Sudáfrica bajo el agua: tragedia, abandono y la amenaza climática persistente

Las devastadoras inundaciones en Mthatha revelan una crisis ambiental y social donde la pobreza, la falta de infraestructura e ignorar las alertas climáticas se entrelazan con consecuencias mortales.

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Una tragedia que continúa cobrando vidas

Las lluvias torrenciales que azotaron la provincia del Cabo Oriental en Sudáfrica han dejado, hasta el momento, 86 víctimas mortales, según confirmó el ministro de policía, Senzo Mchunu. Las comunidades en torno a la ciudad de Mthatha, una de las regiones más empobrecidas del país, se han visto atrapadas por la furia inesperada del agua desde las primeras horas del martes 10 de junio.

Las imágenes de cuerpos arrastrados por el lodo, casas patas arriba y familias enteras desaparecidas han conmovido al país y al mundo. Una pared de agua de entre 3 y 4 metros de altura arrasó viviendas, caminos y vidas en cuestión de minutos. Numerosos niños están entre los fallecidos, aunque no se ha dado aún una cifra oficial. Uno de los cuerpos encontrados el sábado era el de un niño que las autoridades creen tenía entre 13 y 14 años.

Desconfianza, rumores y desinformación

En una situación desesperada, han surgido también fake news que empeoran el ánimo de la población. Mchunu se vio obligado a desmentir los rumores que circularon en redes sociales asegurando que el desastre fue causado por la apertura de compuertas del embalse de Mthatha. "Ese embalse no posee compuertas", aseveró el ministro para detener la ola de indignación basada en información incorrecta.

¿Cambio climático o negligencia institucional?

Durante su visita, el presidente Cyril Ramaphosa atribuyó parcialmente el desastre al cambio climático. Las costas sudafricanas, declaró, son cada vez más vulnerables a desastres naturales relacionados con el clima. "Las advertencias estaban allí. El frío extremo, los vientos huracanados y las lluvias intensas fueron pronosticadas", sostuvo Ramaphosa, y a pesar de eso, las medidas no llegaron a tiempo ni fueron suficientes.

Este no es un caso aislado. En 2022, más de 400 personas murieron tras las inundaciones que golpearon Durban, en la costa este del país. Un estudio posterior vinculó aquellas lluvias extremas con los efectos del cambio climático.

Ramaphosa también mencionó que se investigará si hubo fallas en la infraestructura del embalse local, sin confirmar si esto fue un factor determinante en la tragedia.

Carencias estructurales en un entorno vulnerable

Que Mthatha y sus pueblos vecinos hayan sufrido tan profundamente no es fortuito. Esta zona se caracteriza por su alta pobreza, habitada en su mayoría por comunidades que viven en asentamientos informales a orillas del río que se desbordó. Estas viviendas improvisadas son las primeras en ser arrasadas con cualquier subida de agua. Son comunidades donde la implementación de infraestructuras básicas es casi inexistente.

Una y otra vez, los expertos remarcan la relación directa entre la pobreza, el abandono estatal y el aumento de la vulnerabilidad frente a fenómenos climáticos extremos. En palabras del climatólogo sudafricano Peter Johnston:

“El cambio climático no crea desastres por sí mismo; intensifica las condiciones preexistentes. Si las comunidades están marginadas o mal protegidas, los efectos son mucho más letales”.

Respuestas lentas e insuficientes

Fuertemente criticadas fueron también las labores de rescate, que muchos consideran siendo tardías y sin recursos adecuados. Aunque equipos de búsqueda y rescate han estado activos durante varios días, aún se teme que el número de fallecidos crezca. Algunas de las víctimas fueron arrastradas hasta dos kilómetros de sus hogares por la fuerza del agua.

La magnitud del desastre nos sobrepasó”, admitió un miembro de uno de los equipos de rescate en declaraciones al canal eNCA. No había materiales, ni maquinaria adecuada, ni plataformas flotantes suficientes para acceder a zonas completamente anegadas.

Una amenaza que se repite: Kinshasa bajo el agua

El caso de Mthatha no es una excepción en el continente. En la vecina República Democrática del Congo, al menos 19 personas murieron este sábado por inundaciones en la ciudad de Kinshasa. Nuevamente, las fuertes lluvias han hecho colapsar muros, provocar deslizamientos de tierra y dañar puentes.

En abril, la misma ciudad sufrió un evento similar que dejó 22 muertos y aisló la mitad de la ciudad, incluyendo el principal aeropuerto del país.

En palabras del urbanista congoleño, Jean-Serge Kabuya:

"Mientras sigamos permitiendo la urbanización desordenada en zonas de alto riesgo, estas tragedias se repetirán con más frecuencia y mayor magnitud."

La “nueva normalidad” africana

Los expertos insisten en que África será uno de los continentes más golpeados por el cambio climático. Las zonas costeras y los países con debilidad en infraestructura son los más expuestos. Un informe del IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático) resalta que eventos como lluvias extremas, sequías prolongadas y pérdida de cosechas serán cada vez más recurrentes en África subsahariana si no hay acciones coordinadas y urgentes.

No se trata solo de salvar vidas tras la catástrofe, sino de prevenirla desde décadas antes”, sentenció la ambientalista sudafricana Thando Nkosi. “Adaptación climática, reubicación de comunidades vulnerables, sistemas de alerta temprana, infraestructura resiliente... ¿por qué seguimos fallando en lo básico?

Invisibles hasta que mueren

Tragedias como esta evidencian también la deshumanización de las víctimas. Personas pobres, negras, olvidadas por décadas, que solo cobran visibilidad cuando aparecen entre los escombros. Como lo describió el ensayista camerunés Achille Mbembe, “África sufre una muerte lenta, silenciosa y colectiva. Somos un continente cuya tragedia se acepta como parte del paisaje global”.

¿Hacia dónde vamos?

No podemos cambiar el clima de un año a otro, pero sí podemos cambiar la forma en la que elegimos enfrentarlo. Si las lecciones de Durban en 2022, de Kinshasa en abril, y de Mthatha en junio de 2025 no bastan, será difícil justificar las próximas muertes.

Ramaphosa prometió medidas. Pero en los asentamientos destrozados de Mthatha, lo que se escucha son gritos ahogados por el dolor, y preguntas sin respuesta: "¿Dónde estaban cuando más los necesitamos?"

Este artículo fue redactado con información de Associated Press