Desfiles, desafíos y democracia: la polémica marcha militar de Trump y el movimiento “No Kings”

Mientras Trump celebra su cumpleaños con tanques y soldados, miles salen a las calles en EE.UU. contra lo que consideran un giro autoritario en el gobierno

Un desfile que no pasa desapercibido

Este 14 de junio, Estados Unidos experimentó un evento sin precedentes en tiempos de paz: una espectacular parada militar organizada en Washington D.C. para conmemorar los 250 años del Ejército estadounidense, que coincidió con el 79° cumpleaños del expresidente Donald Trump. Aunque planteado inicialmente como una celebración institucional, el evento ha sido catalogado como un acto de politización militar por parte de críticos y expertos.

La parada incluyó una muestra masiva del poder bélico del país: más de 6,000 soldados, 128 tanques y vehículos blindados, 62 aeronaves militares y una performance temporalmente coreografiada dividida por períodos históricos. La escena fue rematada por un concierto patriótico y fuegos artificiales en el National Mall. Todo, con un costo estimado de entre $25 y $45 millones de dólares.

Inspiración francesa, ejecución americana

La idea del desfile militar no surgió de la nada. Trump quedó fascinado por el desfile del Día de la Bastilla en París durante una visita oficial en 2017. “Fue uno de los desfiles más grandiosos que he visto”, dijo tras el evento, expresando su deseo de replicarlo en suelo estadounidense, pero “aún más grande”.

Este tipo de desfiles militares son comunes en varias democracias europeas (como Francia y Reino Unido), pero también en regímenes autoritarios donde se usan para proyectar poder interno y externo.

Críticas: ¿celebración patriótica o espectáculo autoritario?

El desfile ha estado rodeado de controversia desde su anuncio. Por un lado, Trump ha sido acusado de apropiarse de una conmemoración histórica para su beneficio personal, habiendo sincronizado la fecha con su cumpleaños y utilizado estética y recursos militares para reforzar su imagen política.

Esto se sumó a otras acciones recientes que avivaron el debate sobre la militarización de la política bajo su influencia: el despliegue de la Guardia Nacional en ciudades como Los Ángeles sin permiso de los gobernadores, el posicionamiento de tropas detrás de él durante un discurso en Fort Bragg, y la presencia de quioscos de mercancía MAGA vendiendo productos a soldados en uniforme.

Según una encuesta del AP-NORC Center for Public Affairs Research, 6 de cada 10 estadounidenses consideraron que el desfile “no es un buen uso” del dinero público.

La respuesta: el surgimiento del movimiento “No Kings”

Frente a este ostentoso despliegue marcial, emergió una respuesta ciudadana organizada: el movimiento “No Kings”. Esta protesta nacional fue convocada por la organización 50501 Movement, cuyo nombre hace alusión a sus principios: 50 estados, 50 protestas, 1 movimiento.

Su mensaje es directo: rechazar el autoritarismo, el culto a la personalidad, y la creciente influencia de los intereses de multimillonarios sobre la democracia, representados —según sus organizadores— por Trump y aliados como Elon Musk.

En lugar de marchar en Washington, decidieron movilizarse en todo el país: cerca de 2,000 eventos locales en parques, plazas públicas y escalinatas de ayuntamientos en todos los estados, bajo el lema: “No tronos, no coronas, no reyes”.

La movilización civil más grande desde el regreso de Trump

“‘No Kings’ es probablemente la mayor protesta nacional coordinada desde la reelección de Trump”, señalaron sus portavoces en una conferencia telefónica. Estiman que entre uno y dos millones de personas marcharon en ciudades como Nueva York, Chicago, Atlanta, Los Ángeles y Sacramento, así como en pequeñas localidades rurales.

El evento insignia tuvo lugar en Filadelfia, frente al Independence Hall, donde hace casi 250 años se rompieron los lazos con una monarquía y se proclamó una nueva república. Fue un acto simbólico y altamente cargado de contenido histórico: “Volvemos aquí para recordar que este país se fundó rechazando reyes”, señaló un orador.

Trump y la militarización del espacio público

Lo que para algunos fue un día de orgullo nacional, para otros fue una alarmante muestra de autocracia disfrazada de patriotismo. La utilización de tropas durante el desfile, la participación de Marines armados custodiando edificios federales tras protestas migratorias, y la activación de la Guardia Nacional sin aval de los gobernadores, han alimentado la narrativa de un gobierno que coquetea peligrosamente con el autoritarismo.

Este tipo de espectáculos no son característicos de una democracia en salud”, comentó el historiador Timothy Snyder. “Son herramientas que los regímenes autoritarios emplean para consolidar el poder, dividir a la ciudadanía entre ‘patriotas’ y ‘traidores’, y eliminar el debate político plural”.

Comparaciones internacionales, ¿una tradición o una advertencia?

Desfiles militares han sido, durante siglos, símbolo de celebraciones nacionales. Desde el desfile del Día de la Bastilla en Francia, hasta el Trooping the Colour británico para celebrar el cumpleaños del monarca, o los desfiles del Día de la Victoria en Rusia, son eventos que funcionan como espejos culturales del modelo de poder en cada nación.

  • Francia: Desde 1880 se celebra el 14 de julio con un desfile militar recorriendo los Campos Elíseos. Marca la toma de la Bastilla de 1789, símbolo de la Revolución Francesa.
  • Reino Unido: Su desfile anual tiene raíces en la Restauración del siglo XVII y se celebra en junio, sea cual sea la fecha de nacimiento del monarca.
  • Cuba, Venezuela y Corea del Norte: En estos países los desfiles militares son rutinarios y suelen estar centrados en el líder. Corea del Norte ha sido especialmente extravagante al presentar arsenal nuclear y perpetuar el linaje dinástico de los Kim.
  • Alemania Nazi (1939): El cumpleaños nº 50 de Hitler fue marcado con uno de los desfiles más colosales en tiempos de preguerra: más de 40,000 efectivos marcharon, mientras cientos de miles aplaudían al Führer.

En ese contexto, el desfile promovido por Trump alimenta temores no solo estéticos, sino históricos. La historia mundial demuestra cómo la parafernalia militar ha sido usada para legitimar gobiernos totalitarios. Para los –literalmente– millones que salieron a manifestarse, la línea entre celebración patriótica y apología autocrática parece peligrosamente fina.

¿Qué viene después del 14 de junio?

Aunque las escenas de soldados en desfiles y manifestantes en las calles dominaron esta jornada simbólica, el verdadero combate se libra en una arena mucho más persistente: la defensa de la democracia.

Larry Krasner, fiscal general de Filadelfia, lo resumió con una exhortación poderosa: “Si estás haciendo lo que haría Martin Luther King, estarás bien”. Bajo ese espíritu, decenas de miles marcharon pacíficamente, portando pancartas con frases como “La bandera no pertenece a los reyes” o “La democracia no desfila con tanques”.

En lo que resta de año y de cara a futuras elecciones, el choque entre visiones de país seguirá profundizándose. La pregunta no será solo qué desfile queremos ver en nuestras capitales, sino quién y cómo define la narrativa del patriotismo estadounidense.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press