Olvidados en su propia victoria: El desafío de envejecer siendo LGBTQ+
Una mirada a la generación que luchó por los derechos LGBTQ+ y hoy enfrenta aislamiento, invisibilidad y nuevos retos
Una juventud vivida en las sombras de Washington D.C.
David Perry recuerda con una sonrisa cuando llegó a Washington D.C. en 1980, un joven recién graduado que, por primera vez, podía vivir abiertamente como un hombre gay. "Perdí mi virginidad el 27 de agosto de 1980 en D.C.", dice entre risas. Mientras trabajaba en el National Endowment for the Arts, convivía a diario con otros hombres y mujeres homosexuales, muchos de ellos, como él, escondidos en el clóset.
Entonces, la capital estadounidense era un hervidero de vida nocturna LGBTQ+, aunque muy pocos salían públicamente del clóset. Gente vinculada a la Casa Blanca o al Congreso solía aparecer en los bares, alimentando el chiste local: "el clóset era transparente". Sin embargo, la amenaza del VIH/SIDA comenzó a teñir de tragedia aquella libertad recién conquistada. Perry recuerda uno de los impactos más vívidos: un cartel electrónico en Dupont Circle marcaba con frialdad cada nueva muerte por SIDA. "Recuerdo cuando el número era tres", asegura.
Los pioneros de los derechos LGBTQ+ frente al olvido
Hoy Perry, de 63 años, es un profesional de relaciones públicas en San Francisco. Forma parte de una generación de personas LGBTQ+ mayores, muchas de las cuales se sienten marginadas en una comunidad que ahora celebra una vibrante y joven cultura pop queer. World Pride, con sus after-parties y DJs, suele dejar en la sombra a quienes iniciaron la lucha por la igualdad.
“Es fácil que el Pride se trate solo de jóvenes y fiestas”, explica Sophie Fisher, coordinadora del programa LGBTQ para personas mayores en Seabury Resources for Aging, una organización que administra viviendas y centros de asistencia inclusivos. Fisher ayudó a organizar ‘Silver Pride’, eventos dedicados a personas LGBTQ+ mayores de 55 años. Estas iniciativas buscan dar visibilidad a quienes “fueron los primeros en romper el muro” por los derechos queer.
Soledad, exclusión y la amenaza del 'closet' involuntario
Los desafíos que enfrentan los ancianos LGBTQ+ van desde soledad crónica hasta pobreza extrema. “En esta sociedad que idolatra la juventud, ser mayor ya es difícil. Si le sumas ser LGBTQ+, la doble carga es devastadora”, explica Christina Da Costa, directora de SAGE, la principal organización en EE. UU. especializada en personas mayores LGBTQ+.
Las estadísticas lo confirman. De acuerdo con SAGE:
- El 34% de los adultos mayores LGBTQ+ viven solos, en comparación con el 21% de la población general.
- 4 de cada 10 han enfrentado discriminación en centros de salud o residencias de ancianos.
- Son dos veces más propensos a vivir en pobreza.
Yvonne Smith, de 73 años y residente en Washington D.C., relata que muchos ya no frecuentan bares, su círculo social se ha desdibujado y temen exponerse. “Hay quien entra a residencias y vuelve al clóset”, afirma Rayceen Pendarvis, ícono queer de D.C. y organizador comunitario.
Viviendas inclusivas: una necesidad urgente
En abril, se inauguró Mary’s House, una inédita residencia de 15 unidades en el sureste de la capital, dedicada exclusivamente a adultos mayores LGBTQ+. Cada vez más, este tipo de viviendas se consideran esenciales. "Algunos pierden a sus seres queridos y ya no pueden cuidar de sus hogares. En esos casos, lo que menos necesitamos es enfrentarnos a prejuicios al ingresar a un hogar de retiro", explica Pendarvis, quien se identifica como persona de dos espíritus.
La brecha generacional al interior de la comunidad LGBTQ+
Esta generación dorada siente que ha sido desplazada —y no solo por la edad. Perry afirma que el comportamiento más reservado o tradicional de muchos mayores genera tensiones con los más jóvenes, que abogan por una fluidez de género y una identidad mucho menos estricta.
“Sí, a veces es difícil entender el cambio. Yo también he tenido que ajustarme al concepto del género fluido en los últimos 15 años”, confiesa. Mientras tanto, otros sienten un resentimiento subyacente. “Los jóvenes tienen todo servido. Nosotros CREÁMOS esta mesa”, enfatiza Pendarvis.
Esta desconexión no solo obstaculiza la transmisión histórica, sino que fractura la unión en momentos en que resurgen amenazas sociales y políticas. El regreso del expresidente Donald Trump a la palestra política ha reavivado un clima de retroceso para los derechos LGBTQ+, en especial para personas trans y drag performers. La comunidad necesita unidad más que nunca.
Resistencia gris: ganas de seguir luchando
El espíritu combativo no ha desaparecido. Perry asegura que muchos de su generación están listos para volver a la calle. “Tal vez con zapatos ortopédicos, pero con decisión”, dice. El reciente March for Freedom en el National Mall fue un claro ejemplo de ello: generaciones marchando codo a codo contra una narrativa que busca retroceder avances.
“Espero que los jóvenes nos ayuden a alzar la antorcha”, añade. “Ya no se trata solo de celebrar los derechos ganados, sino de defenderlos juntos”.
El relevo generacional no debe ser una ruptura, sino un paso firme hacia adelante. La lucha LGBTQ+ es intergeneracional, y la experiencia de quienes rompieron las barreras no debe caer en el olvido.
Iniciativas con visión de futuro
SAGE ha lanzado varias propuestas para crear comunidades intergeneracionales. Entre ellas:
- Programas de mentoría entre adultos mayores LGBTQ+ y jóvenes activistas.
- Residencias mixtas con espacios compartidos para fomentar la convivencia y romper estigmas.
- Campañas para concientizar sobre la historia LGBTQ+, especialmente en escuelas y universidades.
En palabras de Perry: “No solo luchamos por besarnos en público o por poder casarnos. Luchamos por ser respetados en todas las etapas de la vida.”
El legado no debe olvidarse
Si algo debería recordarnos el Mes del Orgullo cada año es que esa bandera multicolor representa más que celebraciones. Representa décadas de lucha, dolor, resistencia y transformación. Los pioneros que abrieron el camino aún caminan entre nosotros, aunque sus pasos hoy suenen más pausados que el beat electrónico de los DJ’s del World Pride.
Una comunidad que olvida a sus mayores se arriesga a repetir sus errores. Y en tiempos de retrocesos legislativos y ataques sociales, recordar la historia puede ser la mejor herramienta para preservar el futuro.