Israel y el Ataque a las Instalaciones Nucleares de Irán: ¿Cambio de Juego o Prolongación del Conflicto?

Un análisis profundo del impacto, motivaciones y consecuencias del bombardeo israelí a la planta nuclear de Natanz y otras instalaciones estratégicas en Irán

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Una ofensiva quirúrgica con objetivos estratégicos

El ataque israelí del pasado 13 de junio de 2025 contra las instalaciones nucleares en Irán no solo fue uno de los más agresivos registrados en la historia reciente de la región, sino también uno de los más precisos. La operación, que destruyó buena parte de la infraestructura eléctrica de la planta de enriquecimiento de Natanz y causó la muerte de figuras clave del programa nuclear iraní, representa un punto de inflexión en el conflicto larvado entre ambos países.

Según Fabian Hinz, experto del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos en Londres, no hay duda de que el daño fue considerable, afectando posiblemente tanto a las instalaciones físicas como al “cerebro” detrás del programa iraní, al eliminar importantes científicos y personal militar.

El contexto: El fin del acuerdo nuclear y la escalada del enriquecimiento

Para entender el porqué de esta ofensiva, es imprescindible volver a 2018, cuando Estados Unidos, bajo el mandato del entonces presidente Donald Trump, se retiró del acuerdo nuclear firmado por Irán y las potencias mundiales (el Plan de Acción Integral Conjunto - JCPOA por sus siglas en inglés). A partir de ese momento, Irán reactivó sus actividades de enriquecimiento de uranio a niveles peligrosamente cercanos a los requeridos para fines armamentísticos.

De hecho, la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) ha alertado repetidamente de que Irán posee suficiente uranio altamente enriquecido para fabricar varias bombas nucleares, si así lo deseara. El gobierno iraní se ha mantenido firme en argumentar que su programa tiene fines exclusivamente pacíficos.

¿Qué se destruyó exactamente en Natanz?

La planta de Natanz, a unos 220 km al sureste de Teherán, es considerada el corazón del programa atómico iraní. Allí, el uranio se enriquecía hasta niveles del 60%, un umbral que supera con creces el requisito del 5% utilizado en plantas de energía nuclear. En palabras del director general de la AIEA, Rafael Grossi, se destruyó por completo la parte superficial del complejo, donde se llevaba a cabo justamente este tipo de enriquecimiento intermedio.

Además, se pulverizaron las subestaciones eléctricas y las fuentes de energía secundaria, lo que podría haber afectado —aunque aún no se ha confirmado del todo— a las más de 10,000 centrifugadoras alojadas en la parte subterránea de la planta. Estas máquinas, extremadamente delicadas, funcionan a altísimas velocidades y su estructura puede colapsar ante interrupciones súbitas del suministro eléctrico o por vibraciones causadas por explosiones.

El sitio Fordo: ¿Intocable?

Otra instalación crítica del programa iraní es Fordo, una planta altamente fortificada construida en el interior de una montaña a unos 100 km de Teherán. Allí se concentra el mayor número de centrifugadoras de alta eficiencia, y el enriquecimiento de uranio ya se realiza también hasta el 60%. Dos explosiones fueron reportadas cerca del lugar, aunque no se confirmó si las instalaciones fueron directamente impactadas.

Hinz ha señalado que, dadas sus características defensivas, Fordo solo podría ser desactivado con bombas “rompe-bunkers” de tipo GBU-57, utilizadas únicamente por aviones estadounidenses B-2 o B-52, modelos de los que Israel no dispone en su fuerza aérea. Esto limita la capacidad israelí para desmantelar completamente esta instalación mediante ataques aéreos convencionales.

Radiación y riesgos medioambientales: ¿A salvo el público?

A pesar de la magnitud de la operación, la AIEA ha confirmado que los niveles de radiación en las zonas afectadas no han mostrado alteraciones significativas. Incluso en caso de fuga, David Albright, experto en armas nucleares, explicó que la cantidad liberada sería mínima y comparable a una dosis de radiación recibida en varios vuelos transatlánticos.

El verdadero peligro no relacionado con la radiación provendría del fluoruro de uranio (UF6), compuesto extremadamente reactivo utilizado en el proceso de enriquecimiento. Una liberación de esta sustancia podría ocasionar quemaduras graves o afectar las vías respiratorias de quienes estén cerca al momento del accidente.

¿Cuánto retrocede Irán?

El impacto directo de los ataques podría haber retrasado entre 6 y 12 meses los avances del programa nuclear iraní, según estimaciones. Si se confirma la destrucción (o inutilización prolongada) de miles de centrifugadoras, Irán requeriría tiempo y recursos logísticos considerables para fabricar nuevos dispositivos, muchos de los cuales dependen de componentes altamente especializados.

Además, la eliminación de expertos científicos clave representa un revés incalculable, considerando que estos son difíciles de reemplazar con prontitud incluso para un país con conocimientos avanzados como Irán. El ataque podría haber sido más que una acción disuasiva: un esfuerzo concertado para desmantelar los pilares técnico-científicos del programa.

Estrategia israelí: el arte de golpear sin provocar una guerra total

Israel ha optado históricamente por una estrategia de sabotajes quirúrgicos y asesinatos selectivos en lugar de ataques a gran escala. Desde el asesinato del científico Mohsen Fakhrizadeh en 2020 hasta los ciberataques en Natanz en 2021, cada acción ha buscado frenar el progreso nuclear iraní sin cruzar la línea de una confrontación abierta.

El primer ministro Benjamin Netanyahu ha sido claro: esta campaña militar continuará “todos los días que sean necesarios para eliminar la amenaza nuclear iraní”. Este lenguaje sugiere que el reciente bombardeo podría ser parte de una campaña sostenida, y no un hecho aislado.

Respuesta iraní: en espera de represalias o contención

Aunque el gobierno iraní aún no ha lanzado una severa respuesta militar, es probable que se geste una represalia a modo de muestra de fuerza. Sea a través de misiles, ciberataques o acciones mediante proxies en la región (como Hezbolá o milicias iraquíes), la tensión podría escalar en cualquier momento.

Sin embargo, el régimen también enfrenta presiones internas por las sanciones económicas y las protestas sociales. Una respuesta desproporcionada podría agudizar los problemas domésticos. Para Irán, esto representa un dilema geoestratégico: ¿arriesgar todo en un contraataque o reconfigurar su programa en las sombras?

¿Y ahora qué? El ajedrez nuclear en Oriente Medio

El ataque de Israel puede haber cambiado el tablero a corto plazo, retrasando el desarrollo del programa nuclear iraní. Pero también incrementa el riesgo de una escalada regional, con actores como Estados Unidos, Arabia Saudita y el propio Consejo de Seguridad de la ONU involucrados directa o indirectamente.

Los próximos movimientos en este juego de ajedrez serán cruciales. Mientras tanto, el mensaje es claro: Israel no permitirá que Irán cruce la línea roja nuclear, y está dispuesto a arriesgar conflictos mayores para evitarlo.

Fuentes:

  • Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA)
  • Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS)
  • Washington Institute for Near East Policy
  • Entrevistas a David Albright y Fabian Hinz (vía Reuters y The Guardian)
Este artículo fue redactado con información de Associated Press