El conflicto Israel-Irán: ¿Una guerra por la supremacía nuclear y energética en Oriente Medio?
Misiles, muertos y diplomacia fallida: cómo la escalada entre Teherán y Tel Aviv podría cambiar el equilibrio geopolítico global
Una escalada sin precedentes entre Israel e Irán
Por tercer día consecutivo, Israel e Irán continúan una peligrosa confrontación militar que amenaza con sacudir la estabilidad de Oriente Medio. Misiles, muertos, instalaciones nucleares destruidas y una retórica cada vez más intensa marcan este nuevo episodio del conflicto que viene gestándose por años entre dos de las potencias más determinantes del Golfo Pérsico.
Con ataques aéreos que han afectado incluso centros urbanos en Israel como Tel Aviv y Rehovot, los misiles iraníes han logrado romper, en algunos casos, la sofisticada defensa antimisiles israelí. En respuesta, Israel ha dirigido ataques quirúrgicos contra instalaciones nucleares y militares dentro del territorio iraní, incluyendo el complejo nuclear de Natanz y un centro de conversión de uranio en Isfahán.
¿Por qué ahora? El trasfondo nuclear
Este aumento en las hostilidades no es gratuito. Irán había anunciado recientemente su intención de abrir un tercer sitio de enriquecimiento de uranio, justo después de haber sido censurado por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) por incumplir sus compromisos nucleares.
“Nos defendemos porque sabemos que este ataque es fruto del apoyo directo de Washington”, declaró Abbas Araghchi, ministro de Asuntos Exteriores de Irán, al tiempo que cancelaba, sin más, las negociaciones nucleares programadas con Estados Unidos en Omán.
La Atomic Energy Agency (AIEA) confirmó daños significativos en cuatro edificios “críticos” de instalaciones nucleares iraníes, además de una pérdida sustancial de capacidad operativa en las instalaciones subterráneas de Natanz. En palabras de Rafael Grossi, director del OIEA: “La reconstrucción tardará mucho más que unas semanas”.
¿Es esto una guerra energética?
Más allá del componente militar y nuclear, el conflicto también tiene fuertes implicaciones económicas. Uno de los ataques israelíes alcanzó una instalación de procesamiento de gas natural en Irán, específicamente en el campo de gas South Pars, vital para las exportaciones energéticas del país persa.
Esta acción sugiere que el objetivo de Tel Aviv es más amplio: golpear a Irán en el corazón de su industria energética, clave para su tambaleante economía sometida a fuertes sanciones internacionales.
El impacto humano: cifras alarmantes
Las consecuencias ya se sienten en la población civil. Según el embajador de Irán ante la ONU, al menos 78 personas han muerto en Irán y más de 320 han resultado heridas. En Israel, el número de muertos por misiles iraníes asciende a 13, incluyendo el impacto letal en un edificio residencial en Bat Yam, cerca de Tel Aviv, donde murieron dos niños.
Las calles están llenas de escombros, vehículos calcinados y vidrios rotos. La policía israelí, utilizando drones, rastrea los edificios colapsados en búsqueda de sobrevivientes, mientras cientos de personas abandonan zonas de riesgo con sus pertenencias a cuestas.
Tel Aviv tras un ataque iraní con misiles (Foto: AP)
La diplomacia en pausa: cuando la palabra pierde frente a las bombas
Las negociaciones que se llevaban a cabo en Omán entre Irán y Estados Unidos sobre la reducción del programa nuclear de Teherán han sido canceladas.
El gobierno iraní sostiene que no es lógico sentarse a negociar mientras su territorio es bombardeado. “Las conversaciones ahora son injustificables y reflejo del respaldo de EE. UU. a los ataques israelíes”, enfatizó Araghchi.
En Washington, el expresidente Donald Trump –quien busca regresar a la Casa Blanca– declaró que EE. UU. no participó en los ataques, pero advirtió que “si Irán ataca directa o indirectamente a intereses estadounidenses, la respuesta será de una magnitud nunca antes vista”.
Un polvorín a punto de estallar: Netanyahu, Hamas y la presión de Gaza
El contexto no podría ser más inestable. Israel ya mantiene un frente abierto en Gaza contra Hamás, grupo profundamente vinculado con Irán. La operación “Espada de Hierro” contra el enclave palestino tras los ataques del 7 de octubre de 2023, ha escalado en intensidad y ha provocado la condena internacional.
Benjamin Netanyahu, lejos de mostrar señales de conciliación, ha declarado que “los ataques actuales no son nada comparado con lo que Irán sentirá en los próximos días”, confirmando que el Estado hebreo está dispuesto a ir más allá.
Geopolítica global: Rusia, China, Europa y el juego de poder
Las potencias mundiales están en alerta. China condenó los ataques israelíes a las instalaciones nucleares calificándolos de “precedente peligroso”, mientras que Rusia –que mantiene estrechas relaciones tanto con Israel como con Irán– podría asumir el rol de mediador en los próximos días.
El presidente Emmanuel Macron también se encuentra reconfigurando la influencia de Francia en temas internacionales, aunque más enfocado en áreas como el Ártico y la soberanía territorial de Dinamarca sobre Groenlandia.
Mientras tanto, la Unión Europea hace llamados tímidos a la desescalada, pero carece del peso real para influir directamente sobre el conflicto.
¿Hacia dónde vamos? Escenarios posibles
La gran pregunta es si alguno de los actores principales está dispuesto a frenar la escalada. Por un lado, Israel parece convencido de que tiene ahora la capacidad y la justificación internacional para desmantelar el aparato nuclear iraní, al menos a nivel superficial. Por el otro, Irán enfrenta presiones internas y externas, y podría utilizar el conflicto como vehículo para reforzar el nacionalismo y desviar la atención de su crisis económica.
¿Puede volver la diplomacia? Solo si una potencia intercesora logra ofrecer garantías reales a ambas partes, algo difícil en un entorno donde la confianza está completamente rota y las armas reemplazan a la palabra.
Una cosa es clara: lo que comenzó como una serie de tensiones regionales contenidas está a punto de transformarse en un conflicto internacional con efectos desestabilizadores multilaterales. Y el reloj sigue contando.