De Haití a Massachusetts: el oscuro legado del exalcalde Viliena y la justicia que esperó una década

Jean Morose Viliena, exalcalde haitiano refugiado en EE.UU., fue condenado a 9 años de prisión por fraude de visa. ¿Cómo pudo un acusado de crímenes atroces vivir libremente en América?

El ascenso y caída de un político haitiano

Jean Morose Viliena no era un político cualquiera. Maestro de profesión y luego alcalde de Les Irois, un pequeño y remoto pueblo en el occidente de Haití, su carrera política estuvo marcada por el miedo, la violencia y, según la justicia estadounidense, el silenciamiento sistemático de opositores. Fue precisamente ese historial sombrío lo que lo alcanzó finalmente en Estados Unidos, tras haberse refugiado en ese país mintiendo en su solicitud de visa.

Las acusaciones que lo persiguieron hasta el norte

El pueblo de Les Irois, con apenas 22,000 habitantes y limitado acceso a recursos básicos, fue testigo del ascenso autoritario de Viliena. Entre 2006 y 2010, según fiscalía federal de Boston, Viliena lideró ataques organizados contra opositores políticos. En 2007, fue acusado de comandar un grupo armado que asesinó al hermano menor de un rival, golpeándole el cráneo con una piedra tras dispararle. Un año después, en 2008, volvió a la ofensiva: esta vez contra una estación de radio comunitaria contraria a su mandato. Con armas de fuego, machetes, picos y mazos, Viliena y sus aliados atacaron la sede, dejando heridos a dos hombres, uno de los cuales perdió una pierna y el otro fue cegado de un ojo.

Según la fiscalía estadounidense, estas atrocidades nunca fueron reportadas en su solicitud de visa. Al contrario, Viliena aseguró no haber estado involucrado en "asesinatos extrajudiciales ni actos de violencia política". Esta mentira fue la base de su condena por fraude migratorio.

La justicia llega, aunque tarde

En marzo de 2024, un jurado en Boston lo declaró culpable de tres cargos de fraude de visa. El pasado viernes, un juez federal lo sentenció a nueve años en prisión y tres años de libertad supervisada. Una vez cumplida la pena, será sometido a un proceso de deportación.

“Durante más de una década, vivió libre y cómodo en este país mientras las víctimas de su brutalidad vivían con miedo, en exilio y con dolor”, expresó la fiscal Leah Foley. “La sentencia de hoy ofrece una medida de justicia para las vidas que él destrozó y manda un mensaje claro: Estados Unidos no será un refugio para violadores de derechos humanos”.

¿Cómo pudo entrar a EE.UU.?

Viliena logró inmigrar a EE.UU. en parte gracias a su habilidad para ocultar su pasado. En su solicitud de visa, omitió toda relación con actos de violencia y presentó una imagen respetable, la de un maestro convertido en político que deseaba una vida mejor en América.

Ya en suelo estadounidense, obtuvo su residencia permanente y formó una familia. Su hijo, nacido en el país, es ciudadano estadounidense. De hecho, durante más de diez años, vivió en Malden, Massachusetts, sin mayores sobresaltos. A nivel local, era un miembro más de la comunidad, sin levantar sospechas sobre su pasado violento.

Un juicio civil millonario y revelador

Antes del proceso penal, en 2023, Viliena fue llevado ante la justicia en un juicio civil. El jurado lo halló responsable por el asesinato en 2007 y los intentos de homicidio en 2008. Fue condenado a pagar 15.5 millones de dólares en daños compensatorios y punitivos a las víctimas. Este juicio, una de las primeras veces que un tribunal estadounidense responsabiliza civilmente a un extranjero por violaciones a los derechos humanos cometidas en otro país, marcó una pauta.

Según Human Rights First y otras organizaciones de justicia internacional, este caso forma parte de un esfuerzo creciente para documentar y sancionar a individuos con historiales de violencia que han encontrado refugio en Norteamérica. El caso de Viliena, destacan, demuestra cómo mecanismos legales como el Alien Tort Statute o la ley de protección de víctimas de tortura pueden utilizarse con éxito.

