¿La democracia mejora con el voto por orden de preferencia? Lo bueno, lo malo y lo complicado del sistema en Nueva York

Una mirada profunda y crítica al sistema de votación por orden de preferencia que sacude las elecciones primarias de Nueva York

¿Qué es el voto por orden de preferencia?

En un contexto donde las democracias enfrentan desafíos crecientes, la ciudad de Nueva York ha implementado una forma alternativa de votar: el sistema de orden de preferencia (conocido en inglés como ranked-choice voting). Este mecanismo no es nuevo en el mundo, pero para muchos estadounidenses sigue siendo un territorio desconocido.

Bajo este sistema, los votantes no eligen solamente a un candidato, sino que tienen la oportunidad de clasificar hasta cinco aspirantes en orden de preferencia. Esta forma de votar pretende reflejar de manera más precisa las verdaderas intenciones del electorado y disminuir el fenómeno del "voto desperdiciado".

¿Cómo funciona realmente?

El proceso inicia con el recuento de las primeras elecciones (los votos de primera preferencia). Si un candidato supera el 50% de estas preferencias, se proclama ganador de forma inmediata. Pero si ninguno logra este umbral, comienza el espectáculo técnico: se eliminan en rondas a los candidatos con menos votos, redistribuyendo sus votos en función de la segunda, tercera, cuarta o hasta quinta preferencia marcada por los votantes.

Este método continúa hasta que solo quedan dos candidatos. El que tenga más votos en esa última ronda es el ganador. Si te parece complejo, no estás solo. Incluso para votantes neoyorquinos acostumbrados a este sistema (ya se implementó por primera vez en las elecciones de 2021), sigue siendo motivo de confusión.

El panorama de las primarias demócratas en Nueva York

Las primarias demócratas para la alcaldía de Nueva York de 2025 son particularmente competitivas. En esta contienda, no se presenta el actual alcalde Eric Adams, quien sorpresivamente decidió correr como independiente. Por el lado demócrata, los nombres son variados e incluyen al exgobernador Andrew Cuomo, la presidenta del Concejo Municipal Adrienne Adams, el actual contralor Brad Lander—arrestado recientemente en una protesta— y el joven y progresista Zohran Mamdani.

El sistema de orden de preferencia será determinante. Aunque un candidato como Cuomo podría ganar en primeras preferencias, es posible que Mamdani, respaldado por un electorado progresista más homogéneo, avance en las rondas finales si logra ser ampliamente elegido como segunda o tercera opción.

Sus beneficios: ¿La antítesis del mal menor?

Entre los defensores del sistema, los argumentos a favor son contundentes:

  • Permite votar por el candidato que realmente prefieres sin temor a "malgastar" tu voto.
  • Reduce la polarización, premiando candidatos que puedan aglutinar consensos.
  • Dificulta que políticos con posiciones extremas ganen elecciones con minorías ruidosas.
  • Fomenta un tono más positivo de campaña, donde los candidatos buscan ser la segunda o tercera opción de sus competidores.

Un ejemplo recurrente es el resultado de las elecciones de San Francisco en 2018, cuando London Breed salió inicialmente en segundo lugar, pero terminó ganando tras las sucesivas rondas de redistribución de votos. Su victoria demostró la capacidad del sistema para premiar candidaturas de consenso.

Críticas e incertidumbre: la cara oscura de la innovación

Sin embargo, el modelo también genera numerosas críticas, en su mayoría válidas:

  • Es complejo: requiere un entendimiento práctico y teórico que muchos votantes no tienen.
  • Prolonga los resultados: en estas elecciones de Nueva York, por ejemplo, el conteo completo comenzará el 1 de julio, casi una semana después del cierre de urnas.
  • Opacidad: una vez empieza la etapa de cómputo computacional, no hay visibilidad pública clara del proceso.
  • Puede minar la confianza ciudadana: los votantes pueden desconfiar de un sistema que da vuelta a los resultados iniciales tras múltiples rondas.

Esta preocupación no es nueva. En el ciclo electoral de 2021, ocurrió un incidente notorio cuando la Junta Electoral de Nueva York no borró datos de prueba antes de comenzar el conteo electrónico, lo que provocó errores que socavaron la percepción pública de la legitimidad del proceso.

¿Qué dicen los expertos?

Según Rob Richie, presidente de FairVote y uno de los principales promotores del sistema en EE.UU., "el voto por orden de preferencia rescata lo mejor de una democracia: el poder de representar verdaderamente a la mayoría".

Pero no todos piensan igual. Según un estudio del Pew Research Center publicado en 2024, solo el 39% de los votantes en ciudades que lo han implementado creen entender completamente el sistema. Esa cifra baja al 27% cuando las encuestas se hacen antes de las elecciones.

Además, alrededor del 9% de las boletas en elecciones bajo este sistema han sido inválidas o marcadas incorrectamente, en comparación con un promedio inferior al 1% bajo sistema tradicional.

¿Es aplicable a nivel nacional?

Alaska y Maine ya utilizan el sistema en elecciones estatales y federales. San Francisco, Minneapolis, Oakland y Santa Fe lo usan desde hace años. Incluso el Comité Nacional Demócrata permitió el uso de voto por orden de preferencia en asambleas estatales para las primarias presidenciales de 2020.

Pero aplicarlo en elecciones presidenciales en general ha demostrado ser una tarea titánica. Los debates sobre su constitucionalidad, la dificultad técnica de implementar el sistema en 50 estados y la desconfianza de algunos sectores conservadores han frenado su expansión.

Y luego está la gran paradoja: una tecnología que en teoría fortalece la democracia puede enfrentar resistencia... precisamente por dificultar victorias fáciles para figuras polarizantes.

La batalla en Nueva York: ¿tecnocracia vs populismo?

El caso neoyorquino de 2025 resume la tensión actual entre la búsqueda de una democracia más inclusiva y deliberativa versus la necesidad de una política directa, simple y rápida. Andrew Cuomo, con sus credenciales y notoriedad, podría ver su candidatura afectada si es percibido negativamente por grupos clave. Mientras tanto, candidaturas con campañas más modestas pero respaldadas por coaliciones diversas podrían llegar a dar la sorpresa.

Esto fue justamente lo que pasó en 2021, cuando el actual alcalde Eric Adams—entonces favorito del establishment policial y moderado—ganó por un margen estrecho gracias a una combinación precisa de primeras y segundas preferencias, superando a rivales progresistas como Maya Wiley y Kathryn Garcia.

El camino a seguir: reformar, educar o derogar

El futuro del sistema podría depender menos de su desempeño práctico y más de su aceptación social. Como en toda innovación tecnológica y democrática, la clave está en la educación del votante, la transparencia institucional y la solidez técnica de la infraestructura electoral.

Si Nueva York logra un escrutinio ordenado, sin incidentes como los ocurridos en 2021, y los resultados son percibidos como justos, podríamos estar frente a una señal positiva para su expansión a otras ciudades y estados.

En palabras del académico Larry Diamond, especialista en democracia comparada: "La robustez de un sistema democrático radica no solo en cómo se elige a los ganadores, sino en cómo se percibe la legitimidad del proceso por parte de los perdedores."

El voto por orden de preferencia podría no ser perfecto, pero en un clima político marcado por la polarización y la desconfianza, quizás sea justo el empujón que necesita la democracia para responder a los tiempos que vivimos.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press