Israel e Irán en guerra: ¿A las puertas de un punto de no retorno nuclear?

Mientras las negociaciones diplomáticas fracasan y los bombardeos aumentan, el mundo observa con preocupación el enfrentamiento más directo entre las dos potencias regionales en una peligrosa escalada bélica

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Una semana de guerra, un siglo de enemistad

La guerra entre Israel e Irán, desatada oficialmente el 13 de junio, ha expuesto una de las crisis geopolíticas más inquietantes del siglo XXI. Con enfrentamientos directos, miles de proyectiles lanzados y una creciente preocupación internacional por la seguridad nuclear, la pregunta que muchos se hacen es: ¿Estamos al borde de una catástrofe global?

Durante años, el conflicto entre estos dos rivales regionales se desarrolló en la sombra: ciberataques, asesinatos selectivos de científicos, operaciones encubiertas y luchas entre proxies en Siria y Líbano. Pero ahora, con ataques aéreos cruzados sobre territorio soberano y víctimas por centenas, el enfrentamiento ha roto definitivamente su carácter encubierto para convertirse en una guerra abierta.

¿Qué ha pasado hasta ahora?

En solo una semana, 657 personas han muerto en Irán, incluidos 263 civiles, según un grupo de derechos humanos con sede en Washington. Por otra parte, 24 israelíes han perdido la vida y cientos han resultado heridos en ataques con misiles balísticos y drones.

  • Israel ha lanzado ataques contra instalaciones nucleares como Natanz, Isfahán y Arak.
  • Irán ha respondido con más de 450 misiles balísticos y 1.000 drones, desatando una ola de alarma que ha llevado a la población civil israelí a refugiarse repetidamente.
  • En Ginebra, los ministros europeos y el canciller iraní Abbas Araghchi mantuvieron conversaciones de cuatro horas sin ningún progreso evidente.

Mientras tanto, Donald Trump dilata su decisión sobre una intervención militar estadounidense y presiona con la amenaza de sus "bunker-buster bombs", capaces de penetrar instalaciones subterráneas como la planta de enriquecimiento de uranio de Fordo.

El fantasma nuclear cobra forma

Uno de los aspectos más alarmantes de esta guerra es la amenaza a las instalaciones nucleares. Rafael Grossi, jefe del OIEA (Organismo Internacional de Energía Atómica), advirtió en el Consejo de Seguridad de la ONU sobre las devastadoras consecuencias de atacar la planta de energía nuclear de Bushehr:

“Una detonación directa sobre Bushehr podría liberar altos niveles de radioactividad al entorno. Las consecuencias serían gravísimas”.

Israel asegura que no tiene intenciones de atacar reactores civiles, pero sí ha golpeado la planta de agua pesada en Arak y laboratorios relacionados con el programa nuclear. Irán, por su parte, ha intensificado el enriquecimiento de uranio al 60%, muy cercano al nivel requerido para uso militar (90%), desde la retirada de EE.UU. del acuerdo nuclear en 2018.

¿Quién es el verdadero agresor?

Mientras que Israel se defiende argumentando que enfrenta una amenaza existencial —debido al programa nuclear iraní y su red de misiles balísticos—, Teherán se niega a negociar con Washington, señalando que no puede hablar de paz mientras continúen los bombardeos.

El canciller Araghchi fue claro:

“Irán está dispuesto a considerar la diplomacia si cesa la agresión y el agresor rinde cuentas por sus crímenes”.

Esta postura resalta la narrativa regional de que, aunque Irán es considerado el provocador en Occidente, se percibe a sí mismo —y en parte es percibido por sus aliados— como víctima del imperialismo y el unilateralismo.

Los peligros de una escalada sin retorno

Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí, declaró que la operación militar continuará “todo el tiempo que sea necesario” hasta eliminar la amenaza nuclear iraní. Pero sin apoyo estadounidense, alcanzar a Fordo o destruir completamente el arsenal iraní parece improbable.

Algunos analistas militares israelíes advierten que el actual conflicto podría extenderse durante meses. Tal como lo enunció el jefe del Estado Mayor del Ejército, Herzi Halevi:

“Esta campaña puede ser prolongada. Estamos preparados para ello”.

Mientras tanto, la población sufre. Los repetidos cortes de internet en Irán dificultan que la población reciba advertencias sobre bombardeos. En Israel, las sirenas no cesan y ciudades como Haifa y Beersheba han sido blanco de ataques consecutivos.

La ONU debilitada, la ayuda humanitaria amenazada

En un contexto general de debilitamiento del sistema multilateral, la ONU parece impotente frente a esta situación. Ya afectada por recortes presupuestarios masivos —EE.UU. ha reducido más del 40% de su financiación a agencias claves—, sus posibilidades de mediación real se ven menguadas.

Jan Egeland, exjefe de ayuda humanitaria de la ONU, expresó:

“Es la mayor conmoción en el trabajo humanitario de la ONU en cuatro décadas. La brecha entre necesidades y recursos es abismal.”

En este entorno, incluso hablar de mediación internacional resulta más utópico que realista. La ONU hoy representa, en muchos sentidos, a un sistema que ha quedado obsoleto frente al avance del unilateralismo, el nacionalismo militarista y los intereses geopolíticos por encima del bienestar común.

Una diplomacia fragmentada y a contrarreloj

Aunque aún no se ha convocado una cumbre global sobre el conflicto, potencias europeas como Alemania, Francia y el Reino Unido han instado públicamente al “máximo nivel de contención”. Pero su peso geopolítico es limitado frente a la influencia estadounidense y el ascenso de China como mediador potencial.

Rusia, tradicional aliado de Irán pero también con vínculos estratégicos con Israel, se mantiene en una precaria neutralidad pragmática. Mientras tanto, estados árabes como Arabia Saudita y Egipto siguen de cerca el desarrollo del conflicto con temor a que termine convirtiendo a la región en un polvorín incontrolable.

¿Y si Irán responde atacando reactores israelíes?

Numerosos expertos advierten que un siguiente paso lógico y terrorífico sería el ataque recíproco a plantas nucleares. Aunque Israel nunca ha confirmado poseer armas nucleares, múltiples informes señalan el reactor de Dimona, en el desierto del Néguev, como sede de un arsenal atómico.

La doctrina de defensa israelí considera cualquier amenaza a Dimona como casus belli para una respuesta definitiva. Si Irán decide cruzar esa línea, el conflicto podría alcanzar dimensiones apocalípticas.

Recuerda Grossi:

“La protección de las instalaciones nucleares, en cualquier país, debe ser una prioridad. Estamos hablando del futuro de generaciones”.

¿Hay salida?

La escalada actual no tiene precedentes. Nunca antes Israel e Irán se habían enfrentado de forma tan directa. Nunca antes la posibilidad de una guerra nuclear en Oriente Medio había parecido tan cercana.

En este contexto, la diplomacia sigue siendo la única herramienta válida. Pero mientras Estados Unidos juega a la espera, Europa no ejerce presión suficiente y la ONU permanece neutralizada, la cuenta atrás sigue avanzando.

La historia juzgará el papel que cada actor global haya tenido en evitar —o permitir— una tragedia que podría cambiar el curso de la humanidad.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press