La gran factura de Trump: recortes, impuestos, y un regreso al déficit
El enorme proyecto de ley fiscal del expresidente Donald Trump reabre viejas heridas económicas en EE.UU., exacerba la desigualdad y enciende una lucha política por el futuro del gasto público
Un nuevo capítulo del trumpismo fiscal
El expresidente Donald Trump ha retomado el protagonismo político con una propuesta legislativa gigantesca conocida como One Big Beautiful Bill Act —apelando a su característico estilo grandilocuente—, una iniciativa que pretende redefinir los impuestos, el gasto público y la política social en Estados Unidos por toda una década.
La Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés) reveló en un informe reciente que esta propuesta, de más de 1.000 páginas, reducirá los impuestos en 3,75 billones de dólares, a costa de un incremento del déficit público de 2,4 billones de dólares en los próximos diez años.
Simultáneamente, la cantidad de personas sin seguro médico crecerá en 10,9 millones para 2034, según advierte este mismo análisis. Esto incluye a aproximadamente 1,4 millones de personas en situación irregular que hoy acceden a servicios médicos mediante programas estatales.
¿Qué hay en el proyecto de ley?
Este paquete, apodado por los detractores “el proyecto feo de Trump” (the ugly bill), representa la prioridad absoluta de un Congreso dominado por los republicanos y enfrenta una férrea resistencia demócrata.
Estos son algunos de sus elementos más polémicos:
- Reducción de impuestos individuales, extendiendo los recortes aprobados en 2017 durante la primera administración de Trump y sumando nuevas excepciones, como eliminar impuestos sobre propinas.
- Incremento de 350.000 millones de dólares en seguridad fronteriza, deportaciones y fortalecimiento de agencias de seguridad nacional.
- Eliminación paulatina de incentivos fiscales a energías verdes implementadas durante la presidencia de Joe Biden.
- Requisitos de trabajo más estrictos para quienes reciben Medicaid y SNAP (cupones de alimentos), con aplicación a adultos hasta los 65 años, iniciando en diciembre de 2026.
- Aumento del techo de deuda nacional en 4 billones de dólares, permitiendo un nuevo margen de endeudamiento, que suma ya una deuda total de 36 billones de dólares.
Este plan se articula como una consolidación del ideario fiscal republicano: menos impuestos, menos asistencia pública y más gasto en seguridad, aunque sus efectos colaterales ya generan preocupación.
Impacto social: más desigualdad y menos cobertura médica
Uno de los aspectos más criticados es el efecto devastador que tendrá sobre los programas sociales. La CBO ya había alertado que 4 millones de personas perderían el acceso a cupones de alimentos mensualmente debido a las restricciones en SNAP. A ello se suma el retroceso histórico en cobertura sanitaria, sumando casi 11 millones de personas sin seguro para 2034.
“Cuando los demócratas están en el poder, los republicanos lloran por el déficit. Pero cuando gobiernan, disparan el gasto sin pudor”, denunció el congresista Brendan Boyle, principal demócrata en el Comité de Presupuesto.
Incluso Elon Musk, a veces cercano al trumpismo, calificó el plan de “abominación asquerosa”.
Los estados más pobres y comunidades vulnerables serían las más golpeadas. Según informó The Economic Policy Institute, más del 60% de los hogares con bajos ingresos perderían beneficios directos si se recortan los programas de ayuda alimentaria y médica.
Una promesa de crecimiento económico... sin cimientos sólidos
Los líderes republicanos defienden el paquete asegurando que impulsará el crecimiento económico. “La Oficina de Presupuesto siempre se equivoca cuando predice crecimiento,” argumentó Steve Scalise, líder de la mayoría en la Cámara de Representantes. “El crecimiento ha sido su talón de Aquiles.”
La Casa Blanca republicana señala que la primera reforma tributaria de Trump en 2017 generó mayores ingresos por la inflación postpandémica, lo que demostraría que recortes fiscales no siempre llevan a déficit. Aún así, la propia CBO admite que ese ingreso extra fue circunstancial, resultado del alza de precios de bienes básicos más que de una expansión sostenida.
Los pronósticos a largo plazo, sin embargo, no son tan optimistas. Un estudio del Center on Budget and Policy Priorities publicado en 2023 indica que “los recortes fiscales desiguales tienden a concentrar la riqueza sin estimular un crecimiento suficiente que compense la pérdida de ingresos.”
El enfrentamiento con la CBO: neutralidad bajo ataque
La Oficina Presupuestaria del Congreso ha sido objeto de ataques inusuales por parte del Partido Republicano. Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, calificó a la CBO de “históricamente inexacta”. John Thune, líder del Senado, dijo que “es completamente errónea”.
No obstante, la CBO es reconocida por operar bajo estrictos estándares de imparcialidad y ética institucional. Su director, Phillip Swagel, es un antiguo funcionario del Tesoro bajo George W. Bush. Fundada en 1974, la CBO busca proporcionar datos objetivos al Legislativo, contrapesando la narrativa del Ejecutivo.
Actualmente cuenta con unos 275 empleados —economistas, técnicos y analistas— que no pueden hacer donaciones políticas ni participar en campañas para garantizar su neutralidad. La campaña de desprestigio por parte de líderes republicanos representa, para analistas políticos, una peligrosa introducción de sesgos partidistas en instituciones técnicas.
Una visión ideológica: menos Estado, más mercado
El One Big Beautiful Bill Act no es simplemente una ley fiscal, sino un manifiesto ideológico: una reafirmación del credo conservador de Trump y sus aliados. Uno que insiste en que la vía al crecimiento es reducir el tamaño del Estado y volcar responsabilidades sobre el individuo.
Este rediseño del presupuesto nacional pone en el centro a la clase media-alta y al empresariado, en detrimento de comunidades de bajos recursos, inmigrantes sin documentos, niños y ancianos que dependen de Medicaid o SNAP.
Según un informe del Urban Institute, este tipo de legislación “acrecienta brechas raciales y sociales, dado que las poblaciones afroamericanas y latinas son desproporcionadamente beneficiarias de programas sociales.”
Trump busca en este proyecto de ley no solo reflotar su agenda política, sino también marcarle el camino al Partido Republicano rumbo a las presidenciales de 2028. Mientras tanto, millones de ciudadanos ven peligrar su acceso a una red mínima de seguridad.
¿Una bomba de tiempo financiera?
Estados como Pensilvania también han respondido con acciones legales contra decisiones relacionadas con la derogación de ayudas alimentarias. El gobernador demócrata Josh Shapiro demandó al Departamento de Agricultura federal por cortar un programa de compra de alimentos pactado durante la pandemia.
“Si no priorizan la alimentación ni el sustento de nuestros agricultores, ¿en qué están enfocados?”, exclamó Shapiro. “Hicieron un acuerdo con Pensilvania y lo rompieron.”
El proyecto de ley de Trump, en ese contexto, parece la continuación de una política de austeridad selectiva: recortar donde más duele mientras alimenta la ilusión de un ‘regreso a la grandeza’ a través de desgravaciones colosales.
Como dijo recientemente el economista Paul Krugman respecto a estos planes: “Se disfrazan de racionalidad económica, pero son una excusa para redistribuir recursos hacia arriba.”
En tiempos de polarización, el proyecto no ha hecho más que encender las alarmas de economistas, activistas y aliados internacionales. Un crecimiento con más pobreza y menos cobertura social no es sustentable. Y aunque Trump lo llame “hermoso”, la factura podría ser monstruosa.