¿Están listos los robotaxis de Tesla? El desafío de Elon Musk en Texas bajo el microscopio
Legisladores de Texas piden retrasar el lanzamiento de los robotaxis hasta que entre en vigor una nueva ley que garantice mayor seguridad. La presión sobre Tesla crece en medio de tensiones políticas y expectativas tecnológicas.
Un futuro sin conductor… ¿antes de tiempo?
Este fin de semana, Tesla tiene planeado lo que podría ser uno de los lanzamientos tecnológicos más arriesgados del año: el inicio de pruebas limitadas de sus robotaxis en Austin, Texas. Se trataría de una docena de vehículos autónomos que recogerían pasajeros sin un conductor humano al volante. Sin embargo, un grupo de legisladores demócratas del estado no está del todo convencido de que esto sea buena idea.
En una carta dirigida a la compañía, siete legisladores han solicitado oficialmente que Elon Musk y Tesla pospongan el despliegue hasta septiembre de 2025, cuando entrará en vigor una nueva ley estatal que regulará con más rigor la operación de vehículos autónomos sin humanos al mando.
La carta al “nuevo tejano” favorito: Elon Musk
En la misiva enviada el 18 de junio, los legisladores argumentan que la seguridad pública y la confianza ciudadana están en juego. “Solicitamos formalmente que Tesla retrase las operaciones de robotaxis hasta que la nueva ley entre en vigencia el 1 de septiembre de 2025. Creemos que esto es lo mejor para la seguridad pública y para generar confianza en las operaciones de Tesla”, se lee textualmente.
El asunto podría parecer administrativo, pero en realidad abre un debate mucho más amplio: ¿está nuestra sociedad lista para la conducción totalmente autónoma? ¿Qué papel deben jugar los gobiernos locales y estatales frente al ímpetu casi utópico de figuras como Musk?
La legislación en camino: más estructura y menos improvisación
La ley que entrará en vigor en septiembre de 2025 no es poca cosa. Requerirá que cualquier empresa que desee operar vehículos autónomos con pasajeros obtenga previamente una aprobación oficial del Departamento de Vehículos Motorizados del estado. Esta aprobación no se otorga a la ligera: exige documentación y pruebas que acrediten que el sistema autónomo no representa un alto riesgo si llegara a fallar.
Además, las empresas deberán presentar planes detallados sobre cómo actuará la policía o los cuerpos de rescate ante situaciones de emergencia como accidentes, averías o eventos imprevistos. El enfoque no solo es técnico, sino también logístico y humano.
El contexto político: ¿Quién manda en Texas?
Aunque la carta ha tenido cierta resonancia mediática, la realidad política texana podría limitare su impacto. Recordemos que Texas ha sido un bastión republicano durante más de 20 años, y tanto la Legislatura estatal como el gobernador Greg Abbott mantienen una relación de cercanía con Elon Musk. De hecho, Texas ha sido receptor de múltiples inversiones estratégicas del empresario.
- Fábrica de Tesla en Austin
- Centro de lanzamientos de SpaceX en la costa del Golfo
- Reciente migración del cuartel general de Tesla desde California a Texas
El atractivo que representa Musk en términos de empleo e innovación ha hecho que sea bien recibido por la mayoría republicana, lo que podría hacer difícil que haya una respuesta regulatoria contundente antes de septiembre de 2025.
Los precedentes: Waymo y la competencia
Tesla no es pionera absoluta en el terreno de los robotaxis. Waymo, subsidiaria de Alphabet (Google), ya opera servicios similares en ciudades como Phoenix, San Francisco y, sí, también en Austin. La empresa ha superado los 10 millones de viajes pagados, según reportes recientes.
Esto plantea una doble presión sobre Musk: por un lado, debe llevar a Tesla al terreno competitivo de forma rápida y efectiva; por otro, no puede permitirse fallos que dañen tanto su reputación como el valor de sus acciones. Y es que, desde comienzos de este año, las acciones de Tesla han caído un 20%, en parte debido a la incertidumbre sobre los robotaxis y el estancamiento en el mercado europeo.
