El juicio de Karen Read: ¿Justicia ciega o encubrimiento a la vista?
El caso que sacude a Massachusetts y expone los posibles engranajes ocultos del poder policial
Por semanas, el juicio contra Karen Read ha desnudado una historia más profunda que un caso de homicidio. Este es un análisis de un sistema judicial puesto a prueba entre relaciones personales, policiacas, evidencia forense y la sospecha cada vez más resonante de un encubrimiento.
Un romance convertido en tragedia
El caso de Karen Read, acusada del homicidio de su novio —el oficial de policía de Boston, John O’Keefe— ha capturado la atención mediática y polarizado la opinión pública en Estados Unidos. El suceso ocurrió el 29 de enero de 2022, cuando O’Keefe fue hallado muerto, cubierto de nieve, fuera de una casa en Canton, un suburbio al sur de Boston. Read fue acusada de asesinato en segundo grado, homicidio involuntario y abandonar la escena del crimen. La fiscalía sostiene que ella lo atropelló intencionalmente con su SUV. La defensa sostiene algo más escandaloso: que lo mataron colegas oficiales la noche de una fiesta privada, y que Karen Read fue utilizada como chivo expiatorio para proteger esa red.
Amor tóxico y conflictos previos: ¿Motivación suficiente?
La teoría de la fiscalía combina tensión emocional y forense: la pareja tuvo una discusión fuerte antes de los hechos, según mensajes de texto y correos de voz rescatados de los teléfonos personales. Uno de los mensajes decía: “I (expletive) hate you”, enviado por Read mientras O’Keefe yacía, quizás moribundo, en la nieve.
Tal narrativa presenta una escena dantesca: una mujer celosa, ebria y resentida, atropella deliberadamente al hombre que ama. Sin embargo, la defensa ha contrarrestado esta versión apuntando que O’Keefe nunca entró a la casa y que algo más siniestro ocurrió esa noche.
Cónclave policial en una fiesta privada
El escenario principal: la casa de Brian Albert, un oficial retirado de la policía de Boston, en la que se celebraba la fiesta. Varios asistentes —policías activos, un agente federal y personas con fuertes vínculos en el cuerpo de seguridad— componían lo que la defensa denominó una red de protección institucional.
La defensa ha sugerido que O’Keefe pudo haber sufrido una pelea dentro del inmueble, en la que incluso participó la mascota del hogar, una perra que mordió el brazo del oficial. Elementos como heridas en los brazos de la víctima, así como un vidrio roto en el lugar, forman parte de esta tesis. Posteriormente, la familia Albert donó la mascota y reformó el sótano antes de vender la casa, lo que ha encendido aún más las sospechas.
Las piezas (de la defensa) que no encajan
- El daño del faro trasero del vehículo de Read no coincidía con el tipo de heridas que presentaba O’Keefe, según peritos de la defensa.
- Un testigo, el oficial Nicholas Barros, indicó que la grieta en el faro se veía menor al momento en que el coche fue incautado.
- Posteriores fotos mostraban un daño mayor, lo que para la defensa sugiere manipulación de evidencia.
Datos forenses versus dudas razonables
El testimonio de expertos forenses también ha sido clave. Según Andre Porto, del laboratorio criminal de la policía estatal de Massachusetts, se encontró ADN de O’Keefe y otros dos sujetos desconocidos en la ropa del oficial y en el faro roto de Read. Además, una mecha de cabello correspondía con O’Keefe, y su teléfono móvil mostró inactividad justo después de que el GPS lo ubicara en la casa de Canton, donde fue hallado sin vida.
La fiscalía presentó a un neurocirujano que afirmó que las lesiones principales eran consistentes con un trauma por caída hacia atrás. Sin embargo, la experta forense de la defensa, la Dra. Elizabeth Laposata, dijo que las heridas oculares no coincidían con un impacto de vehículo y que varias lesiones en los brazos eran compatibles con una mordedura de perro. Aquí, el rol de la perra Chloe toma peso.
Textos, coqueteos y el agente federal
Otro elemento clave que la defensa aprovechó: mensajes de texto entre Read y Brian Higgins, un agente federal presente en la fiesta y con quien aparentemente tenía una relación sentimental paralela. Su conducta sospechosa incluye la destrucción de su celular tras el incidente.
Los registros telefónicos también demuestran múltiples llamadas no respondidas, a medianoche, de Jennifer McCabe a O’Keefe, otra de las presentes en la fiesta, quien más tarde buscó (aunque mal escrito): “hos long to die in cold”.
¿Qué hacía una persona buscando esa frase a las 2:30 a.m. si, como alegó, desconocía que O’Keefe había muerto todavía?
Proctor y la sombra de un investigador manchado
El oficial Michael Proctor, investigador principal del caso, fue despedido tras revelarse una serie de mensajes de texto sexistas y vulgares hacia Read. Estos mensajes salieron a la luz durante el primer juicio y fueron leídos en voz alta al jurado.
Además, se reveló que Proctor es amigo cercano de Kevin Albert, hermano del dueño de la casa en donde sucedieron los hechos. Proctor fue desde el inicio quien se enfocó exclusivamente en Karen como sospechosa, lo cual ha puesto en entredicho la imparcialidad de la investigación.
Retrial: una segunda oportunidad para la verdad
El primer juicio terminó en mistrial el 1 de julio de 2024, ya que el jurado no se pudo poner de acuerdo. Sin embargo, varios de los jurados afirmaron posteriormente que nadie creyó que Read fuera culpable de asesinato en segundo grado.
Este segundo juicio, en curso en la Corte Superior de Norfolk, ha introducido nuevas aproximaciones en el equipo de la fiscalía. Esta vez, el abogado Hank Brennan dirigió la acusación con menor número de testigos que en el primer juicio. Aun así, la defensa ha mantenido su línea sobre manipulación de evidencia y una conspiración en cadena.
Veredicto en el banquillo… no solo para Karen
Más allá de la culpabilidad o inocencia de Karen Read, el caso se ha convertido en una evaluación moral del sistema judicial y su relación con las fuerzas policiales.
Bajo la consigna “Free Karen Read”, miles de usuarios han compartido información en redes, lanzado podcasts independientes y recopilado su propia evidencia documental. La pregunta central que mueve a la sociedad civil ahora es: ¿puede una mujer enamorada ser capaz de un crimen tan frío, o todo esto ha sido una cortina para proteger a una red de ‘hermandad azul’?
El juez y el jurado decidirán sobre la vida de Read. Pero este caso ya ha marcado un hito en la percepción pública sobre integración entre policía, fiscalía y justicia en EE.UU.
Y si Karen Read es inocente, ¿quién mató a John O’Keefe?