Acero, poder y política: el polémico acuerdo de Trump para la inversión de Nippon Steel en U.S. Steel

Entre promesas de soberanía industrial y preocupaciones por la seguridad nacional, el expresidente vuelve a colocarse en el centro del debate económico-político

Donald Trump ha vuelto al centro de la escena política con una de sus herramientas favoritas: el poder ejecutivo. Este viernes, el expresidente firmó una orden ejecutiva que abre las puertas a una inversión masiva de Nippon Steel en la legendaria U.S. Steel. El movimiento ha generado tanto entusiasmo económico como suspicacia política: ¿Qué significa realmente esta inversión extranjera en uno de los pilares industriales de Estados Unidos?

Una fusión con sabor a guerra fría

La firma japonesa Nippon Steel, una de las más grandes productoras de acero del mundo, lleva desde 2023 intentando adquirir U.S. Steel por cerca de $15,000 millones. El acuerdo se había visto dilatado por preocupaciones de seguridad nacional, especialmente durante la administración de Joe Biden.

Ahora, con Trump de nuevo en el poder, el panorama ha cambiado radicalmente. Su orden ejecutiva establece condiciones para la adquisición, incluyendo una ">acción dorada" para el gobierno estadounidense, lo que implica veto y control en decisiones estratégicas. Además, se contempla una inversión de $11,000 millones hasta 2028.

Trump declaró sin disimulo: “Tenemos una acción dorada, que yo controlo”, sugiriendo —al menos retóricamente— un intervencionismo económico total.

¿Qué significa la "acción dorada"?

En la jerga corporativa, una acción dorada (golden share) es un título que da a su poseedor el poder de vetar decisiones estratégicas de una empresa, a menudo sin tener la mayoría accionaria. Esto asegura que ciertas decisiones —como cierres de plantas, traslados de producción o inversiones sensibles— no se puedan ejecutar sin aprobación gubernamental.

Aunque este mecanismo ha sido usado por gobiernos europeos en sectores como energía o telecomunicaciones, su uso en EE. UU. es prácticamente inédito. Que Trump afirme controlar personalmente esa “acción dorada” ha multiplicado las alarmas sobre el rol del ejecutivo en mercados teóricamente libres.

El peso simbólico de U.S. Steel

Fundada en 1901, U.S. Steel fue alguna vez la empresa más grande del mundo. Su legado como símbolo del poder industrial estadounidense es innegable. Andrew Carnegie y J.P. Morgan estuvieron detrás de su fundación y, durante décadas, fue sinónimo del dominio económico estadounidense en el siglo XX.

Sin embargo, el sector siderúrgico estadounidense ha estado en declive desde los años 80, víctima de globalización, automatización y la competencia extranjera. La entrada de Nippon Steel podría inyectar fondos, tecnología de punta y quizás una nueva vida para el gigante dormido... o terminar con su independencia simbólica.

Trump: protección económica y retórica nacionalista

Durante su primer mandato, Trump ya fue un crítico feroz de la desindustrialización. Implementó aranceles al acero extranjero y defendió a capa y espada la industria nacional como clave para el “American greatness”. Ahora, a través de esta orden ejecutiva, busca revivir ese discurso, pero con una paradoja: permitir una inversión japonesa en una de las joyas del patrimonio industrial.

Haremos grande de nuevo la fabricación estadounidense”, declaró Trump, repitiendo el mantra que lo convirtió en presidente en 2016. Pero la letra pequeña del acuerdo podría poner en duda cuál es el verdadero control que mantiene Estados Unidos sobre su industria.

La geopolítica del acero

Este acuerdo no puede analizarse fuera del contexto de la tensa competencia tecnológica y económica con China. Si bien Japón es formalmente aliado de EE. UU., el control extranjero sobre industrias “estratégicas” siempre genera susceptibilidades, especialmente en sectores vinculados a defensa y construcción de infraestructuras. Desde buques militares hasta oleoductos, el acero sigue siendo fundamental.

