Hezbolá y el Eje de la Resistencia: ¿Por qué sus armas están en silencio ante Israel?
Mientras Irán e Israel intercambian ataques directos, sus aliados más férreos—Hezbolá, milicias iraquíes y hutíes—optan por la cautela. ¿Táctica estratégica o debilitamiento regional?
Por décadas, el "Eje de la Resistencia" ha sido sinónimo del músculo militar de Irán en Medio Oriente. Dirigido espiritualmente desde Teherán y compuesto por aliados como Hezbolá en Líbano, las milicias chiítas en Irak, los hutíes en Yemen y el grupo palestino Hamás, esta red de actores ha sido vista como una amenaza coordinada a los intereses de Israel y sus aliados. Sin embargo, en el actual conflicto directo entre Irán e Israel, los satélites de Teherán parecen haber optado por una respuesta pasiva o silente. ¿Qué ha cambiado?
Una red creada en la década de los 80
Hezbolá surgió en 1982, fruto del apoyo iraní durante la guerra civil libanesa y la invasión israelí al sur de Líbano. A lo largo de los años 90 y 2000, el grupo construyó un formidable arsenal con la asesoría de Irán. Según informes del Instituto de Estudios Estratégicos de Jerusalén, se estima que Hezbolá llegó a tener más de 150,000 misiles y cohetes a su disposición para 2022.
Su líder, Hassan Nasrallah, quien murió en un ataque israelí en septiembre de 2024, presumía tener 100,000 combatientes. Hezbolá se convirtió rápidamente en más que una milicia: fungía como partido político, canal de ayuda social y brazo militar iraní.
Del protagonismo a la pausa estratégica
Desde el ataque de Hamás contra Israel el 7 de octubre de 2023 y la subsiguiente ofensiva israelí sobre Gaza, Hezbolá inició una campaña paralela de lanzamiento de cohetes desde el sur de Líbano. Las represalias vinieron rápido. Israel respondió con ataques aéreos devastadores, matando líderes clave de Hezbolá y, eventualmente, alcanzando a Nasrallah.
Una tregua mediada por Estados Unidos en noviembre de 2024 detuvo temporalmente el conflicto directo entre ambos. Sin embargo, la situación actual —tras los ataques israelíes sobre territorio iraní en abril de 2025— muestra una crisis distinta: la aparente inacción del grupo libanés.
¿Por qué ahora guarda silencio Hezbolá?
La respuesta es multifactorial, según analistas como Andreas Krieg de King’s College London. En palabras del experto:
“Hezbolá ha sido degradado estratégicamente y está cortado de las cadenas logísticas en Siria. Ya no puede sostener un conflicto a gran escala tan fácilmente como antes.”
El colapso del régimen de Bashar al Assad en Siria a fines de 2024 tras una ofensiva relámpago rebelde ha significado para Hezbolá la pérdida de una ruta vital para recibir armas desde Irán. Además, la opinión pública interna no es uniforme completamente a favor de un nuevo conflicto con Israel.
Según Qassem Qassir, analista libanés con lazos cercanos a Hezbolá:
“Muchos miembros sienten que fueron sacrificados por intereses regionales iraníes y claman por centrarse en los asuntos domésticos libaneses.”
Milicias iraquíes: entre la retórica y la autocontención
En Irak, las milicias pro-iraníes como Kataib Hezbolá han dominado el espacio político y militar desde la retirada parcial estadounidense en 2021. Aunque han condenado públicamente los ataques israelíes y la supuesta utilización del espacio aéreo iraquí para atacar Irán, no han ejecutado ninguna represalia militar importante.
Renad Mansour, investigador del think tank británico Chatham House, explicó:
“Las milicias en Irak están cómodas: tienen poder, recursos, presencia estatal. No quieren arrastrar al país a una guerra con Israel.”
De hecho, estas fuerzas hoy constituyen parte de las Fuerzas de Movilización Popular de Irak, una organización estatal, lo que añade una capa de complejidades diplomáticas que no pueden ignorar. Su prioridad parece ser política y económica, no la vanguardia militar.
Irán bajo fuego directo: conmoción e indignación
La población iraní en ciudades como Teherán ha recibido los ataques directos de Israel con una mezcla de ira, miedo y patriotismo. Imágenes de misiles sobre Tel Aviv fueron celebradas por algunos, mientras otros hacían largas filas para comprar pan o gasolina por temor a una crisis interna.
“Israel mató a nuestros comandantes. ¿Qué esperan? ¿Un beso?”, dijo el taxista Mahmoud Dorri a medios locales. Sin embargo, otros ciudadanos como el mecánico Houshang Ebadi afirman: “Apoyo a mi país, pero espero que esto termine. Una guerra total no trae frutos para nadie.”
Los hutíes: ¿el nuevo rostro del Eje?
Ante el repliegue de Hezbolá y la cautela iraquí, algunos ven a los rebeldes hutíes de Yemen como los próximos en liderar la respuesta. Desde que comenzó el conflicto Hamás-Israel, los hutíes han lanzado misiles hacia el sur israelí y han atacado barcos en el Mar Rojo —una ruta comercial crítica— en actos de hostigamiento coordinado.
Pero Andreas Krieg es cauteloso con esta idea:
“Aunque los hutíes muestran voluntad, carecen de la capacidad estratégica y están demasiado lejos geográficamente para ser una amenaza decisiva para Israel.”
¿El fin del eje o su reformulación?
Durante años, el llamado Eje de la Resistencia fue percibido como una red fuertemente centralizada con Irán como su núcleo. Sin embargo, los eventos actuales muestran lo contrario. Cada jugador del eje está siguiendo una agenda nacional propia, priorizando su estabilidad local sobre la solidaridad regional.
“No es ya un eje estructurado, sino más bien una red suelta donde cada uno vela por su supervivencia”, concluye Krieg.
Esta transición marca un momento crucial en la geopolítica del Medio Oriente. Aunque la narrativa anti-israelí une verbalmente a estos movimientos, las acciones auténticas —o su ausencia— muestran que la solidaridad armada está en pausa, y tal vez en declive.