Crisis Climática Inminente: ¿Estamos a Tres Años del Punto de No Retorno?
Un nuevo estudio advierte que para 2028 habremos rebasado el límite de emisiones de CO₂ para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París, dejando al mundo en una peligrosa trayectoria climática.
“Las cosas no solo están empeorando, están empeorando más rápido”, advierte Zeke Hausfather, coautor del más reciente Indicators of Global Climate Change Report. La alarma es clara: si continuamos al ritmo actual de emisiones de gases de efecto invernadero, en menos de tres años estaríamos condenando al planeta a un incremento de 1.5 °C sobre los niveles preindustriales, con consecuencias devastadoras y en muchos casos, irreversibles.
El significado del umbral de 1.5 °C
El límite de 1.5 °C surgió durante el Acuerdo de París de 2015 como una meta simbólica y científica. Excederlo significa entrar en un territorio de impactos climáticos más intensos: olas de calor más frecuentes, sequías prolongadas, tormentas catastróficas y un aumento del nivel del mar que podría hacer desaparecer naciones insulares enteras.
La razón detrás de esta cifra es más que política. Como explica Joeri Rogelj, investigador del Imperial College de Londres y coautor del estudio, superar este umbral marcaría una frontera crítica para la seguridad de millones de personas en el mundo. Los científicos estiman que solo podemos emitir 143 mil millones de toneladas más de CO₂ antes de sellar ese destino. A nuestra tasa actual de 46 mil millones de toneladas anuales, este presupuesto se agotará en febrero de 2028.
Una trayectoria preocupante: el desequilibrio energético de la Tierra
La Tierra mantiene un desequilibrio energético: absorbe más calor del que emite. Este indicador, el más importante según Hausfather, ha aumentado en un 25% en solo una década. Describe un sistema cada vez más atrapado en un ciclo de calentamiento persistente y acelerado.
“Estamos viendo cómo todos los indicadores climáticos rompen récords al mismo tiempo”, señala Piers Forster, director del Priestley Centre for Climate Futures de la Universidad de Leeds. El ritmo de calentamiento inducido por los humanos ha aumentado a 0.27 °C por década, lo que pone en entredicho cualquier posibilidad de cumplir con metas climáticas mínimas.
Lo que ya hemos perdido (y lo que podemos salvar)
En 2024, el planeta alcanzó una temperatura media de 1.52 °C por encima de la era preindustrial, aunque se necesiten varios años de medición para consolidar ese valor como “permanente”. Aun así, los científicos advierten que nos estamos acercando peligrosamente a ese punto.
Andrew Dessler, climatólogo de la Universidad de Texas A&M, considera que “el objetivo del 1.5 °C fue siempre aspiracional y poco realista”, y enfatiza que no deberíamos centrarnos exclusivamente en ese umbral. “Cada décima de grado adicional tiene consecuencias”, advierte, en referencia al incremento en la intensidad de eventos como:
- Olas de calor récord, como las de India y Europa en años recientes.
- Sequías extremas, que amenazan la seguridad alimentaria en Sudamérica, África y partes de Asia.
- Lluvias extraordinarias que provocan inundaciones relámpago, como se han registrado en Alemania, China y varios estados de EE. UU.
- Huracanes y ciclones más destructivos, como Ian, que devastó Florida en 2022.
La paradoja del "aire más limpio"
Una de las razones adicionales del rápido aumento de temperatura es paradójica: la disminución de la contaminación de partículas en el aire, como el hollín y el smog, que anteriormente reflejaban parte de la radiación solar. Estos agentes contaminantes, aunque dañinos para la salud humana, tenían un efecto atenuador sobre el calentamiento global.
La actual política ambiental global, que busca aire más limpio (una meta totalmente válida), también ha eliminado esta “capa de invisibilidad temporal” que ocultaba el verdadero impacto del CO₂ en la atmósfera. El resultado: un calentamiento aún más acelerado.
El reloj climático avanza sin pausa
Con cada año que pasa, el mundo libera más gases de efecto invernadero de los que puede absorber o compensar mediante políticas ambientales. Las proyecciones actuales no solo apuntan a un fracaso del objetivo de 1.5 °C, sino a una posibilidad realista de alcanzar los 2 °C antes de mediados de siglo.
Para comprender el impacto de esta aceleración, basta considerar la siguiente comparación: la última vez que la Tierra experimentó un clima 2 °C más cálido, el nivel del mar estaba entre 5 y 10 metros más alto y partes del Ártico eran bosques templados.
Ahora, esos cambios pueden ocurrir en un lapso de décadas, no de siglos.
¿Qué se puede hacer todavía?
El informe no es del todo fatalista. Aunque el objetivo de 1.5 °C puede resultar inalcanzable, aún es posible limitar el calentamiento a 1.6 °C o 1.7 °C. Cada fracción de grado cuenta. Para lograrlo se requieren compromisos extraordinarios sin precedentes históricos:
- Transición energética urgente: reemplazar los combustibles fósiles por energías renovables, con subsidios dirigidos a tecnologías limpias.
- Impuestos al carbono efectivos, que reflejen el verdadero costo ambiental de la producción y consumo.
- Reforestación global, especialmente en zonas tropicales, para secuestrar carbono atmosférico.
- Justicia climática: inversiones en adaptación para países del sur global que sufren los peores efectos sin haber causado el problema.
La política frente a la ciencia
Uno de los principales obstáculos para revertir el rumbo climático es la progresiva desconexión entre la ciencia y la toma de decisiones políticas. A pesar de los múltiples informes técnicos y la evidencia empírica de los cambios que ya están ocurriendo, la acción internacional ha sido lenta, insuficiente y a menudo voluntaria.
En la COP28 celebrada en Dubái, más de 190 países firmaron compromisos vagos y sin mecanismos de verificación vinculantes. Los intereses económicos y la geopolítica siguen siendo barreras importantes para una acción conjunta eficaz.
Un llamado a la acción desde la comunidad científica
Piers Forster resume el sentimiento general del equipo de 60 científicos internacionales detrás del estudio: “No podemos concebir un escenario realista donde evitemos el aumento de 1.5 °C sin transformaciones radicales en los próximos dos años”.
Este mensaje no es solo para gobiernos. El cambio climático es también una cuestión de responsabilidad individual y colectiva:
- Reducir el consumo de carne y productos de alto impacto ambiental.
- Limitar viajes aéreos innecesarios.
- Exigir rendición de cuentas a empresas contaminantes.
- Apoyar legislaciones locales y globales alineadas con la justicia climática.
¿El fin o una oportunidad de transformación?
Superar el umbral de 1.5 °C no representa el apocalipsis, pero sí marca una transición hacia un mundo más volátil y menos seguro, especialmente para las poblaciones vulnerables. Comprender esto debería empujarnos a actuar con urgencia, no a la resignación.
Como concluye Hausfather: “Lo preocupante no es solo el destino al que vamos, sino la velocidad a la que lo estamos alcanzando.”
El futuro todavía se está escribiendo, y aún tenemos el poder —al menos parcialmente— de cambiarle el final.