Asfixiados por el calor extremo en EE.UU.: una ola implacable que expone desigualdades y riesgos
El calor histórico que golpea al este estadounidense trae consecuencias más allá del clima: salud, inequidad social y crisis ambiental en aumento
La cúpula de calor que paraliza al este de EE.UU.
Estados Unidos atraviesa una de las olas de calor más intensas y peligrosas de los últimos años. El martes, el Aeropuerto Internacional JFK de Nueva York registró una temperatura de 100 grados Fahrenheit (38 °C), una marca histórica que forma parte de una extensa y abrasadora cúpula de calor que afecta desde el sur hasta el noreste del país.
El Servicio Meteorológico Nacional (NWS, por sus siglas en inglés) informó que más de 40 ciudades estadounidenses batieron récords de temperaturas elevadas el lunes, y se esperaba que docenas más lo hicieran el martes. La situación se agrava debido a la alta humedad que impide el enfriamiento nocturno, elevando peligrosamente el riesgo para la salud pública.
El “enemigo invisible”: noches cálidas sin tregua
Las temperaturas diurnas por encima de los 38 °C son preocupantes, pero es la falta de enfriamiento nocturno lo que ha encendido las alarmas entre meteorólogos y expertos en salud.
La humedad en el aire actúa como una manta térmica que evita que el calor se disipe por la noche. Esta situación es especialmente peligrosa en áreas urbanas densas, donde el efecto isla de calor agrava aún más la situación.
Ciudades como Nueva York, Filadelfia, Washington D.C. y Atlanta han emitido alertas de salud para personas mayores, niños e individuos con afecciones respiratorias o cardíacas.
Salud pública en vilo: ¿quiénes están en mayor riesgo?
La exposición prolongada a calor extremo puede provocar agotamiento por calor, golpes de calor y complicaciones médicas graves, incluso la muerte. Según los CDC (Centros para el Control y Prevención de Enfermedades), más de 700 personas mueren cada año en EE.UU. debido a eventos relacionados con el calor, y las cifras están en aumento.
Pero los impactos del calor no son equitativos. En muchas ciudades, las zonas más afectadas por la ola de calor coinciden con comunidades marginadas socioeconómicamente, donde el acceso a aire acondicionado, sombra o servicios de salud es limitado.
“El cambio climático no afecta a todos por igual. Las comunidades afroamericanas, latinas y de bajos ingresos son desproporcionadamente afectadas por el calor debido a décadas de planificación urbana desigual y contaminación”, afirma Rachel Morello-Frosch, profesora de salud ambiental en UC Berkeley.
Una crisis que se repite: el verano del 2023 fue el más caluroso de la historia
Este episodio no es atípico. El verano de 2023 fue declarado oficialmente el más caluroso jamás registrado a nivel mundial, según la NASA. En ciudades como Phoenix (Arizona), se alcanzaron 31 días consecutivos por encima de los 43 °C.
Lo que antes se consideraba “extremo” ahora es más frecuente. Científicos atribuyen esto a la intensificación del cambio climático, causado principalmente por la actividad humana y el incremento de gases de efecto invernadero.
La cúpula de calor: ¿qué es y cómo funciona?
Este fenómeno —denominado “heat dome” o cúpula de calor— se produce cuando una alta presión atmosférica atrapa aire caliente sobre una región durante varios días o semanas. La masa de aire caliente se intensifica debido a que los rayos del sol no pueden disiparse, y la situación permanece estable debido a la falta de sistemas invernales que la interrumpan.
- Efecto amplificado: la cúpula de calor absorbe más humedad del suelo
- Mayor radiación: provoca sol incesante y cielos despejados
- Estancamiento: impide la llegada de brisas refrescantes desde el mar o cambios de viento
No es raro que durante estos eventos, los niveles de ozono y otros contaminantes alcancen niveles peligrosos para la salud.
Nueva York: de la ciudad que nunca duerme a la ciudad que no puede refrescarse
Las calles de Nueva York se vieron vacías a mediodía, con escasa presencia de peatones y vendedores ambulantes como únicos sobrevivientes del ardiente asfalto. “Nunca he sentido tanto calor en la ciudad”, dijo Ana López, una vendedora de frutas en el Puente de Brooklyn. “El metal del carrito me quema las manos.”
La saturación de aires acondicionados llevó a reducción voluntaria de consumo eléctrico para evitar apagones masivos. Algunas universidades y centros de trabajo suspendieron clases o implementaron jornadas ajustadas.
La vulnerabilidad rural: la tormenta silenciosa
Mientras los focos mediáticos se concentran en metrópolis, ciudades pequeñas o áreas rurales del sur, como Georgia o Arkansas, enfrentan un desafío diferente. Muchos hogares carecen de sistemas de enfriamiento adecuados y los hospitales rurales tienen limitadas capacidades para atender emergencias por golpe de calor.
En zonas agrícolas, los trabajadores migrantes siguen laborando bajo el sol sin acceso generalizado a hidratación o espacios con sombra. Basta con recordar que en 2021, un grupo de jornaleros en Oregón fue sorprendido por una ola de calor que dejó varias muertes en el campo.
Impactos económicos: calor que también quema bolsillos
El calor extremo no solo impacta la salud, sino también la economía. Las olas de calor pueden interrumpir:
- Cadenas de suministro por afectaciones en transporte o producción
- Rendimiento laboral, especialmente en industrias de construcción y manufactura
- Facturas de electricidad que se disparan en hogares de bajos recursos
Según el Fondo Monetario Internacional, una pérdida de productividad relacionada al calor extremo podría reducir el PIB de algunos países hasta en 1% anual para 2050.
Soluciones: adaptación urgente ante un futuro abrasador
En varias ciudades, los gobiernos locales han impulsado iniciativas para combatir estos extremos. Entre ellas:
- La implementación de techos verdes y pavimentos “friables”
- Centros de enfriamiento públicos y acopio de agua potable
- Mejor distribución del acceso a aire acondicionado
- Educación pública sobre medidas preventivas ante olas de calor
Alcaldes como Eric Adams (NYC) han hecho llamados a nivel federal para reforzar la resiliencia climática en comunidades vulnerables. “Esta no es solo una crisis ambiental, es una crisis de equidad”, dijo en una reciente conferencia.
Una realidad cambiante: de eventos excepcionales a la nueva normalidad
El calor extremo ya no es una rareza del verano. Cada año, estos eventos se vuelven más frecuentes, intensos y mortales. Las estadísticas climáticas alinean una tendencia inequívoca: el planeta se está calentando, y con ello aumentan los riesgos para nuestras ciudades e individuos más frágiles.
Aunque el enfoque en energías limpias y la reducción de emisiones es clave a largo plazo, también lo es la inversión en mejores infraestructuras, redes de apoyo comunitario y políticas climáticas inclusivas.
Como afirmó la climatóloga Katharine Hayhoe: “El cambio climático no es un problema del futuro. Está aquí. La pregunta es cómo responderemos.”