¿Actuó solo o fue chivo expiatorio?

La defensa de Viliena pintó un cuadro radicalmente diferente. Sostienen que fue víctima de una campaña de desprestigio promovida por sus rivales políticos en Haití, muchos de los cuales —según argumentaron— servían como testigos del gobierno estadounidense. Según sus abogados, la violencia narrada por la fiscalía fue obra de adversarios que manipularon el relato para criminalizar a Viliena, quien habría intentado mejorar las condiciones de su pueblo.

Sin embargo, los testimonios de las víctimas, la evidencia colectada y las investigaciones en suelo haitiano dejaron pocas dudas al jurado estadounidense.

El contexto: violencia y corrupción en Haití

La historia de Viliena no puede separarse del complejo panorama político de Haití. Durante su gestión como alcalde, Haití atravesaba un periodo de extrema inestabilidad política, pobreza estructural y ausencia del Estado de derecho. Las acusaciones contra él no fueron investigadas entonces, y algunos informes periodísticos incluso señalan que contó con la protección de partidos políticos con presencia armada.

Amnistía Internacional y la ONU han alertado en múltiples reportes la práctica común entre líderes políticos haitianos de utilizar milicias armadas para consolidar el poder, acallar críticos y eliminar amenazas. Viliena, con sus cercanos armados y sus ataques calculados, parece haber sido un ejemplo más de esta peligrosa dinámica.

Impacto simbólico del caso en América

El encarcelamiento de Jean Morose Viliena marca un precedente significativo en Estados Unidos sobre las consecuencias que enfrentan quienes falsean información migratoria para ocultar violaciones graves a los derechos humanos.

No es la primera vez que el Departamento de Justicia norteamericano actúa contra personas acusadas de crímenes fuera del país. Desde los años 80, EE.UU. ha deportado o procesado a varios individuos por su papel en genocidios, torturas o represión política en lugares como Ruanda, El Salvador o Bosnia. Pero este caso resalta por la duración: más de una década para alcanzar la justicia, a pesar de la gravedad de los hechos.

“La impunidad no puede traspasar fronteras”, escribió el diario The Boston Globe en un editorial tras la sentencia. “Con Viliena se hizo justicia, aunque haya costado tanto tiempo encontrarla”.

Voces de las víctimas

Durante el juicio, las víctimas relataron con detalles terroríficos lo vivido. Jean Baptiste, uno de los heridos en el ataque de 2008, declaró: “Pensé que iba a morir ese día. Me apuntaron directamente al ojo, y lo siguiente que supe fue que no podía ver”. Otro testigo, que perdió una extremidad, explicó cómo vive con dolor crónico y secuelas psicológicas severas.

Ambos hombres viven actualmente en el exilio, lejos de Les Irois, por miedo a represalias. Pero con la condena en EE.UU., sienten que finalmente sus voces fueron escuchadas.

Justicia transnacional: ¿el inicio de una nueva era?

El caso genera preguntas más amplias: ¿están los sistemas migratorios preparados para detectar perfiles violentos antes de conceder visas? ¿Qué responsabilidad tienen los países de acogida al respecto?

Aunque existen herramientas legales, como las verificaciones biométricas y los antecedentes judiciales compartidos, muchos crímenes cometidos en territorios sin capacidad institucional, como es el caso de partes de Haití, nunca llegan a ser formalizados. Eso deja vacíos que pueden ser aprovechados por responsables de atrocidades.

No obstante, algunos expertos celebran que, cuando esos responsables son descubiertos, puedan ser juzgados sin importar la nacionalidad de las víctimas.

“La universalidad de los derechos humanos implica también la universalidad de la justicia”, afirma Kenneth Roth, antiguo director ejecutivo de Human Rights Watch.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press