La gran mentira del greenwashing: ¿pueden los árboles salvarnos del cambio climático?

Un nuevo estudio revela por qué plantar árboles no es suficiente para compensar las emisiones de las grandes corporaciones fósiles

El mito del árbol como salvador climático

La idea de que plantar árboles puede salvarnos del colapso climático ha sido adoptada con entusiasmo por corporaciones, gobiernos y ciudadanos de todo el mundo. Desde campañas de responsabilidad social corporativa hasta compromisos nacionales en conferencias climáticas, la reforestación parece ser la solución mágica: simple, visible, y, en teoría, eficaz. Pero una investigación reciente publicada en Communications Earth & Environment, parte del grupo editorial de Nature, plantea una advertencia muy seria: la plantación masiva de árboles, por sí sola, no puede neutralizar las emisiones de carbono que siguen generando los gigantes combustibles fósiles.

Cifras que ponen los pies sobre la tierra

El estudio, realizado por científicos del Reino Unido, analizó los datos de las 200 mayores compañías de combustibles fósiles del mundo, incluidas petroleras, gasíferas y carboneras, evaluando el carbono contenido en sus reservas actuales. Si todo ese combustible fuera quemado, se liberarían billones de toneladas métricas de dióxido de carbono (CO₂).

Para compensar toda esa cantidad de carbono usando solo árboles, sería necesario reforestar un área equivalente a toda la masa terrestre de América del Norte y Central juntas. De inmediato se evidencia el problema: simplemente no hay suficiente tierra disponible para que esa estrategia funcione.

¿Cuánto costaría?

Otra revelación impactante del estudio es el costo económico de esta supuesta solución. Plantar suficientes árboles para capturar ese volumen de CO₂ tendría un precio estimado cercano a los $10.8 billones de dólares (trillion en inglés americano). Eso supera con creces la valoración combinada del mercado de dichas compañías, que es de unos $7.01 billones.

Como lo explica Nina Friggens, investigadora de la Universidad de Exeter y coautora del estudio: “La opinión pública cree que los programas de compensación de carbono funcionan como una especie de borrador mágico, pero la realidad es otra. No estamos en ese punto”.

¿Qué es la compensación de carbono?

La compensación de carbono es una estrategia en la que individuos u organizaciones invierten en proyectos –como plantación de árboles o conservación forestal– para tratar de equilibrar sus emisiones de carbono. Muchas empresas la han utilizado como parte de sus programas ESG (ambientales, sociales y de gobernanza por sus siglas en inglés), sobre todo en sectores con alta huella de carbono.

Por ejemplo, la energética francesa TotalEnergies declaró que invierte en proyectos de captura de carbono y soluciones naturales para contribuir a la neutralización de su impacto ambiental. Sin embargo, expertos como Daphne Yin de la organización Carbon180 señalan que se trata de una fantasía financiera suponer que estas compañías compensen sus emisiones totales futuras mediante plantación.

¿Por qué los árboles no son suficientes?

Los árboles son grandes aliados del medio ambiente. A través de la fotosíntesis, absorben CO₂ y lo almacenan en sus troncos, raíces, hojas y el suelo circundante. Pero su capacidad es finita. Un árbol promedio puede absorber entre 10 y 40 kilos de CO₂ al año, lo cual es insignificante frente a los 36 mil millones de toneladas de CO₂ que emitimos globalmente cada año, según la Agencia Internacional de Energía (IEA).

Además, la plantación masiva de árboles no siempre es efectiva. Cuando no se realiza correctamente, puede generar monocultivos sin biodiversidad, desplazar comunidades locales o incluso terminar reduciendo el agua disponible en ciertos ecosistemas.

Los costos sociales del carbono

A los altos costos de reforestación se suma un factor moral. Según el estudio, si las compañías tuvieran que pagar el costo social del carbono —es decir, el daño económico derivado de cada tonelada de CO₂ emitida— se quedarían rápidamente en números rojos. Hoy ese costo social promedio se estima en $185 por tonelada métrica de CO₂.

La paradoja: ¿plantamos árboles, pero seguimos contaminando?

Jonathan Foley, director de Project Drawdown, compara este enfoque con una bañera que se está desbordando. “Antes de limpiar el agua, debes cerrar el grifo. Los árboles son las esponjas y trapos para limpiar el desastre, pero si seguimos dejando correr el agua, la casa terminará inundada”.

Con esta brillante metáfora, Foley señala lo evidente: el reto principal no es compensar lo que emitimos, sino dejar de emitir. Ahí está la solución estructural al cambio climático.

¿Qué alternativas existen?

Friggens menciona otras maneras de capturar carbono que no se ven a simple vista, como los microbios que viven bajo tierra y que también almacenan CO₂. La agricultura regenerativa, el mejoramiento de suelos, la captura de carbono en océanos e incluso tecnologías emergentes como la DAC (captura directa del aire) son opciones complementarias, aunque muchas aún enfrentan desafíos de escalabilidad y costo.

Además, proteger los bosques existentes es mucho más eficaz que sembrar nuevos. Los ecosistemas maduros tienen mayor capacidad de absorción y almacenan carbono en múltiples capas vivas y muertas.

Una llamada para actuar con coherencia

El estudio termina siendo una llamada de atención no solo a las corporaciones y gobiernos, sino también a los consumidores. El activismo climático no puede delegarse únicamente en iniciativas de visibilidad que tranquilicen la conciencia: necesitamos una transformación estructural del modelo energético.

Mientras las grandes petroleras sigan presentando cuentas verdes por sembrar unos pocos millones de árboles, cuando tienen reservas listas para liberar miles de millones de toneladas de carbono, estaremos jugando una carrera imposible de ganar. El greenwashing —lavado verde de imagen— tiene fecha de caducidad.

“Plantar árboles es positivo, pero solo si también dejamos de talar bosques, reducir el consumo, y transformar cómo generamos y usamos la energía”, sintetiza Éliane Ubalijoro, experta en silvicultura de CIFOR-ICRAF.

Según datos de la ONU...

  • Cada año se pierden cerca de 10 millones de hectáreas de bosque.
  • El sector energía representa cerca del 73% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GHG).
  • Para limitar el calentamiento global a 1.5°C, las emisiones globales deben caer un 45% antes de 2030 respecto de los niveles de 2010.

La plantación de árboles puede ayudar, pero solo si es parte de una estrategia integral que incluya transición energética, reforma del transporte, consumo responsable y justicia climática.

Visualizamos el futuro: ¿bosques o combustibles?

Imaginemos que cada tonelada de combustibles fósiles extraída implica talar un árbol maduro. Sería impensable. No existe un equilibrio natural que compense nuestra adicción industrial al carbono. Pero hay esperanza si equilibramos la balanza desde la política, la innovación y, sobre todo, la acción colectiva.

Desde nuestras decisiones personales hasta el voto y la presión cívica, todos tenemos parte en apagar ese grifo climático descontrolado. Como dijera una vez David Attenborough: “Salvar nuestro planeta ahora es una cuestión de sobrevivencia, no de elección”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press