima extremo se intensifica, el desmantelamiento de NOAA y NWS podría poner vidas y economías en riesgo
Un sistema en crisis: detrás del telón del Servicio Meteorológico Nacional
A medida que la temporada de huracanes del Atlántico entra en una fase crítica, sale a la luz una preocupante verdad: el Servicio Meteorológico Nacional (NWS, por sus siglas en inglés) y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) están operando con una alarmante escasez de personal, producto de recortes federales masivos que han conmocionado a la comunidad científica.
En los últimos meses, cientos de meteorólogos han sido despedidos, mientras que otros empleados federales dentro de NOAA fueron colocados en situación de prueba o simplemente removidos. A finales de abril, cerca de la mitad de las oficinas de pronóstico del NWS presentaban tasas de vacancia del 20%. A este panorama se suman recortes en la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA), sumiendo al sistema de protección meteorológica del país en una crisis sin precedentes.
Temporada de tormentas potenciada por el cambio climático
Este caos no podría llegar en peor momento: NOAA pronostica una temporada de huracanes especialmente activa, con un número de eventos extremos alimentados por el incremento de temperaturas oceánicas producto del cambio climático.
Según un informe publicado en 2024 por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), “las emisiones de gases de efecto invernadero han aumentado la frecuencia e intensidad de eventos meteorológicos extremos, incluidos huracanes más destructivos”. En este contexto, la misión del NWS –advertir con tiempo a comunidades en peligro– se vuelve más vital que nunca.
Los recortes: ¿una política de eficiencia o negligencia institucional?
La causa detrás de estos recortes responde a la llamada "agenda de eficiencia gubernamental" impulsada por Elon Musk desde la creación del Departamento de Eficiencia Gubernamental. Bajo esta iniciativa, varias agencias clave como NOAA fueron consideradas "sobredimensionadas", llevándolas a sufrir despidos masivos. En palabras del científico y miembro de la Unión de Científicos Preocupados, Marc Alessi:
“En 2024, NOAA ofreció algunos de los pronósticos de huracanes más precisos de su historia. Esto fue posible porque contaban con financiamiento completo. La decisión de recortar la agencia en plena emergencia climática es un acto de negligencia institucional.”
Los argumentos a favor de la eficiencia presupuestaria se diluyen ante los efectos prácticos: varias oficinas han reducido su horario de operación e incluso han suspendido turnos nocturnos –periodos críticos para la vigilancia de tormentas que suelen intensificarse en la noche.
Contrataciones a contrarreloj: ¿una solución real?
Ante el aluvión de críticas, NOAA anunció que contará con una exención temporal para contratar personal en "puestos críticos en campo". Según un vocero de la agencia, se planea estabilizar las operaciones mediante nuevas contrataciones y reubicación de personal, incluyendo empleados temporales. Sin embargo, aún no se ha publicado el número exacto de vacantes ni una hoja de ruta clara sobre cómo se logrará este refuerzo operativo antes del auge de la temporada de huracanes.
Expertos consultados por el Union of Concerned Scientists indican que esta medida, aunque bienvenida, es insuficiente, dada la reducción total de más de 1,000 puestos en 2024.
La ciencia ya había advertido: el efecto dominó del desfinanciamiento climático
El debilitamiento de NOAA y NWS no solo compromete a ciudadanos individuales, sino que tiene potenciales repercusiones económicas catastróficas. Un estudio de la Universidad de Harvard estima que el costo de eventos meteorológicos severos –como huracanes, tornados y olas de calor– se ha duplicado en la última década, alcanzando los $145 mil millones anuales en EE. UU.. Sin un sistema de monitoreo robusto, estas cifras pueden seguir escalando.
Por ejemplo, en 2023, el huracán Idalia golpeó a Florida con una intensidad mayor a la prevista originalmente por NWS, dado que durante su formación no se contó con pronósticos nocturnos debido a una falla operativa relacionada con falta de personal. El resultado: 7 muertes confirmadas y más de $2.1 mil millones en daños directos.
Adiós al largo plazo: impactos en cambio climático y planificación agrícola
Más allá de los eventos meteorológicos diarios, NOAA lleva a cabo una función menos visible pero esencial: la vigilancia climática y la recolección de datos a largo plazo, fundamentales para modelar impactos del cambio climático, diseñar políticas federales y apoyar sectores como la agricultura y la ganadería.
Con oficinas cerradas o con turnos reducidos, incluso esta función se ve amenazada. Datos recopilados por estaciones rurales en Kansas, Dakota del Sur y Nuevo México han dejado de ser registrados diariamente desde febrero de 2024, interrumpiendo series históricas de más de 40 años de análisis climático continuo.
Y mientras tanto... la economía depende del clima
Según la Oficina Nacional de Estadísticas Económicas, una parte significativa del PIB estadounidense –hasta un 25% en algunos estados del sur como Texas y Florida– está directamente relacionada con industrias sensibles al clima: agricultura, transporte, energía y construcción.
Las decisiones estratégicas en estos sectores requieren de información meteorológica confiable. Sin ella, las empresas operan a ciegas o deben gastar en servicios privados, disparando los costos y reduciendo su competitividad.
Advertencias desde dentro: voces silenciadas
Un funcionario de NOAA que pidió mantener el anonimato declaró a medios locales:
“No se trata solo de máquinas o radares. La interpretación correcta de un modelo climático o la redacción de una alerta efectiva requiere experiencia humana especializada. Muchos de los que se han ido eran expertos con décadas en el puesto.”
Esta despoblación institucional también ha generado una pérdida de experiencia acumulada difícil de cuantificar, pero que se traduce en tiempos de respuesta más largos y margen de error más alto en situaciones críticas.
¿Qué podemos esperar para el resto de 2024?
Con una temporada de huracanes que se extenderá hasta noviembre y alertas crecientes sobre sequías prolongadas en el suroeste, inundaciones en la costa del Atlántico medio, e incluso tornados inusuales en California, las deficiencias operativas del sistema nacional de alerta climática podrían cobrar un alto precio.
Según la American Meteorological Society, el tiempo promedio para alertas de tornados podría pasar de 14 minutos a 9 minutos si continúan las limitaciones de personal. En desastres naturales, estos minutos de diferencia representan la línea entre la vida y la muerte.
¿Qué se puede hacer?
Organizaciones científicas, ambientalistas y asociaciones profesionales han lanzado campañas de presión al Congreso para que se reviertan los recortes, demandando audiencias públicas y señalando que el costo de corregir el rumbo será muy alto si se deja avanzar este escenario.
- #SaveNOAA es una de las campañas impulsadas en redes sociales por la comunidad científica y estudiantes de meteorología.
- Los gobernadores de estados costeros como Luisiana, Carolina del Norte y Nueva York han enviado cartas formales a la Casa Blanca alertando sobre los riesgos de operar sin una infraestructura meteorológica íntegra.
- ONGs como Climate Central y EarthJustice han solicitado medidas judiciales para suspender los efectos de los recortes.
Las próximas semanas serán decisivas. En un clima más errático, cargado de incertidumbres, reducir nuestra capacidad de predicción no es solo un error estratégico: es poner en riesgo a millones.