¿El coche más inteligente… o el más temerario?
El sistema de conducción autónoma en que confía Elon Musk lleva años desarrollándose dentro del ecosistema Tesla con el nombre de “Full Self-Driving” (FSD). Sin embargo, muchos expertos y reguladores han expresado dudas sobre su fiabilidad total.
Aunque Tesla promociona su tecnología como la más avanzada del mercado, aún no ha sido clasificada como completamente autónoma por las autoridades del Departamento de Transporte de Estados Unidos. El sistema exige que haya un conductor listo para tomar el control en caso necesario.
¿Cuáles son los riesgos reales? Un estudio de la Insurance Institute for Highway Safety (IIHS) sugiere que los sistemas automatizados podrían evitar solo alrededor del 34% de los accidentes si solo dependen de la inteligencia artificial y no integran mejoras en la infraestructura vial ni cambios de comportamiento en los usuarios humanos (IIHS.org).
La visión de Musk: un futuro sin conductores y sin excusas
Desde hace más de una década, Elon Musk ha afirmado que el futuro de la movilidad urbana reside en los transportes autónomos. En 2019, prometió que Tesla tendría “un millón de robotaxis” en circulación para finales de 2020. La pandemia, problemas regulatorios y limitaciones tecnológicas frustraron esa predicción.
Ahora, redobla la apuesta. Algunos analistas creen que Tesla depende enormemente de que los robotaxis funcionen. Si el programa fracasa en Austin, podría ser un golpe devastador para la marca, especialmente cuando experimenta una caída de ventas en zonas sensibles como Europa, donde las posturas políticas de Musk han alienado a una parte de los consumidores.
La situación se volvió aún más controvertida cuando Musk hizo público su apoyo al partido ultraderechista alemán Alternativa para Alemania (AfD), lo cual trajo numerosas condenas en el continente europeo. No es de extrañar que marcas rivales como Volkswagen estén recuperando cuota de mercado entre quienes rechazan la visión del mundo de Musk, por más revolucionaria —o rentable— que sea.
¿Qué puede salir mal?
La historia reciente está plagada de casos en que la tecnología prometió cambiar el mundo… y luego tuvo que dar marcha atrás por errores no previstos:
- El colapso de Theranos, que prometía análisis de sangre revolucionarios sin entregar resultados confiables.
- Los accidentes letales del sistema Autopilot de Tesla en años anteriores, cuando usuarios malinterpretaron los límites del sistema.
- Los casos de Uber, que tuvo que retirar temporalmente sus coches autónomos tras accidentes fatales en Arizona.
En todos estos casos, la prisa por innovar superó la capacidad de evaluar riesgos reales.
Un dilema para los ciudadanos: ¿vanguardia sin consentimiento?
Una de las críticas más frecuentes de los tejanos —y del resto del país— es que muchas de estas pruebas se hacen sin que haya una consulta popular o un control ciudadano real. ¿Quién decide si los ciudadanos de Austin quieren compartir las calles con vehículos que no tienen un conductor al mando?
En ciudades como San Francisco, el rechazo ciudadano ya se ha hecho notar con bloqueos organizados e intervenciones públicas en los ayuntamientos que reclaman autonomía local frente a gigantes tecnológicos. Y si bien Tesla asegura que controlará cada aspecto del proceso inicial, una vez que el gato está fuera de la caja, resulta difícil meterlo otra vez adentro.
¿Veremos robotaxis en nuestra ciudad pronto?
Musk sueña con un mundo donde los autos se manejan solos, las personas viajan más baratas, y el tráfico se reduce gracias a algoritmos inteligentes. Sin embargo, para muchos expertos eso está todavía a varios años—y muchas leyes—de distancia.
Empresas como Waymo, Cruise y Zoox también están compitiendo, pero con enfoques más colaborativos con gobiernos locales, un paso que Tesla aún se resiste a dar abiertamente. Si bien la innovación debe celebrarse, tal vez tenga que hacerlo a velocidad moderada… al menos hasta que todos estemos listos para el futuro.