Generales en el banquillo: El juicio que sacude a Brasil y expone viejas heridas militares

El enfrentamiento entre Mauro Cid y Walter Braga Netto simboliza el declive de la impunidad castrense en un país que aún lidia con las sombras de su dictadura

Un saludo ausente que lo dijo todo

Cuando el teniente coronel Mauro Cid llegó al Supremo Tribunal Federal de Brasil, su decisión de no saludar al general Walter Braga Netto —su superior en la jerarquía militar— fue más que una omisión: fue un gesto cargado de simbolismo. En ese acto silencioso quedó retratada la fractura interna que atraviesa a las Fuerzas Armadas brasileñas, ahora arrastradas a uno de los mayores escándalos de su historia reciente.

Un proceso judicial sin precedentes

El episodio forma parte de un caso que ha puesto en el banquillo a figuras clave del gobierno de Jair Bolsonaro, incluyendo el propio expresidente, acusados de orquestar un posible intento de golpe de Estado tras perder las elecciones de 2022 frente a Luiz Inácio Lula da Silva. La justicia analiza si altos mandos militares, encabezados por Braga Netto, colaboraron activamente en dicha maniobra.

Braga Netto, quien desempeñó funciones como ministro de Defensa, jefe de gabinete de Bolsonaro y fue su compañero de fórmula electoral en 2022, es señalado por Cid de haber participado en una reunión donde se discutieron planes para impedir que Lula asumiera el poder. Este último, a su vez, ha afirmado que recibió una bolsa con dinero en efectivo de Braga Netto para repartir entre manifestantes acampados frente a cuarteles. Braga Netto lo niega todo y despectivamente llama a Cid “traidor”.

Más allá de la politiquería: lo que está en juego

Este no es un juicio más. Según Lucas Figueiredo, autor de varios libros sobre la dictadura brasileña (1964-1985), el hecho de que un teniente coronel acuse a un general en una corte civil representa un parteaguas: “Nivelar a un coronel con un general ante la justicia es una señal clara de que el sistema judicial considera a todos iguales. La verdad saldrá a la luz”.

La importancia de este caso radica en su excepcionalidad. Nadie en Brasil ha sido encarcelado por crímenes durante la dictadura militar, una diferencia marcada respecto a países como Argentina o Chile. La última vez que un general fue detenido fue en 1964, cuando Argemiro de Assis Brasil se opuso al golpe militar. Hoy, los fantasmas de esa era parecen revolverse mientras voces dentro y fuera del Ejército intentan matizar lo que está en juego.

Una justicia civil que incomoda al estamento militar

El juicio se desarrolla en la Suprema Corte y no en el Superior Tribunal Militar, lo cual ha causado incomodidad en ciertos sectores castrenses. Miembros de la institución han calificado el proceso como una vergüenza para las Fuerzas Armadas, pero los tribunales ya se han pronunciado: aunque los acusados sean militares, los crímenes en cuestión —como intento de golpe, organización criminal y atentado contra el orden democrático— son esencialmente delitos civiles.

“El tribunal militar entendió que pese a haber sido cometidos por militares, estos crímenes no pueden ser considerados estrictamente militares”, explicó Alexandre Knopfholz, profesor de Derecho en la UniCuritiba. En otras palabras, pertenecer al Ejército no ofrece inmunidad automática frente a actos de sedición.

Un desfile de contradicciones

El careo entre Cid y Braga Netto fue ordenado por el ministro del Supremo Tribunal Federal Alexandre de Moraes, sin acceso del público o la prensa por motivos de seguridad nacional. Ambos mantuvieron sus versiones contrapuestas y ni siquiera se dirigieron la palabra. Un funcionario del tribunal que estuvo presente declaró, bajo anonimato, que el clima entre ambos fue tenso y cargado de desdén mutuo.

Según el abogado de Braga Netto, el general calificó a Cid de “mentiroso” en medio de la audiencia. Por su parte, Cid insiste en que solo está diciendo la verdad como parte de un acuerdo de delación premiada con las autoridades.

La espectacularización judicial y sus efectos colaterales

Los juicios y operaciones policiales se han convertido en un fenómeno mediático en Brasil. La ciudadanía ha seguido, minuto a minuto por televisión, las redadas federales, decomisos de documentos y testimonios de los implicados. Aunque esto contribuye a una mayor transparencia y sentido de justicia, también devela grietas institucionales que no pueden ignorarse.

Expertos como Fabio Victor, autor de un análisis sobre la relación civil-militar desde el retorno a la democracia, mantienen una perspectiva escéptica: “Estamos a mitad de la investigación. No podemos olvidar que todos los golpistas militares en la historia del país han sido eventualmente perdonados”.

Aun así, destaca un avance incuestionable: “El hecho de que generales estén siendo juzgados por intentar un golpe es un signo inequívoco de evolución democrática”.

El legado bolsonarista, una herida abierta

Más allá del proceso judicial, el caso revela el impacto del bolsonarismo en la estructura militar. Bolsonaro, un excapitán del Ejército, logró impregnar a las Fuerzas Armadas de un discurso político que cruzó líneas rojas institucionales. La resultante fusión entre autoridad castrense y plataforma política conservadora ha dejado una marca profunda que Lula busca desmontar.

Desde que asumió en 2023, Lula ha evitado confrontar directamente al Ejército, pero promueve discretamente su despolitización. Aún así, buena parte de la oficialidad media y baja sigue simpatizando con Bolsonaro, quien a pesar de estar judicialmente en jaque, sigue siendo el principal líder opositor del país.

¿Y ahora qué? Posibles escenarios

Un veredicto está previsto para fines de 2025. Aunque una condena sentaría un precedente histórico, muchos dudan que Braga Netto o el propio Bolsonaro acaben entre rejas. Los analistas se preguntan si esta será otra oportunidad perdida o el verdadero inicio de una rendición de cuentas pendiente desde hace décadas.

Mientras tanto, el juicio continúa siendo un espejo que refleja no solo la crisis política actual, sino también las heridas del pasado que Brasil no ha terminado de cerrar.

Un mensaje al continente

Lo que sucede en Brasil tiene ecos en toda América Latina. En tiempos donde muchos países enfrentan un resurgir del autoritarismo, el rumbo que tome este caso podría enviar una poderosa señal. Si se confirma que ni generales están por encima de la ley, Brasil podría convertirse, ahora sí, en un referente de justicia postdictadura.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press