Es por ello que el Comité de Inversión Extranjera en EE. UU. (CFIUS) —organismo multilaterales con poder para frenar adquisiciones extranjeras— había mantenido el proceso estancado hasta ahora. El mismo comité reconoció que existía “evidencia creíble” de que Nippon Steel podría representar un riesgo para la seguridad nacional... aunque este riesgo podría “ser mitigado”.

¿Y el ciudadano común, qué gana?

A nivel comunitario, la noticia aparenta ser positiva. Las empresas prometen generar empleos, reactivar comunidades siderúrgicas en declive y aportar inversión renovadora. “Este acuerdo apoyará a nuestras comunidades y familias por generaciones”, dice el comunicado conjunto entre ambas firmas.

Sin embargo, no se han dado detalles precisos de en qué consistirán los $11,000 millones en inversiones. ¿Serán para automatización, que reduce empleo? ¿Renovación tecnológica? ¿Expandir fábricas en lugares que hoy están en abandono?

La historia del desarrollo corporativo está plagada de promesas que terminan en despidos, outsourcing o deslocalización. Así que el beneficio real para la clase trabajadora dependerá de cómo se implementen esos recursos.

Trump, juez y parte

Una inquietud que resuena en muchos analistas es que Trump se coloca como artífice, mediador e incluso supervisor del acuerdo. Al haber declarado que tiene “control total” sobre lo que haga U.S. Steel, ¿estamos ante un presidente que se extralimita constitucionalmente?

“Estoy un poco preocupado por lo que harían otros presidentes con esa acción dorada,” dijo Trump, “pero eso te da control total.”

Estas frases avivan el temor de que el expresidente desdibuje las líneas entre el Ejecutivo y el mercado. Aunque su retórica suene como antídoto al capitalismo salvaje, su modelo empuja hacia un nacionalismo económico autoritario.

Pugnas internas y revisión futura

Nippon Steel no ha dicho en ningún momento que abandonará su intención de tener propiedad completa de U.S. Steel. Por tanto, aunque ahora se hable de una participación del 51% por parte de accionistas estadounidenses —algo prometido por Trump—, esto podría ser provisional.

Además, no está claro cómo funcionará esa supervisión. El acuerdo fue enviado este mismo viernes a ambas empresas y ahora dependerá del cumplimiento de las condiciones estipuladas por el Departamento del Tesoro y otras agencias federales.

Un precedente para futuras inversiones

Este peculiar diseño corporativo podría convertirse en una nueva herramienta para bloquear o condicionar adquisiciones extranjeras. Con el telón de fondo de la competencia EE. UU.-China y el auge de discursos proteccionistas en toda Europa y América Latina, esta medida genera un delicado precedente.

¿Veremos acciones doradas en sectores como semiconductores, inteligencia artificial o energía? ¿O caerá en el olvido si otro presidente decide eliminar estas condiciones?

La clave del 2025 y las elecciones

Este movimiento está lleno de simbolismo rumbo a las elecciones de 2028. Trump intenta mostrarse como el protector de los trabajadores industriales, retomando su estrategia electoral de 2016. La inversión nipona en pleno año preelectoral, con promesas de empleos e industria, podría darle réditos políticos, sobre todo en estados como Pennsylvania, Michigan u Ohio.

Sin embargo, también puede mostrar sus contradicciones: permitir una megainversión extranjera en nombre de la soberanía nacional. El concepto mismo de soberanía industrial está en entredicho cuando se entregan acciones y decisiones estratégicas a conglomerados transnacionales.

Acero, pero también política pura

El acuerdo Trump-Nippon Steel es acero revestido de política. Promete empleos e inversión, pero también concentra poder y expone un modelo económico proteccionista, donde el presidente tiene poder de veto sobre empresas privadas en nombre de la “seguridad nacional”.

La historia aún no termina, y las verdaderas consecuencias económicas, sociales y políticas se verán con el tiempo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press