El nuevo tribunal internacional para juzgar a líderes rusos: ¿Un avance histórico o una utopía legal?

Ucrania y el Consejo de Europa impulsan un tribunal especial para el crimen de agresión ruso, enfrentando desafíos diplomáticos, jurídicos y geopolíticos.

Un paso sin precedentes en la justicia internacional

Volodímir Zelenskiy, presidente de Ucrania, ha dado un paso contundente hacia la rendición de cuentas en el marco de la guerra que azota su país desde 2022. Durante una visita oficial al Consejo de Europa, con sede en Estrasburgo, Zelenskiy firmó el acuerdo para establecer un tribunal internacional especial destinado a juzgar a los máximos dirigentes de Rusia por el crimen de agresión.

Este tribunal representa un desarrollo clave en el sistema jurídico internacional contemporáneo, al enfocarse en el crimen que dio inicio a todos los demás: el crimen de agresión. A diferencia de los crímenes de guerra, que sí pueden ser procesados por la Corte Penal Internacional (CPI) en La Haya, la CPI no tiene jurisdicción sobre el crimen de agresión cometido por altos funcionarios rusos debido a las limitaciones del Estatuto de Roma.

¿Qué es el crimen de agresión?

Según el artículo 8 bis del Estatuto de Roma, el crimen de agresión se define como “el uso de la fuerza armada por un Estado contra la soberanía, la integridad territorial o la independencia política de otro Estado de manera contraria a la Carta de las Naciones Unidas”. Es, en esencia, el acto de iniciar una guerra ilegal. Y en este caso, Ucrania responsabiliza a Rusia en su conjunto, pero especialmente a su leadership político y militar.

La importancia de este tribunal radica en que reconocerá a la agresión como el crimen raíz, del cual se derivan las demás atrocidades:

  • Bombardeos a infraestructuras civiles
  • Asesinatos de civiles
  • Violaciones sexuales como arma de guerra
  • Secuestros y torturas
  • Traslado forzoso de niños ucranianos a Rusia

La necesidad de un tribunal alternativo

La CPI emitió en 2023 una orden de arresto contra el presidente ruso Vladímir Putin por el traslado ilegal de niños ucranianos. No obstante, esta corte no puede proceder contra él por el crimen de agresión ya que ni Rusia ni Ucrania son signatarios plenos del Estatuto de Roma. Aquí surge la necesidad de un tribunal independiente, respaldado por el Consejo de Europa —organismo máximo de derechos humanos en el continente— y por más de 40 estados, incluidos Países Bajos, Canadá y Japón.

Estados Unidos, bajo la administración de Joe Biden, ha dado su apoyo político (aunque no formal, debido a impedimentos legislativos internos), lo cual marca un cambio drástico respecto a la política de Donald Trump, que bloqueó tanto la entrada de Ucrania a la OTAN como el respaldo a este tipo de mecanismos legales.

¿Dónde se ubicará el nuevo tribunal?

No se ha decidido aún la sede oficial, pero La Haya figura como la opción más lógica. Cuenta ya con infraestructura legal internacional mediante instituciones como la Corte Internacional de Justicia y la propia CPI. También posee experiencia en la gestión de casos complejos, como los tribunales para la ex Yugoslavia y Sierra Leona.

¿Funcionará? Los desafíos legales y diplomáticos

Para que el tribunal tenga impacto real necesita vencer varios obstáculos:

1. Inmunidad de altos cargos

Según el derecho internacional, algunos funcionarios tienen inmunidad mientras están en funciones. La llamada “troika” —el jefe de Estado, el jefe de gobierno y el canciller— están protegidos. Por tanto, un juicio efectivo sólo podría realizarse una vez que dichas personas dejen sus cargos.

2. No extradición

Rusia no entrega a sus ciudadanos a tribunales extranjeros. Ni lo hizo en el pasado (recordemos los casos del envenenamiento de Litvinenko o del ataque con Novichok en el Reino Unido), ni da señales de que lo hará en el presente. Esta barrera pragmática impide que Putin y su círculo cercano comparezcan a corto plazo.

