La gran batalla digital: Brasil redefine el poder y la responsabilidad de las redes sociales

El Supremo Tribunal Federal de Brasil marca un antes y un después en América Latina al responsabilizar legalmente a las plataformas por el contenido de sus usuarios

Una decisión histórica que sacude el ecosistema digital latinoamericano

Brasil ha tomado una decisión que podría cambiar el curso de la historia digital en América Latina. El Supremo Tribunal Federal (STF) se encuentra a punto de aprobar una sentencia que hace legalmente responsables a empresas de redes sociales como Meta, X (antes Twitter) y Microsoft por publicaciones ilegales realizadas por sus usuarios. Esta medida no solo redefine el papel de las plataformas tecnológicas en el país, sino que también podría sentar un precedente global, acercándose a posturas regulatorias adoptadas por la Unión Europea.

Desde contenido violento, discursos de odio, hasta difusión de pornografía infantil, cada vez más usuarios explotan el anonimato digital para violar leyes mientras las grandes empresas se escudan en su rol de «solo intermediarios». Sin embargo, Brasil ha decidido que esa excusa ya no es suficiente.

El origen del debate: desinformación, violencia y ataques a la democracia

La semilla de este fallo remonta a enero de 2023, cuando miles de simpatizantes del expresidente Jair Bolsonaro protagonizaron una toma violenta del Congreso, el Palacio Presidencial y la Corte Suprema. Un evento que tomó forma y fuerza gracias a la organización en redes sociales y servicios de mensajería. Los ataques a escuelas, impulsados por mensajes de odio viralizados en redes, fueron otro factor decisivo. “Las redes sociales no han acercado a la humanidad a su mejor versión”, expresó el ministro Flávio Dino durante su intervención en el juicio, mientras narraba horrendas publicaciones que glorificaban masacres escolares.

En este contexto, el STF abrió dos casos distintos para discutir el rol de las plataformas, específicamente planteando si estas compañías deben ser responsabilizadas automáticamente por contenido ilícito publicado por sus usuarios sin necesidad de orden judicial previa. La legislación actual, vigente desde 2014 tras la aprobación del Marco Civil de Internet, solo castiga a las plataformas si no retiran contenido luego de una orden judicial.

Un quiebre jurídico en la interpretación: proactividad vs libertad de expresión

La postura del STF marca un quiebre legal: insta a las plataformas a adoptar un rol proactivo en la moderación del contenido. En palabras del jurista Álvaro Palma de Jorge, profesor de la Fundación Getulio Vargas, “plataformas tecnológicas no pueden simplemente esperar una orden judicial; necesitan implementar protocolos y sistemas que prevengan daños desde el origen”.

Por otro lado, algunos miembros del tribunal alertan sobre los riesgos para la libertad de expresión. El juez André Mendonça recalcó que este tipo de regulación podría dar pie a censura previa, afectando la capacidad de denunciar actos de corrupción, abusos estatales o violaciones a los derechos humanos por parte de los mismos gobiernos. “Las redes son un canal esencial para responsabilizar a las élites políticas y a las instituciones públicas”, afirmó Mendonça.

Mayoría alcanzada: el voto de Gilmar Mendes y la inevitable transición

El 5 de junio de 2025, el ministro Gilmar Mendes se convirtió en el sexto voto a favor de la nueva interpretación legal, consolidando la mayoría necesaria entre los 11 jueces del STF. Aunque el fallo aún no ha sido oficialmente publicado –requisito para que tenga valor jurídico–, el curso del debate parece irreversible.

El juez Alexandre de Moraes, uno de los más polémicos del Supremo, ha estado en el centro del huracán mediático por sus decisiones sobre redes sociales. De hecho, en abril de 2025, el senador estadounidense Marco Rubio lo acusó directamente de censurar ciudadanos estadounidenses, advirtiendo sobre sanciones internacionales. Aun así, Moraes ha mantenido su postura inquebrantable, insistiendo en que las redes no están por encima de la ley brasileña.

¿Qué significa ser responsable del contenido de tus usuarios?

Con la nueva interpretación en curso, una plataforma podrá ser responsabilizada civilmente y obligada a pagar multas si alberga contenido ilegal, sin necesidad de que medie una orden judicial. Esto modifica la noción de intermediario pasivo que había caracterizado a empresas como Facebook y Twitter.

La Cámara Brasileña de la Economía Digital, con sede en São Paulo, ha rechazado la propuesta, argumentando que «este tipo de responsabilidad favorece a grandes empresas internacionales que ya tienen estructuras legales robustas y castiga a pequeños emprendedores nacionales, afectando la competencia e innovación».

Un modelo continental: ¿Brasil se convierte en el “Bruselas” de América del Sur?

Este nuevo enfoque regula las plataformas digitales con una intensidad que no se veía desde el Reglamento General de Protección de Datos implementado por la Unión Europea (GDPR). En este sentido, Brasil se acerca mucho más al European Digital Services Act, que exige que plataformas como TikTok, Google o X tomen medidas activas para moderar contenido dañino y ofrecer mayor transparencia en sus algoritmos.

Si la decisión es ratificada con su publicación oficial, y si el Congreso no la revierte legislativamente, marcará el comienzo de una nueva era –no solo para los usuarios brasileños– sino como modelo de gestión digital para otros países latinoamericanos.

Las redes entre la espada y la pared: ¿qué harán ahora?

Empresas tecnológicas deberán revisar sus políticas internas. Se espera que se incrementen las iniciativas de moderación algorítmica, contratación de auditores legales, y creación de departamentos de “compliance” especializados en legislación sudamericana. También podrían aumentar los procedimientos de moderación preventivos, lo que genera roces con activistas de derechos digitales.

Mientras tanto, Brasil se convierte en una referencia obligada en la lucha global por redefinir los derechos y deberes dentro del ciberespacio. Frente a un entorno donde los discursos de odio y las operaciones de desinformación encuentran terreno fértil, muchas voces celebran la necesidad de establecer responsabilidades claras. No se trata de censura, insisten sus defensores, sino de impedir que el caos reine por encima del Estado de Derecho.

¿Y ahora qué? El Congreso observa, la sociedad espera

Aunque la interpretación judicial tenga fuerza de ley, el Congreso brasileño aún puede legislar un marco específico para definir con precisión hasta dónde llegará esta responsabilidad. La posibilidad de que se planteen excepciones, plazos razonables o incluso un sistema de advertencias antes de penalizar a las plataformas está sobre la mesa.

El tema, sin duda, seguirá creciendo en complejidad y resonancia. ¿Qué sucede si una plataforma elimina publicaciones para evitar sanciones pero termina afectando contenidos legítimos? ¿Quién decide qué es “contenido nocivo” o “ilegal”? ¿Podrá Brasil equilibrar libertad de expresión y control responsable del contenido?

Por ahora, lo cierto es que la región observa con atención, y otros países podrían seguir su ejemplo. La revolución del derecho digital en América Latina ha comenzado. Y Brasil, por primera vez en mucho tiempo, está liderando el camino.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press