Desfiles, tanques y política: el espectáculo militar de los 250 años del Ejército en Washington
Una conmemoración histórica que combina poderío militar, narrativas patrióticas y el protagonismo de Donald Trump en su cumpleaños número 79
Washington D.C. se ha convertido, una vez más, en el epicentro del simbolismo político y militar de Estados Unidos. Con motivo del 250º aniversario del Ejército de EE.UU., la capital fue escenario de un majestuoso desfile militar sin precedentes recientes. Coincidiendo con el 79º cumpleaños del expresidente Donald Trump, el evento ha sido tanto una celebración patriótica como un despliegue de poder y narrativa política.
Una historia de 250 años contada paso a paso
El desfile del sábado fue una reconstrucción visual de la historia militar estadounidense. Comenzando por la Batalla de Lexington, que marcó el inicio de la Guerra de Independencia, avanzó cronológicamente hacia conflictos como la Guerra Civil, la Primera y Segunda Guerra Mundial, la Guerra del Golfo y hasta las recientes campañas en Irak y Afganistán.
Cada conflicto fue representado por 150 soldados vestidos con uniformes de época, seguidos de formaciones actuales de tropas modernas. Según el portavoz del Ejército, Steve Warren, para lograr una duración exacta de 90 minutos de desfile, se diseñaron formaciones precisas de tropas con marchas cronometradas —por ejemplo, la Segunda Guerra Mundial tuvo 6 minutos y 22 segundos.
El poderío militar sobre ruedas… y en el aire
Con más de 6.100 soldados, 128 vehículos blindados (incluidos tanques Abrams y vehículos Stryker), y 62 aeronaves, fue un espectáculo de contundencia visual. Entre los vehículos más llamativos estuvieron los tanques Renault de la Primera Guerra Mundial, que a los 8 minutos con 23 segundos de desfile, hicieron su aparición. Aunque diminutos y obsoletos frente a los modernos tanques M1A2 Abrams, marcaron un momento histórico por su relevancia táctica.
En el cielo, el desfile alcanzó otro nivel. A los 13 minutos con 37 segundos, comenzaron los sobrevuelos con bombarderos B-25 Mitchell, cazas P-51 Mustang y el icónico C-47 Skytrain, famoso por su rol durante el Día D en 1944. La etapa final del desfile aéreo fue protagonizada por Black Hawks, Apaches y Chinooks, resaltando la tecnología actual y lo que viene para la aviación del Ejército.
Una inversión millonaria para una celebración sin precedentes
El evento tuvo un costo estimado de entre 25 y 45 millones de dólares. Aunque parte del presupuesto fue cubierto por el Pentágono, la magnitud del despliegue —entre logística, seguridad y preparación técnica— despertó críticas por parte de sectores que consideran excesivo el gasto.
Pero para la Casa Blanca, representada por la vocera Anna Kelly, poco importaban los costos: “¡Llueva o truene, una celebración histórica se llevará a cabo!”, enfatizó. Aunque existía la posibilidad de viento y tormentas eléctricas que amenazaban con retrasar el evento, finalmente las condiciones permitieron que el desfile se desarrollara según lo planeado.
Donald Trump y su rol protagónico
La figura central, fuera del Ejército, fue sin duda Donald Trump. Una gran fotografía del expresidente colgaba en el Edificio Whitten del USDA y su presencia fue enfatizada en todos los preparativos. Desde una tarima presidencial, Trump observó el paso de las formaciones militares. Su participación alcanzó el clímax cuando juramentó a 250 nuevos reclutas, quienes le rindieron un saludo militar justo frente a la Casa Blanca.
El desfile finalizó con una presentación aérea del equipo de paracaidistas Golden Knights que entregaron al expresidente una bandera estadounidense. Posteriormente, un espectáculo de fuegos artificiales de 19 minutos marcó el cierre de la jornada.
¿Homenaje militar o evento político?
El evento ha sido elogiado por muchos como un homenaje merecido al Ejército y a su historia. Sin embargo, no faltan las críticas por utilizar recursos militares y fondos públicos en lo que algunos consideran un acto político con tintes de culto a la personalidad.
“Lo que hemos visto hoy más que un desfile militar ha sido un espectáculo personalista”, expresó en X (antes Twitter) el congresista demócrata Jamie Raskin. Organizaciones como Veterans for Responsible Leadership condenaron lo que llamaron una “politización peligrosa del Ejército”.
Si bien los desfiles militares no son ajenos a la cultura americana —por ejemplo, tras la Segunda Guerra Mundial hubo desfiles en Nueva York y en 1991 tras la Guerra del Golfo— ningún otro evento reciente ha sido tan cargado de simbolismo político como este, especialmente al coincidir con el cumpleaños de una figura tan polarizadora.
El simbolismo detrás de cada uniforme
La fórmula empleada en este desfile fue casi teatral. Cada bloque temático, con vestimenta, equipo y formación representaba un capítulo del relato patriótico nacional. Por ejemplo, el segmento del Conflicto de Vietnam presentó helicópteros Huey volando en formación, con soldados portando réplicas exactas de fusiles M16A1 y uniformes estándar de 1968.
Incluso en los detalles más mínimos —como los segundos que ocupaban en el desfile, o el uso de siete soldados de ancho por diez de fondo— se evidenció una planificación milimétrica que convirtió el evento en una narración visual cronometrada.
Asistencia masiva y alto nivel de seguridad
Según estimaciones oficiales, el evento congregó a más de 200,000 asistentes. Las medidas de seguridad fueron extremas. Se colocaron más de 20 kilómetros de vallado metálico alrededor del National Mall y hubo más de 1,200 agentes locales y federales desplegados.
Participaron activamente el Servicio Secreto, la Policía del Capitolio, el FBI y el Departamento de Seguridad Nacional, además de la Guardia Nacional del Distrito. Todo esto sin contar el personal militar asignado a la logística interna del evento.
La tradición militar como instrumento de narrativa política
No es la primera vez que un presidente (o expresidente) utiliza el aparato militar como parte de su narrativa política. En 2019, Donald Trump organizó un evento similar para el 4 de julio, denominado “Salute to America”, en el cual tanques, aviones y fuegos artificiales llenaron Washington. Aquel evento fue también controversial por su alto costo y por considerarse una exhibición de fuerza con tintes autocráticos.
Este último desfile del 14 de junio de 2025 continúa con esa lógica, especialmente al coincidir con su cumpleaños. ¿Fue un desfile del Ejército o una plataforma para relanzar su imagen de cara a 2026? Muchos analistas coinciden en que el evento marca una antesala clara al intento de Trump por mantenerse como figura central en la política estadounidense.
La otra cara de la moneda
A pesar de todas las críticas y polémicas, muchos asistentes al desfile destacaron la emoción de ver a las Fuerzas Armadas representando su historia de forma tangible. Familias, veteranos e incluso jóvenes reclutas vieron el evento como una oportunidad única para reconocer el sacrificio y evolución del Ejército más poderoso del mundo.
“Ver el C-47 sobrevolar acompañado de los Mustangs fue como regresar al pasado”, dijo John Markman, un veterano del Golfo Pérsico presente en el National Mall.
En este escenario dual de homenaje y estrategia política, el 250 aniversario del Ejército logró ser todo lo que se esperaba: una vitrina de poder, memoria, y proyección de influencia. Cómo será recordado, quedará en manos de historiadores… y votantes.