3. Presiones geopolíticas

Estados como China e India se han abstenido de criticar abiertamente a Rusia o no quieren involucrarse en lo que consideran una dinámica de bloque liderado por Occidente. Además, varios países africanos y sudamericanos temen que este tipo de iniciativas justicieras se conviertan en herramientas políticas selectivas.

Zelenskiy: entre las cumbres y el pragmatismo

Durante la cumbre de líderes de la OTAN en La Haya, Zelenskiy no estuvo presente en las reuniones principales. Aunque realizó encuentros bilaterales (incluyendo uno peculiar con Donald Trump, con quien tuvo tensiones anteriormente), su presencia fue más simbólica que estratégica. Ucrania sigue sin ser miembro de la OTAN, a pesar del constante intento de alineación militar con Occidente.

Sin embargo, la visita de Zelenskiy surtió efecto. Países Bajos prometió más drones y radares. El Reino Unido, bajo el nuevo primer ministro Keir Starmer, comprometió 350 misiles antiaéreos financiados con los intereses de bienes rusos confiscados. Todo esto muestra que Ucrania sigue en el radar geopolítico, aunque sea desde la periferia del poder institucional.

Un precedente para la historia

Este tribunal marca un precedente: podría ser la primera vez desde los Juicios de Núremberg que se crea un mecanismo internacional centrado exclusivamente en el crimen de agresión.

Los Juicios de Núremberg sentaron la base tras la Segunda Guerra Mundial para juzgar a los jerarcas nazis. Aquella vez también se priorizó el crimen de agresión, descrito entonces como “el crimen supremo que contiene en sí mismo el mal acumulado del conjunto”.

En este contexto, la creación de un tribunal internacional específico por parte de Ucrania y el Consejo de Europa pretende replicar ese formato, adaptado al siglo XXI, donde las evidencias son digitales, los crímenes son televisados en tiempo real y los acusados aún ostentan el poder.

¿Qué implicaría un fallo condenatorio?

La condena de altos cargos rusos no sólo tendría valor simbólico. Marginalizaría a Rusia aún más del sistema financiero y diplomático global. Además, podría imponer límites estrictos a la inmunidad de futuros agresores estatales. Internamente, reforzaría la narrativa de justicia que reclama el pueblo ucraniano.

De igual forma, abriría el debate sobre la impunidad en conflictos olvidados, como Siria, Yemen o Etiopía. ¿Por qué un tribunal internacional para Rusia y no para otros? Las respuestas serán políticas, no jurídicas, pero la discusión está abierta.

Reacciones internacionales

Reino Unido: "Un paso esencial hacia la rendición de cuentas", declaró su ministro de Exteriores.

Estados Unidos: Apoya la creación, aunque con reservas sobre su financiamiento y jurisdicción.

Rusia: Calificó el tribunal de “ilegítimo”, “rusofóbico” y “una farsa jurídica” construida por Occidente.

¿Y si Putin deja el cargo?

Si algún día Putin dejara el poder por motivos de salud, muerte o sucesión política, la inmunidad perdería su efecto. Ese sería el momento clave para que se active una orden de arresto efectiva. Según expertos en derecho internacional, no existe prescripción para el crimen de agresión, lo cual abre la puerta a una eventual justicia, aunque sea dentro de décadas.

Mientras tanto, el nuevo tribunal prepara sus cimientos y recopila pruebas, muchas de ellas ya documentadas por organismos independientes, ONGs, periodistas y testigos oculares.

¿Un acto de justicia o una pieza más de la geopolítica?

La pregunta esencial que muchos se hacen es si esta será realmente una herramienta de justicia o un acto simbólico en la nueva Guerra Fría entre Occidente y los autócratas. Y es que, si el tribunal logra sus objetivos, podría cambiar el curso de la diplomacia internacional. Si fracasa, sólo servirá para reforzar la narrativa del victimismo ruso y la incapacidad de Occidente para implementar su propio sistema de valores.

El futuro tendrá la última palabra.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press