Jardín de Héroes Nacionales: ¿un homenaje patriótico o una provocación en tierras sagradas?
El polémico intento de construir el Jardín de Héroes de Trump en las Colinas Negras reabre heridas históricas con los pueblos indígenas
Un monumento entre la grandeza y la disputa
Las Colinas Negras (Black Hills) de Dakota del Sur han sido durante siglos un símbolo de belleza natural y un lugar sagrado para las comunidades originarias, especialmente para los pueblos sioux. Ahora, ese mismo terreno vuelve al centro del debate nacional debido a una propuesta para establecer allí el "Jardín Nacional de los Héroes Americanos", una idea impulsada por el expresidente Donald Trump y actualmente retomada por funcionarios estatales republicanos.
La controvertida propuesta y su simbolismo político
El gobernador republicano de Dakota del Sur, Larry Rhoden, y el representante federal Dusty Johnson están promoviendo con entusiasmo la instalación del jardín en un terreno a menos de una milla del Monumento Nacional Mount Rushmore. "Este lugar es ideal para un proyecto que celebra nuestra historia y a nuestros héroes", escribió Rhoden en una carta dirigida a Trump.
La visión de Trump contempla un jardín con 250 estatuas a tamaño real de figuras históricas de los Estados Unidos, incluyendo personajes como Amelia Earhart, Muhammad Ali, Steve Jobs e incluso nombres controvertidos como Andrew Jackson y Cristóbal Colón. El plan surge, curiosamente, justo después del auge del movimiento Black Lives Matter y las fuertes tensiones sociales derivadas de la caída de estatuas confederadas.
La propuesta, que en sus comienzos carecía de fondos, ha reaparecido este año con una asignación de $40 millones aprobada por la Cámara de Representantes, aunque el Senado aún no se ha pronunciado. El Departamento del Interior y la Fundación Nacional para las Humanidades lideran actualmente la planeación del proyecto.
Las Colinas Negras: tierra en disputa ancestral
Este ambicioso proyecto enfrenta una feroz resistencia de comunidades indígenas, que consideran este intento como otro atropello colonial y una amenaza a la integridad de territorios ancestrales. Las Colinas Negras fueron reconocidas por el Tratado de Fort Laramie de 1868 como parte del territorio sioux. Sin embargo, apenas ocho años después, el gobierno estadounidense incautó ilegalmente esta tierra atraído por la fiebre del oro. Décadas más tarde, en 1980, la Corte Suprema falló en contra del gobierno, confirmando la violación del tratado. Se ofreció una compensación de $1,3 mil millones, rechazada por los líderes sioux, quienes mantienen hasta hoy su legítima reclamación sobre la tierra.
"No es exageración decir que Mount Rushmore está tallado en una herida abierta de la historia estadounidense", afirmó Darren Thompson, portavoz del Sacred Defense Fund, organización no lucrativa indígena centrada en la defensa de tierras sagradas.
Pe’ Sla y el rol polémico de la empresa minera
La oferta para construir el jardín fue realizada por la empresa minera Pete Lien & Sons, que ofreció donar 16 hectáreas (40 acres) cerca de Mount Rushmore. Pero esta empresa tampoco es ajena a la controversia. Hace poco enfrentó la oposición de grupos indígenas por un proyecto de perforación exploratoria de grafito cerca de Pe’ Sla, otro sitio sagrado para los pueblos Lakota.
"El gobernador Rhoden y Storyland Studios no están preservando la historia; la están borrando", denunció Taylor Gunhammer, del colectivo NDN Collective. "Si realmente quisieran honrar la historia, escucharían a los guardianes originales de estas tierras", concluyó.
Sumado a lo anterior, la empresa planea cooperar con la firma de diseño Storyland Studios para conceptualizar una experiencia turística en las Colinas Negras, lo cual ha sido catalogado por los líderes nativos como otro intento de comercializar y colonizar sitios espirituales que aún se utilizan para ceremonias de sanación y agradecimiento.
¿Qué representa realmente este jardín?
Detrás del aparente deseo de honrar a las figuras históricas del país, muchos ven el Jardín de los Héroes como una respuesta directa a los movimientos sociales contemporáneos que buscan una reevaluación crítica del legado estadounidense. En su discurso de 2020 en Mount Rushmore, Trump dijo:
“Multitudes enfurecidas intentan derribar estatuas de nuestros fundadores, profanar monumentos sagrados y desatar una ola de crimen violento en nuestras ciudades. Pero no lo permitiremos; los estadounidenses son fuertes y orgullosos.”
Es evidente que este proyecto trasciende lo artístico o cultural. Se trata también de una declaración ideológica en tiempos donde la nación debate su identidad, su historia y la forma en que esta debe representarse en el espacio público.
¿Y la consulta indígena?
Una de las mayores críticas al proyecto ha sido la completa falta de consulta previa, libre e informada a las comunidades indígenas directamente afectadas. De acuerdo al Convenio 169 de la OIT y declaraciones de la ONU sobre derechos de los pueblos indígenas, este tipo de obras debe contar con participación activa de las comunidades originarias si afecta sus territorios o intereses culturales. Desoír esto es una violación directa a los derechos humanos.
"Cuando hablamos de reconciliación, lo primero es la escucha; no hay homenaje si se construye sobre la negación", sostuvo Chase Iron Eyes, abogado lakota y activista por la soberanía indígena.
La paradoja de la monumentalidad
El arte monumental ha sido utilizado históricamente como una herramienta del Estado para proclamar grandeza nacional, pero también ha servido como símbolo de dominación. Desde el Monte Rushmore hasta las estatuas de líderes militares, estos íconos marcan narrativas dominantes del poder. Pero ¿héroes para quién? ¿quién escoge a los celebrados y quién queda marginado?
La lista de nombres contemplados para este jardín incluye a figuras cuya reputación hoy está en revisión. Andrew Jackson, por ejemplo, firmó la "Indian Removal Act", que llevó al doloroso éxodo indígena conocido como Sendero de las Lágrimas. Incluirlo en un sitio invadido al pueblo sioux abre cuestionamientos éticos difíciles de ignorar.
El futuro del jardín: ¿posibilidad o provocación?
El proyecto se encuentra aún en fase de planificación. La administración federal ha sido cauta e incluso ambigua sobre si Dakota del Sur será realmente la sede del parque. Parece haber una resistencia creciente —y con fundamentos sólidos— a permitir que este jardín tome forma justo en un lugar cuyo significado espiritual trasciende cualquier narrativa patriótica impuesta.
A medida que se acerca el 250º aniversario de la independencia de Estados Unidos en julio de 2026, los debates sobre cómo recordar y representar la historia nacional serán más intensos. El Jardín Nacional de los Héroes podría convertirse en un símbolo político más de polarización, o una oportunidad para redibujar las líneas del diálogo entre la nación dominante y sus pueblos originarios. Por ahora, el jardín es solo un diseño: una idea flotando entre el mármol de los monumentos y la memoria de los oprimidos.