Ucrania en la encrucijada: ¿el abandono de Occidente ante el avance de Rusia?

Mientras se intensifica la ofensiva rusa, el apoyo de sus aliados flaquea y Zelenski lucha por mantener a Ucrania en el centro de la diplomacia internacional

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Una guerra que no cesa y una Europa dividida

La invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia ha entrado en su cuarto año. Miles de vidas civiles y militares se han perdido, millones han sido desplazados, infraestructuras enteras devastadas. Lo que comenzó como una ofensiva rápida para tomar Kiev en cuestión de días se transformó en el conflicto armado más grande registrado en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

Pero a pesar del sufrimiento y la resistencia heroica del pueblo ucraniano, el apoyo de sus socios occidentales parece menguar progresivamente. Con la presidencia de Donald Trump en Estados Unidos, los signos de un cambio de prioridades en la política exterior estadounidense han despertado graves preocupaciones en Kiev y en varias capitales europeas.

NATO: del protagonismo ucraniano al silencio diplomático

Durante los primeros años de guerra, particularmente en las cumbres de la OTAN celebradas en 2022 y 2023, Ucrania fue el centro indiscutible de los debates estratégicos. En Vilna, Lituania, se estableció el Consejo OTAN-Ucrania como una vía de diálogo político directa. Se discutió una "vía irreversible" para la futura membresía ucraniana en la OTAN, algo que Rusia siempre ha visto como una línea roja. Zelenski fue recibido como un héroe, símbolo de la resistencia democrática ante la autocracia del Kremlin.

En cambio, la cumbre planeada en Países Bajos en 2024 muestra un panorama radicalmente distinto. Zelenski asistirá, pero no estará sentado a la mesa principal de la OTAN. El comunicado final se reducirá a unas pocas líneas y Ucrania apenas será mencionada. Este cambio de trato refleja una intención clara por parte de Washington: dejar la puerta abierta para futuras negociaciones con Rusia, sin provocar más la ira de Vladimir Putin.

Lo que Trump quiere... y lo que pone en juego

Donald Trump ha dejado claro que su objetivo no es derrotar a Rusia, sino "poner fin a la guerra" mediante una tregua o una negociación directa. En su visión, EE.UU. no debe involucrarse en un enfrentamiento prolongado que le distraiga de otras prioridades como la región del Indo-Pacífico o la frontera sur con México.

“Lo mejor sería dejarlos pelear un poco más antes de separarlos y buscar un acuerdo de paz.” — Donald Trump, mayo de 2024

Este enfoque ha tenido consecuencias inmediatas. Trump congeló durante una semana toda la ayuda militar al ejército ucraniano, incluyendo intercambios de inteligencia vitales. También se ausentó de la última reunión del Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania, la primera vez que un secretario de Defensa estadounidense no participa desde el inicio del conflicto.

El costo de reducir la ayuda: una ventaja para Putin

La reducción presupuestaria prevista para el próximo año en materia de ayuda militar a Ucrania podría resultar desastrosa. Las fuerzas armadas ucranianas dependen de equipamiento occidental como misiles antitanque Javelin, sistemas HIMARS y defensa antiaérea Patriot para resistir la ofensiva rusa.

Riley McCabe, del Center for Strategic and International Studies, advierte:

“Recortar la ayuda puede hacer que el Kremlin crea que la determinación de EE.UU. es efímera y que el tiempo juega a favor de Rusia.”

La guerra continúa: Rusia intensifica sus ataques

Apenas un día después de que Trump propusiera rehabilitar a Rusia devolviéndola al G7, Moscú lanzó uno de los ataques con drones más potentes contra Kiev desde febrero de 2022. Para Zelenskiy, la señal es clara: Putin no está interesado en ninguna paz, al menos no mientras crea estar ganando.

