Lamar Jackson, lealtad y liderazgo: el corazón de los Ravens ante la adversidad
El mariscal de campo de los Baltimore Ravens sale en defensa de Mark Andrews tras la ola de críticas y reflexiona sobre el dolor perpetuo de la derrota y las expectativas en la temporada 2025
Lamar Jackson nunca olvida una derrota. Ni siquiera aquellas de su época en ligas juveniles. Para el mariscal de campo de los Baltimore Ravens, cada tropiezo deja una marca. Y en su última aparición ante la prensa, en el primer día del mini campamento obligatorio, dejó bien claro que las derrotas no solo duelen, también deben enseñarte. Pero, por encima de todo, demostró una cualidad muchas veces ignorada en el deporte profesional: la lealtad.
Una caída en enero y su eco en junio
El pasado enero, en la ronda divisional de la AFC, los Ravens sucumbieron ante los Buffalo Bills por 27-25. La jugada que marcó el partido fue un pase fallido en la conversión de dos puntos, un pase dirigido a Mark Andrews, el ala cerrada estrella del equipo, quien no logró controlar el balón. A ojos de la afición, ese fue el error imperdonable. No importó que Andrews fuera tres veces Pro Bowler o que haya sido una de las piezas fundamentales en la ofensiva de Baltimore desde 2018. El escrutinio fue brutal y desproporcionado.
“He estado viendo lo que dicen de mi hermano y no me gusta nada. Ha hecho tanto por nosotros”, dijo Jackson con tono firme. “Cómo lo ha tratado la gente... no me agrada. Mark sigue siendo Mark”.
Un linchamiento digital
En un mundo donde las redes sociales amplifican tanto los logros como los errores, el rendimiento de los deportistas queda expuesto de manera cruel. En el caso de Mark Andrews, la lluvia de críticas fue tal que incluso se llegó a especular con un posible traspaso, a pesar de que está bajo contrato hasta el final de la temporada 2025, gracias a un acuerdo de 56 millones de dólares por cuatro años firmado en 2021.
“La gente lo atacó en los comentarios y demás. Y él ha logrado mucho. Para nosotros. Para él mismo. Así que pienso que hay que dejar que las cosas sucedan a veces”, añadió el mariscal de campo.
Jackson reconoció que él mismo cometió errores en ese partido: dos pérdidas de balón en la primera mitad, que permitieron a Buffalo irse al descanso con ventaja de 21-10. “Ojalá no hubiera lanzado esa intercepción”, se lamentó. Pero el mensaje quedó claro: esto fue un equipo que perdió, no un solo jugador.
El dolor que no desaparece
En su encuentro con los medios, la figura de los Ravens se mostró serena aunque intensa. Le preguntaron si ha superado la derrota de enero. Su respuesta fue contundente:
“Honestamente, no creo que supere ninguna derrota. Tengo derrotas del fútbol juvenil que aún me persiguen. Nunca olvido una derrota, no importa cuán pequeña o importante sea”.
Jackson ha sido criticado a lo largo de su carrera por sus resultados en playoffs, a pesar de registrar más de 14,000 yardas por pase y más de 5,000 por tierra desde su ingreso a la NFL. El revés ante los Bills fue solo el más reciente capítulo en una serie de frustraciones en postemporada.
Refuerzos para un nuevo intento
Pero no todo es nostalgia de lo que fue. En este minicampamento, Jackson también habló con entusiasmo de una reciente incorporación: DeAndre Hopkins. El veterano receptor, quien firmó un contrato por un año y 6 millones de dólares con los Ravens, promete ser una versión experimentada de lo que Baltimore ha necesitado en varias temporadas anteriores.
“Es diferente, hombre”, dijo Jackson luego de una práctica. “Le lancé un pase corto hoy, y la manera como lo atrapó, cómo se levantó sin siquiera usar las dos manos, solo comenzó a correr como si nada... eso es de veterano, nivel superestrella”.
Hopkins acumula más de 11,000 yardas por recepción y 71 touchdowns en su carrera, y aunque ya tiene 33 años, su presencia supone un respaldo de lujo para Jackson.
El efecto emocional del liderazgo silencioso
Todo esto habla de un aspecto poco destacado en las métricas frías de la NFL: el liderazgo emocional. Jackson, al defender públicamente a su compañero, ha enviado una señal clara al vestuario. Este equipo va a ganar y perder como unidad. No hay estrellas aisladas ni chivos expiatorios en su cultura.
No es poca cosa en un deporte donde los contratos millonarios y las decisiones de negocios pueden romper vínculos rápidamente. Al tomar la palabra por Andrews, Lamar reafirma su rol no solo como mariscal, sino como corazón del equipo.
Nada de reescribirse: las derrotas enseñan
Le preguntaron si considera útil tratar de olvidar las derrotas, de “pasar la página”. Su respuesta ayudó a formar un retrato aún más profundo de su mentalidad:
“No creo que tenga sentido ‘superarlo’. Son lecciones. El dolor enseña.”
Esta filosofía también explica su estilo de juego. Jackson no juega con seguridad pasiva, sino con intensidad emocional. Sus aciertos suelen ser fulminantes, y sus errores, catastróficos. Pero nunca complacientes.
Una última oportunidad dorada… ¿o la siguiente decepción?
La temporada 2025 no será una más para los Ravens ni para su mariscal. El equipo llega con expectativas de Super Bowl, un sistema de juego más completo, un núcleo ofensivo potente y, sobre todo, una madurez emocional liderada por Jackson.
Y si bien Mark Andrews sigue siendo uno de los mejores en su posición (tiene más de 4,800 yardas en seis temporadas), su error en enero podría ser una mancha persistente... o una motivación para redefinir el legado que deja en Baltimore.
Por ahora, el mensaje es claro: donde muchos ven fallos, Lamar ve familia. Y en una liga tan despiadada como la NFL, eso podría marcar la diferencia.