El nuevo giro climático de EE.UU.: ¿fin de la regulación ambiental o impulso económico?
La EPA bajo Lee Zeldin busca desmantelar normas clave para plantas de energía, enfrentando críticas por los riesgos a la salud y el clima
Por décadas, las plantas de energía en Estados Unidos han sido uno de los principales objetivos de regulación ambiental. Ahora, la nueva administración busca revertir esas políticas con consecuencias significativas para el medio ambiente y la salud pública.
Una cruzada contra la regulación ambiental
La Agencia de Protección Ambiental (EPA), dirigida actualmente por Lee Zeldin, está a punto de anunciar la eliminación de normativas clave que limitan las emisiones de gases de efecto invernadero en centrales eléctricas alimentadas por carbón y gas natural. Esta decisión forma parte de una ofensiva más amplia de desregulación que incluye más de 30 normativas ambientales.
Según Zeldin, estas regulaciones representan “trillones de dólares en costos” para la economía y su eliminación introduciría una “Edad de Oro” para la economía estadounidense. En sus propias palabras, se busca clavar un “puñal en el corazón de la religión del cambio climático”. Una postura que ha generado reacciones inmediatas entre grupos ambientalistas, académicos y sectores de salud pública.
Reglas diseñadas para proteger la salud pública
Entre las normas que podrían desaparecer, destaca la que obliga a las plantas a reducir emisiones de mercurio y otros contaminantes tóxicos. Estas sustancias están relacionadas con problemas neurológicos en niños y enfermedades cardíacas en adultos.
De acuerdo con datos recopilados por la EPA y analizados por diversos estudios, estas normativas podrían prevenir hasta 30,000 muertes anuales y generar beneficios económicos de $275 mil millones al año gracias a menores costos en salud y limpia del aire.
“Ignorar el daño inmenso que la contaminación de las plantas de energía provoca en la salud pública es una clara violación de la ley”, señaló Manish Bapna, presidente y CEO del Natural Resources Defense Council.
La respuesta de la ciencia: reducir emisiones sí importa
Un estudio publicado este año en la revista Science proyecta que las reglas impuestas durante la administración de Biden podrían reducir las emisiones de carbono del sector energético estadounidense entre un 73 y un 86 % respecto a los niveles del 2005 para el año 2040. Sin dichas normas, la reducción sería solo de un 60 a 83 %.
Aaron Bergman, investigador del Resources for the Future, destacó en una entrevista que las normas no solo reducirían el CO₂, sino también otros contaminantes como los óxidos de azufre y nitrógeno, cuyos efectos negativos sobre el sistema respiratorio están bien documentados.
Impacto desigual en comunidades vulnerables
Estas plantas de energía suelen estar ubicadas cercanas a zonas de bajos ingresos y comunidades predominantemente negras o latinas. Estas poblaciones suelen tener menos acceso a atención médica, lo que agrava el impacto de la contaminación.
Vickie Patton, asesora legal principal del Environmental Defense Fund, advierte que “estas normas están protegiendo a personas en todo el país hoy en día y salvaguardarán a futuras generaciones”.
El proceso no será inmediato
Eliminar las reglas no es tan simple como emitir un comunicado. Requiere pasar por un extenso proceso de formulación de normas federales: justificación científica, revisión legal y publicación para comentario público. Un proceso que puede tomar años.
Además, ya se anticipa que grupos como el Natural Resources Defense Council y el Environmental Defense Fund llevarán la batalla a los tribunales. “Si EPA efectivamente intenta derogar estas reglas de forma apresurada, nos veremos en la corte”, advirtió Bapna.
¿Un retroceso climático con consecuencias globales?
Estados Unidos es el segundo mayor emisor de CO₂ del mundo, y su marco regulatorio ambiental ha sido un pilar en sus compromisos internacionales, como el Acuerdo de París. Estas decisiones internas no ocurren en un vacío, sino que tienen fuerte repercusión en negociaciones climáticas y credibilidad exterior.
La Casa Blanca ha justificado estas medidas bajo la premisa de estimular la economía doméstica y reducir costos energéticos para los ciudadanos. Sin embargo, expertos advierten que a largo plazo los efectos negativos podrían multiplicarse.
El legado climático en juego
La administración Biden había hecho de la lucha contra el cambio climático una piedra angular de su mandato. Su regla para plantas de energía establecía que aquellas que no pudieran capturar sus emisiones deberían cerrar. Michael Regan, ex jefe de la EPA en ese período, decía que estas medidas eran necesarias para preservar la salud de la población y la estabilidad energética del país.
Bajo esta normativa, muchas plantas antiguas de carbón comenzarían su proceso de cierre o reconversión, respaldando la transición hacia energías más limpias.
Una batalla legal inminente
Grupos ambientalistas han equipado a sus equipos legales para lo que ya consideran una lucha por la salud pública y el planeta. El precedente legal juega a su favor en varios aspectos, ya que las reglas anteriores fueron aprobadas con base en evaluaciones científicas sólidas y siguiendo el debido proceso legal.
No obstante, el actual liderazgo del EPA considera que las emisiones de CO₂ y otros gases de efecto invernadero no cumplen con el umbral para justificar acción bajo la Clean Air Act. Esta interpretación será sin duda el foco de la lucha en tribunales.
¿Beneficio económico a costa de salud ambiental?
Los defensores de Zeldin argumentan que la eliminación de estas reglas permite mayor competitividad en el sector energético, baja los costos de la electricidad y reduce la dependencia de fuentes extranjeras. También destacan que nuevas tecnologías podrían permitir reducciones voluntarias de contaminación sin necesidad de regulación.
Pero los expertos contraargumentan que estas tecnologías, sin regulaciones que las exijan, rara vez son implementadas. En especial si implican costos para las compañías en un ambiente desregulado.
¿Y la opinión pública?
Una encuesta reciente del Pew Research Center (2024) reveló que el 67 % de los estadounidenses está a favor de regulaciones ambientales estrictas, aun si eso implica mayor inversión pública. Entre los jóvenes de 18 a 34 años, esa cifra sube hasta un 81 %.
Esto sugiere un desfase entre las políticas actuales y el sentir general de la población, sobre todo en una era en donde las consecuencias del cambio climático son cada vez más tangibles: olas de calor, incendios forestales y fenómenos meteorológicos extremos.
¿Estados Unidos líder o rezagado en materia climática?
Mientras otras potencias, como la Unión Europea o China, han avanzado en compromisos más ambiciosos de reducción de carbono, este viraje en la política estadounidense podría alejar al país de su rol de liderazgo climático global.
El tiempo dirá si la estrategia de desregulación impulsada por Zeldin y apoyada desde la Casa Blanca logra el impulso económico que desea, o si por el contrario, dejará una factura ambiental y sanitaria difícil de pagar.