“Putin actúa así porque puede seguir con la guerra. Es alarmante ver cómo los poderosos del mundo cierran los ojos ante esto.” — Volodímir Zelenskiy, junio de 2024

Las divisiones europeas: entre apoyo real y fatiga de guerra

Mientras Canadá, Polonia, Finlandia y los países bálticos quieren mantener el respaldo político, financiero y militar hacia Ucrania, otras potencias como Alemania, Francia e Italia temen una escalada directa con Rusia y buscan fórmulas diplomáticas más cautas.

El dilema para Europa es político y moral. Por un lado, comprometerse con un aumento en el gasto de defensa cuando las sociedades reclaman mejoras sociales. Por el otro, encarar la posibilidad real de que si Ucrania cae, el siguiente objetivo podría ser Moldavia, Georgia o incluso un miembro de la OTAN como Lituania o Letonia.

Guerra en Gaza: el nuevo foco de distracción internacional

La guerra entre Israel y Hamas ha reordenado las prioridades diplomáticas de varias potencias. En Estados Unidos, el conflicto ha captado tanto la atención política como mediática, desplazando a Ucrania del primer plano.

Además, en el contexto de las tensiones entre Israel e Irán, Trump se ha enfocado en reforzar el papel de Estados Unidos en Medio Oriente, sugiriendo incluso que el conflicto allí podría afectar la seguridad nacional estadounidense más directamente que la guerra en Europa del Este.

Simbolismo y realidad: Zelenskiy lucha por no quedar al margen

Pese a todo, Zelenskiy continúa asistiendo a las cumbres internacionales, buscando conscientemente evitar ser relegado. Su presencia en la cena con el rey de Países Bajos junto a los líderes de la OTAN busca enviar un mensaje de resistencia política.

Sin embargo, el formato tan reducido de la cumbre —una sola sesión de trabajo el miércoles— y el escaso espacio en el documento final reservado para Ucrania reflejan crudamente lo que ya es evidente: el conflicto en Ucrania ha perdido prioridad en varias capitales aliadas.

¿Qué nos dice la historia reciente?

Desde el 7 de octubre de 2023, cuando estalló el conflicto en Israel por el ataque de Hamas, la comunidad internacional ha demostrado una capacidad limitada para enfocarse en múltiples crisis simultáneamente. Aquella jornada, además, más de 1200 israelíes murieron y 251 fueron secuestrados. Hoy, sólo 50 continúan en poder de Hamas, de los cuales menos de la mitad estarían vivos.

A estas alturas, la guerra en Gaza ha dejado —según el Ministerio de Salud de la Franja— más de 55,000 palestinos muertos, la mayoría mujeres y niños. Este balance descomunal ha impactado en la opinión pública internacional e intensificado las divisiones políticas en Occidente, haciendo más difícil sostener una narrativa unificada frente al conflicto en Ucrania.

Ucrania en 2024: atrapada entre la geopolítica y la desafección

La narrativa de que Ucrania lucha "para que Europa no tenga que hacerlo" ha perdido fuerza frente al desgaste. Pero los hechos siguen siendo igual de graves. Rusia no muestra signos de detener su avance: amplía su presencia en el Donbás, refuerza su influencia en Bielorrusia y avanza tecnológicamente con armamento no tripulado.

A cada paso, la percepción de abandono crece entre los ucranianos. Zelenskiy ha reiterado que una negociación en condiciones de debilidad sólo traería nuevas agresiones en el futuro. En sus palabras:

“Si cedemos ahora, Rusia volverá el año que viene o el siguiente. Esta guerra no es sólo nuestra: es de la libertad contra la tiranía.”

¿Hacia qué horizonte se mueve Ucrania?

Si EE.UU. continúa en la senda actual de contención, reducción de ayuda y veto a la membresía ucraniana en la OTAN, difícilmente se logrará frenar el impulso ruso. Kiev necesita más que palabras de aliento: necesita defensa aérea, municiones, logística y respaldo político firme.

Como advirtió el exsecretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen:

“Si Putin gana en Ucrania, las fronteras de Europa volverán a escribirse con sangre.”

El tiempo apremia. Y Ucrania, ahora más que nunca, necesita que el mundo recuerde que su lucha continúa, aunque las cámaras ya no estén enfocadas en ella.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press