El mega apagón de España y Portugal: ¿Una alerta para el futuro energético de Europa?
El colapso eléctrico del 28 de abril reveló fallas técnicas y errores de planificación que pusieron en jaque el sistema energético ibérico
El 28 de abril de 2024, justo después del mediodía, la calma habitual de millones de hogares y oficinas en España y Portugal se convirtió en un caos repentino e inesperado: una avalancha de apagones que dejó sin suministro eléctrico al 60% de la península en cuestión de segundos. Fue un evento sin precedentes cuyo impacto se sintió desde grandes centros urbanos hasta pueblos rurales, paralizando infraestructuras críticas, telecomunicaciones, transporte y servicios básicos.
Desde entonces, muchas preguntas han flotado en el aire. ¿Qué lo provocó? ¿Podría repetirse? ¿Tuvo algo que ver la expansión de energías renovables? Un informe oficial del Gobierno de España publicado seis semanas después ha empezado a trazar respuestas, aunque el debate sigue abierto y la alarma permanece.
La cronología de una catástrofe instantánea
Todo comenzó a las 12:35 p.m., hora local. En tan solo cinco segundos, la red eléctrica española perdió la asombrosa cantidad de 15 gigavatios de potencia. Para dimensionarlo: equivale al consumo eléctrico combinado de Madrid, Barcelona, Sevilla y Valencia durante varias horas. Las consecuencias no tardaron en manifestarse. Semáforos se apagaron, redes móviles cayeron, estaciones de tren quedaron en silencio absoluto y hospitales activaron sus generadores de emergencia.
El origen inmediato fue una serie de fallos en subestaciones del sur de España. Pero lo que convirtió un problema aislado en una catástrofe nacional fue la incapacidad del sistema para contener un efecto dominó. Un colapso técnico en cadena se desplegó, también afectando la red conectada de Portugal. Solo las Islas Baleares, Canarias, Azores y Madeira se salvaron.
El diagnóstico oficial: errores humanos y técnicos
Sara Aagesen, ministra para la Transición Ecológica, fue la encargada de presentar el informe final elaborado junto a las agencias de seguridad nacional. En sus palabras, el apagón tuvo múltiples factores, pero todos apuntan a lo mismo: falla en la planificación y en las respuestas automatizadas del sistema eléctrico.
Entre las fallas técnicas se destaca:
- El descenso súbito en la frecuencia de la red, que no fue compensado a tiempo.
- La ausencia de una central de respaldo clave en el momento crítico.
- Errores en la redistribución de la carga desde las subestaciones afectadas.
Aagesen descartó cualquier hipótesis relacionada con un ataque cibernético o sabotaje extranjero: “Nuestros analistas de inteligencia han encontrado cero evidencia de intervención externa”, enfatizó.
Renovables en el ojo del huracán
Uno de los temas más controvertidos que emergieron tras el apagón fue si la creciente dependencia de España hacia energías verdes pudo debilitar su resiliencia eléctrica. Recordemos que en 2024, el país alcanzó un récord al generar el 57% de su electricidad desde fuentes renovables, con el objetivo ambicioso de escalar al 81% para 2030.
En palabras del primer ministro Pedro Sánchez: “No nos desviaremos ni un milímetro del rumbo hacia un sistema energético limpio”. Añadió además que el incidente no debe justificar retrocesos en los objetivos climáticos.
No obstante, voces críticas han cuestionado si el diseño actual de la red está preparado para una matriz tan distribuida y dependiente del viento y el sol. Entre ellas, el experto en redes eléctricas de la Universidad Politécnica de Madrid, Dr. Miguel Lara, señala: “Las energías renovables son más sensibles a perturbaciones en la red. Si no se complementan adecuadamente con tecnologías de almacenamiento y respaldo rápido, los apagones serán más frecuentes”.
Portugal: víctima por asociación
La red eléctrica de Portugal está interconectada con la de España desde hace décadas, permitiendo el intercambio de energía. Pero esta vez, esa conexión fue fatal. Cuando España cayó, Portugal también sufrió cortes masivos, dejando a cerca de 4 millones de personas sin luz.
El operador portugués REN (Redes Energéticas Nacionais), colaboró con Red Eléctrica de España en estabilizar el sistema, y en palabras de su presidente, Rodrigo Costa: “Esto nos obliga a repensar si la interdependencia debe ir acompañada de cortafuegos críticos”. Portugal ha iniciado una revisión profunda de su estrategia energética.
¿Puede volver a ocurrir?
La respuesta corta es sí, aunque las posibilidades varían según las medidas futuras. Los expertos en infraestructura energética advierten que las redes modernas, aunque más eficientes, también son más vulnerables a desequilibrios extremos. La digitalización ha traído ventajas, pero también desafíos.
Para evitar un nuevo colapso, el gobierno español ha delineado una serie de reformas urgentes:
- Instalación de sistemas de almacenamiento basados en baterías.
- Creación de nuevas plantas de respaldo térmico para emergencias.
- Inversión en inteligencia artificial predictiva para monitorear la red en tiempo real.
Asimismo, Red Eléctrica anunció la contratación de 200 nuevos técnicos y la revisión de protocolos automáticos de desconexión para evitar que pequeñas fallas en zonas rurales se propaguen a nivel nacional.
Lecciones políticas y sociales de un día sin energía
El gran apagón de abril no sólo sacó a la luz las debilidades técnicas del sistema energético, sino también su profunda conexión con la cotidianidad social. Sin electricidad no hay hogar conectado, escuela funcional, hospital operativo o cadena de suministro moderna.
En una sociedad que apuesta por la digitalización, donde el teletrabajo y los autos eléctricos son cada vez más frecuentes, este tipo de eventos desnuda una vulnerabilidad crítica. La sostenibilidad no puede construirse sin resiliencia.
¿Podemos confiar en el futuro eléctrico de Europa? La respuesta está en la inversión, la planificación inteligente y el reconocimiento de que el avance tecnológico debe ser paralelo al fortalecimiento de infraestructuras. España, que ha sido pionera en energía verde, tiene ahora el reto de liderar también en estabilidad y seguridad eléctrica.
Como dice el refrán, “el que olvida su historia está condenado a repetirla”. Y el 28 de abril ya se ha escrito con letras negras en la historia energética moderna de Europa.