Alligator Alcatraz: el polémico centro de detención migratoria en tierras indígenas de Florida
Entre herencia ancestral, política migratoria y derechos humanos, la construcción de un centro en los Everglades despierta una tormenta cultural y legal
Una prisión entre caimanes y humedales
En el corazón del humedal más emblemático de Estados Unidos, el Big Cypress National Preserve, se está gestando una controversia que enfrenta a la administración del gobernador republicano de Florida, Ron DeSantis, con comunidades indígenas, ambientalistas y defensores de derechos humanos. El foco del conflicto: la construcción acelerada de un centro temporal de detención migratoria apodado “Alligator Alcatraz”, en terrenos sagrados de los pueblos Miccosukee y Seminole.
¿Por qué aquí?
El proyecto tiene como objetivo alojar hasta 1.000 migrantes en instalaciones construidas con carpas robustas, remolques y generadores portátiles. Según las autoridades estatales, la remota pista de aterrizaje en los Everglades es una ubicación "ideal" debido al aislamiento y baja densidad poblacional. "No hay mucho que haya alrededor, salvo caimanes y pitones", dijo un funcionario, en tono que muchas comunidades indígenas consideran profundamente ofensivo.
Sin consulta previa con las tribus, la administración DeSantis avanza con rapidez en la obra, usando argumentaciones de seguridad fronteriza y la implementación de una política migratoria férrea inspirada por el expresidente Donald Trump.
Tierras sagradas profanadas
El rechazo de los pueblos originarios no se hizo esperar. Para los Miccosukee y Seminole, los Everglades no son simplemente una zona pantanosa: son tierras ancestrales, cementerio de sus antepasados y espacio ceremonial todavía vivo.
"El Big Cypress es parte de nosotros, y nosotros somos parte de él. Aquí viven aún 15 aldeas tradicionales y hay sitios sagrados de recolección y ceremonias. No somos una nota al pie", afirmó enfáticamente Talbert Cypress, presidente del Consejo Tribal Miccosukee, en una audiencia del Congreso en 2024.
La líder indígena Betty Osceola añadió en redes sociales: "Este lugar fue nuestro refugio durante la guerra. Nos permitió mantener nuestra cultura cuando todo nuestro mundo colapsaba. Tenemos la responsabilidad de protegerlo para las futuras generaciones".
Riesgos ecológicos ignorados
Activistas ambientales se han sumado al clamor indígena. La región de Big Cypress forma parte de un ecosistema vital para la conservación del sur de Florida, que ha recibido en años recientes más de $10.000 millones de dólares en inversiones estatales y federales para su restauración ecológica.
La construcción de instalaciones, el tránsito de maquinaria y el eventual hacinamiento de detenidos podrían suponer un grave impacto ambiental irreversible en una zona que alberga especies en peligro como la pantera de Florida y más de 360 especies de aves.
"Esto es más que un atentado cultural. Es una puñalada al corazón ecológico de Florida", denunció el activista ecológico José Hernández, miembro del Sierra Club.
Una decisión sin transparencia
Las decisiones tomadas hasta ahora carecen de consulta formal con las tribus afectadas, lo que viola los principios del consentimiento libre, previo e informado reconocidos en tratados y convenciones internacionales como el Convenio 169 de la OIT y la Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.
"Nos enteramos por imágenes y reportes de noticias. Nadie vino a preguntarnos, ni siquiera a informarnos. Se nos trata como si no existiéramos", declaró amargamente Sunshine Frank, portavoz de la comunidad Seminole de Hollywood.
¿Un acto de campaña?
El momento de la obra también ha despertado sospechas. A escasos meses de las primarias presidenciales republicanas de 2026, el gobernador DeSantis ha intensificado su discurso antiinmigración, con medidas como el envío de tropas estatales a la frontera con Texas y la firma de leyes que penalizan la ayuda a personas indocumentadas.
Para muchos analistas, esta medida busca ganarse el voto conservador más duro y seguir alineándose con el legado político de Donald Trump. "Está usando a las comunidades indígenas y a los migrantes como fichas de ajedrez en su campaña", denuncia la socióloga política Rachel Gonzalez.
¿Dónde están los derechos humanos?
Organismos como la ACLU y Amnistía Internacional han calificado la medida como una violación a los derechos fundamentales de migrantes, que serían recluidos por tiempo indefinido en condiciones dudosas, sin claridad legal sobre cuál será su proceso y sin transparencia pública.
"El confinamiento en carpas, sin acceso claro a abogados, bajo clima extremo y con fauna potencialmente peligrosa cerca, no debe considerarse una solución viable ni humana", sostuvo Monique Pierre, abogada de derechos civiles.
Un símbolo nacional de resistencia cultural
La situación ha resonado más allá de Florida. Representantes de tribus indígenas de todo el país han expresado su solidaridad con los Miccosukee y Seminole. "Lo que ocurre en Big Cypress es parte de un patrón histórico: la imposición del poder blanco sobre nuestras comunidades, nuestras tierras y nuestras creencias", explicó Nathan Two Bears del Consejo Nacional de las Tribus Lakota.
El sitio se ha convertido ahora en epicentro de protestas y ceremonias tradicionales en resistencia. Este fin de semana se espera que decenas de representantes tribales, activistas migratorios y figuras públicas se reúnan en el lugar para exigir la detención total del proyecto.
¿Qué sigue?
La presión política y legal crecerá en las próximas semanas. Se analizan demandas en cortes federales por lo que las comunidades definen como una usurpación de territorio y violación al deber de consulta bajo la Ley Nacional de Preservación Histórica (NHPA) y la Ley de Política Ambiental Nacional (NEPA).
Mientras tanto, el gobernador DeSantis no muestra intenciones de retroceder. La Florida Division of Emergency Management mantiene silencio, pero continúa movilizando equipos en el sitio.
Una voz colectiva que resiste
La frase grabada en redes sociales por Betty Osceola resuena en medio del conflicto: "No vinimos aquí. Siempre hemos estado aquí". Es más que una declaración. Es una advertencia: La historia se repite, pero los pueblos originarios también han aprendido a resistir mediante los canales legales, mediáticos y espirituales.
En una nación que se precia de su pluralismo y sus libertades, el dilema de Alligator Alcatraz se convierte en una prueba crucial para medir hasta dónde se respetan los derechos de los pueblos nativos frente al poder estatal y las ambiciones políticas.